En la muerte de Jaime Corazón de León.

Por Luis Carlos Peris.

Fue un as en en la gran baraja de toreros que lideraban Luis Miguel Dominguín y Antonio Ordóñez en los cincuenta y testigo de excepción en aquella temporada que Hemingway noveló bajo el título de ‘Verano sangriento’. Jaime Ostos Carmona nació en Écija el 8 de abril de 1931 y fallecía ayer en Bogotá de un infarto y tras haber superado un covid que le tuvo al borde de la muerte el invierno pasado. Con noventa años de edad, Jaime estaba a las puertas de ser el decano de los toreros, título que ostenta en la actualidad su coetáneo Julio Aparicio.

Hablar de lo que significó Jaime en la historia del toreo sería adentrarse de lleno por los vericuetos más dramáticos de unos caminos especialmente dramáticos. Apodado como Jaime Corazón de León por obra del brillante cronista sevillano Gonzalo Carvajal, el valor fue la característica principal de este ecijano bizarro que antes que torero quiso ser piloto aéreo. Hijo de familia acomodada, su padre montó en cólera cuando le desveló sus propósitos y él se las avió para ir aprendiendo el oficio de la mano del que iba a ser su principal apoderado, José Ignacio Sánchez Mejías.

Su debut como novillero en Sevilla fue el pórtico de una estela exitosa que iba a llevarle a la cumbre de la tauromaquia. Ocurrió el 5 de julio de 1953 con un encierro de Felipe Bartolomé en compañía del mexicano Miguel Ángel y del macareno Andrés Luque Gago. Jaime cortó tres orejas y a partir de esa tarde iba a emprender una carrera triunfal que, sin embargo, tuvo el obstáculo de casi dos años perdidos por culpa del servicio militar. Tomó la alternativa el 13 de octubre de 1956 en Zaragoza con una corrida de Antonio Urquijo siendo apadrinado por Miguel Báez ‘Litri’ en presencia de Antonio Ordóñez.

A partir de ahí se coloca en la cima del escalafón y célebres son sus raptos de valor para plantarle cara a sus admirados Luis Miguel y Ordóñez. Apoderado por José Ignacio Sánchez Mejías, una característica principal de su figura fue la cuadrilla que logró componer con dos colosos de las banderillas como eran Julio Pérez ‘Vito’ y Luis González con la eficaz ayuda de un tercero ejemplar como Blanquito. Triunfador en cuantas plazas hollaba, tocó la gloria en aquella Feria de Abril de 1962, primera televisada en directo, y que el ecijano saldó como triunfador indiscutible tras cortar orejas en dos de las tres tardes que actuó. Como anécdota, la de que lidió el primer toro televisado en la Maestranza, uno de Arellano y Gamero-Cívico en tarde que compartió con Curro Romero y Paco Camino.

Ausente en la Feria de 1963 por haber sido herido el Domingo de Ramos en Toledo, ese año estuvo al borde de la muerte. Fue en Tarazona de Aragón el 17 de julio de 1963 y mataba una corrida de Ramos Matías en compañía de Ángel Peralta, Santiago Martín ‘El Viti’ y El Caracol. En el primer toro, un golpe de viento lo dejó al descubierto y el toro le destrozó la vena ilíaca. Sin plasma que trasfundirle y ya recibidos los Santos ÓLeos se organizó una colecta de sangre entre el público mientras Ángel Peralta, experto en la cirugía equina y viendo que el médico no daba pie con bola, decidió operar. Sublime decisión que alargó la vida de Jaime hasta el día de ayer.

La carrera de Jaime en los ruedos ya no fue la de antes, pero sí estuvo a tiempo de cuajar dos tardes memorables en Sevilla. Una fue la de su reaparición tras la cornada de Tarazona el 21 de abril de 1964 con toros de Benítez Cubero en compañía de Manolo Vázquez y Paco Camino, desorejando a su segundo toro; la otra se haría esperar cuatro años. Fue el 21 de mayo de 1968 en la alternativa de Rafael Roca con Manolo Vázquez de padrino. Se lidió una corrida de la Viuda de Garrido y Jaime se entretuvo en cortar cuatro orejas para salir por la Puerta del Príncipe.

Ya en decadencia, su última aparición en Sevilla fue en la Feria de 1980. Actuó el Domingo de Resurrección con una corrida de Bohórquez junto a Ángel Teruel y Manolo Cortés, siendo su última vez en la Maestranza el 25 de abril con una corrida de Torrestrella en compañia de Paquirri y de Ángel Teruel. Hasta ahí la carrera de un torero importantísimo que hasta osó matar un novillo en la plaza de Écija en 2003 y cuando ya contaba setenta y dos años de edad. Sí causa pena que la vida de un torero tan importante se haya visto manchada por su incursión en el mundo del corazón, pero los que lo vimos de seda y oro seguiremos teniéndolo para siempre como Jaime Corazón de León.

Publicado en El Diario de Sevilla

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