Feria de San Isidro: ¿Me aplaudirían a mí?

Por Antonio Lorca.

Finalizado el paseíllo, la plaza entera irrumpe en una atronadora ovación; tras unos instantes de titubeo, aparece por el burladero Alejandro Talavante (”será para mí, que llevo retirado de esto desde octubre de 2018″), y en el tercio agradece ceremoniosamente la bienvenida. Talavante se encierra, pero la ovación continúa con el mismo ardor. “Sal tú, Juan (Ortega), que será para ti”. “Pero si yo…”. Y el torero sevillano saluda a la afición. Pero hete aquí que arrecian los aplausos. ¿Y ahora para quién? “Estas palmas serán para Álvaro”, que no es otro que el sobresaliente, el torero que tuvo que matar cinco toros el Domingo de Resurrección por el grave percance de Emilio de Justo.

Y con cierto pudor, Álvaro de la Calle salió del burladero (la plaza era ya un hervidero), se acercó a Talavante como para pedirle la venia y recibió el homenaje de una afición agradecida.

Como en los toros no existe la tecnología, nunca se sabrá quién era desde el primer momento el depositario de los aplausos, si Talavante, el sobresaliente o Juan Ortega, pero lo cierto es que se vivieron unos instantes de sentida emoción.

Y ahí, más o menos, terminó la corrida. Y no habían transcurrido ni cuatro minutos desde el comienzo, pero no se volvieron a escuchar ovaciones tan atronadoras en todo el festejo.

Mano a mano entre Talavante y Juan Ortega. ¿A quién se le ocurriría tamaño desmán? ¿Qué sentido tiene enfrentar a dos toreros que nunca han rivalizado en el ruedo, con dos tauromaquias distintas y sin aparente deseo, como después se comprobó, de confrontar nada?

Y un detalle inapreciable: este festejo se publicitó como Corrida de la Cultura, pero nadie se acordó de ello, y no se le vio el pelo a ninguna autoridad cultural.

Había expectación, eso sí, por ver a Talavante, que se retiró en octubre de 2018, y durante la pandemia no hizo más que una incursión en Francia. Y como se presumía, tres años de descanso no pasan en balde; tres años sin el contacto con el toro en la plaza pasan factura. Y así, Talavante mantiene sus excelsas cualidades toreras, pero no mostró la facilidad y la seguridad de otros tiempos.

La corrida de Jandilla no sirvió; noble, sosa y muy descastada, pero el deseado Talavante, hierático, vertical, bien plantado, tardó un mundo en entender al tercero de la tarde, al que le cortó una oreja, tras dos tandas finales con la mano derecha, largas, ceñidas y desbordantes de su personalidad.

Exprimió al noble primero sin mayor interés, y pasaportó con rapidez al quinto, uno de los más insulsos de la tarde.

A su lado, Juan Ortega dio la impresión de estar apocado, triste, apagado, como quien no estaba a gusto en tal circunstancia. Sus toros no fueron de triunfo, pero la imagen que transmitió fue preocupante. Un manojo de bellas verónicas en el recibo a su primero, y ahí se acabó su historia. Dio muchos muletazos sin decir nada. Se le vio torpe ante el muy soso primero; inseguro y poco confiado y corta la ambición con el cuarto, y desalentado ante el sexto. Además, escuchó unas leves protestas que deben hacerle reflexionar.

Aptitud le sobra, pero, a veces, no le acompaña la actitud; parece conformista, y ese no el mejor camino para el triunfo.

Al menos, escuchó una ovación, la que él saludó tras romperse el paseíllo, aunque tampoco sabrá nunca si era para él o no. Lo que son las cosas…

Por cierto, a Álvaro de la Calle, el sobresaliente, no le dieron cuartelillo y pasó desapercibido. Mejor así, dirá él.

Jandilla/Talavante y Ortega, mano a mano

Toros de Jandilla, bien presentados, mansurrones en líneas generales, sosos, descastados y nobles.

Alejandro Talavante: media atravesada y dos descabellos (palmas); estocada tendida aviso (oreja); estocada tendida y baja (silencio).

Juan Ortega: estocada desprendida (silencio); media estocada (silencio); estocada (silencio).

Plaza de Las Ventas. 13 de mayo. Sexta corrida de la Feria de San Isidro. Lleno de ´no hay billetes’.

Publicado en El País

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