Por Jesús Bayort.
La Fundación Cajasol celebró el pasado martes una nueva edición de sus ‘Mano a mano’ con el torero Curro Vázquez y el periodista Rubén Amón
La batalla cultural y estética de la tauromaquia se dio cita este martes en el teatro de la Fundación Cajasol.
El último ‘Mano a mano’ anunciaba en el mismo cartel a Curro Vázquez, paradigma de la torería, y a Rubén Amón, ensayista taurino. Un coloquio que, según reconoció el periodista y moderador del acto, José Enrique Moreno, llevaba años fraguándose; presentando además al diestro de Linares como un «torero de toreros», espejo en el que se gustaban mirar el resto de matadores de toros.
«Desde el punto de vista mediático, la tauromaquia está en la marginalidad y hay pocas conexiones entre el mundo civil y el mundo de los toros. Nos estamos convirtiendo en una minoría perseguida»
Hablaron sobre la historia del toreo, sobre los matadores que han sido referentes en diferentes épocas , sobre los entrenamientos que recomienda a sus poderdantes, sobre la corrección política y los complejos que avergüenzan a muchos taurinos dentro de la sociedad.
Fue Rubén Amón quien sacó a colación de esto último diferentes reflexiones que hace en su libro ‘El fin de la fiesta: por qué la tauromaquia es un escándalo…y hay que salvarla’: «Desde el punto de vista mediático, la tauromaquia está en la marginalidad y hay pocas conexiones entre el mundo civil y el mundo de los toros. Nos estamos convirtiendo en una minoría perseguida. Me molesta que muchos colegas de la profesión escondan su afición a los toros para no ser perseguidos. Yo reivindico el activismo taurino y hablo con total descaro. Cada vez que hablamos de la tauromaquia lo hacemos pidiendo perdón o dando excusas. No voy a pactar con la sociedad. Tenemos un héroe de verdad, que en este caso es Curro Vázquez, pero la sociedad actual hace héroe a uno que salva un gato de una cornisa».
Cayetano, Aguado y Ginés
A Curro Vázquez le fueron preguntando entre José Enrique Moreno y Rubén Amón por diferentes toreros e historias vividas. Mencionó el capote de Rafael de Paula como «el mejor» que ha visto: «La composición y estética de Paula era única, era la perfección del toreo». Y citó a Pepe Luis Vázquez y Manolete como los dos toreros a los que le hubiera gustado conocer y ver torear. Del monstruo cordobés dijo que era el ídolo de todos a los que le había preguntado. Actualmente apodera a su sobrino Cayetano Rivera Ordóñez, a Pablo Aguado y a Ginés Marín. Reivindicó para ellos, como para el resto, el entrenamiento clásico que tanto le habían transmitido sus mayores: «Cuando me metía con Antoñete en el campo nos entrenábamos hablando de toros. Los silencios y la soledad son muy buenos para pensar. Hoy los toreros se cuidan en lo físico y en las comidas más que antes, pero hablando se enriquece uno más». «Yo les exijo que estén preparados porque eso da valor y seguridad. Pero sería imposible que le dijera a un torero que hay que arrimarse, porque es una frase que me parece desagradable. Y menos eso de que ‘hay que jugarse la vida’».
Se le preguntó, como mentor de Pablo Aguado, por el viraje en el gusto del público. Un regreso al clasicismo que Curro Vázquez describió así: «Los toreros se estaban arrimando como nunca, pero han salido Morante, Urdiales, Pablo Aguado y Juan Ortega por el mismo palo, por la línea de torear clásico, puro y con clase».
Por su parte, Amón recordó cómo una defensa de la afición sevillana le provocó «una revuelta» del crítico Tendido 7 de Madrid: «Dije que cuanto más venía a Sevilla menos me sentía de Las Ventas. Esa fidelidad provocó que me sacaran una sábana que decía: ‘Ruben Amón fuera de Las Ventas’. Después de aquello le mandé un mensaje a ‘El Juli‘ para decirle que yo también era figura», dijo entre bromas, comparando la beligerancia con que el público trataba a ambos.
Publicado en ABC Sevilla
