Feria de San Isidro: Bueyes de carreta de Fuente Ymbro, pasados de edad y de kilos.

Por Carlos Ilián.

Veinticuatro horas después de una mansada infumable de Valdefresno nos hemos tragado una bueyada de carreta de Fuente Ymbro, una corrida rozando los seis años, pasadísima de kilos y sin un gramo de casta para mover esa carrocería con otro mecanismo distinto a moverse por ahí, a embestir con la cara por las nubes y entre derrotes, cuando no huyendo de su sombra sin que faltara el inválido de turno, el tercero, que asombrosamente no fue devuelto a los corrales.

Con este género la exigencia para salir airoso era máxima. En ese nivel no se encontró a gusto un Diego Urdiales que brujuleó ante la embestida entre derrotes de su primero al que mató de un horroroso metisaca en los bajos. El cuarto exigió todavía mucho más a Diego, el toro gazapeaba y derrotaba, además de desparramar la vista. No era cuestión de grandezas pero si de oficio y Urdiales anduvo derrotado,en un intento de pegar pases cuando en realidad se trataba de vencer al manso por bajo y matarlo arriba, a la vieja usanza. Ni una cosa ni la otra. 

A Roca Rey se le atragantó el mal estilo del segundo, los muletazos nacían de una pésima colocación y luego abusaba del pico. Abrevió el peruano, algo muy raro en un torero que exprime hasta el limite las embestidas. Sin embargo el quinto, un manso con querencia a tablas, le permitió, casi en la puerta de chiqueros, y aprovechando esa querencia hacia dentro del toro, una serie de muletazos muy desiguales por el pitón derecho condimentados con desplantes, algún pase cambiado, la arrucina de turno y las inefables bernardinas que a un público a favor de obra le encandilaron. Faena barata y populista que dejó en nada con dos pinchazos y un espadazo caído.

A Ginés Marín la gente le obligó a saludar después del paseillo como homenaje a su gesto de salir a torear solo diez días después de resultar herido de consideración en esta misma plaza. Un gesto de torero y un gesto merecedor de mucho más que esos dos bueyes que tuvo delante. Su primer toro era un inválido absoluto y el que cerraba la corrida se defendía clamorosamente en embestidas por encima del estaquillador y sin emplearse nunca. Marin hizo un esfuerzo enorme en sus circunstancias físicas sin otra recompensa que el reconocimiento del público.

Plaza de Madrid. Decimoctava corrida. Lleno. Toros de Fuente Ymbro (3), tan serios como pasados de edad, de kilos y descastados. Diego Urdiales (4), de verde esperanza y oro. Metisaca en los bajos (silencio). Metisaca, media estocada caída y descabello (silencio). Roca Rey (6), de azul nche y oro. Estocada desprendida (palmas). Dos pinchazos y estocada desprendida. Un aviso (saludos). Ginés Marín (5), de burdeos y oro. Estocada desprendida (silencio). Estocada trasera. Un aviso (palmas).

El cartel de hoy: Toros de Juan Pedro Domecq para Morante de la Puebla, Juan Ortega y Pablo Aguado.

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