¡Manolo, Manolo y ya! Aniversario Luctuoso.

De SOL y SOMBRA.

Un día como hoy pero de hace 26 años dejó de existir el Maestro Manolo Martínez, fue un 16 de agosto de 1996 a las 13:10 horas en el Green Hospital Scripps de La Jolla, California, a la edad de 50 años a causa de un cáncer de hígado.

Manolo vino a este mundo en Anahuac, Nuevo León, en México un 10 de enero del año de 1946. Un ocho de octubre de 1961 se vistió por primera vez de luces en Monterrey, Nuevo León, y siendo la última vez que lo hizo un 4 de marzo de 1990, en la Plaza México alternando con Jorge Gutiérrez, lidiando al toro Limonero de la ganadería de La Gloria.

Como novillero actuó en 34 novilladas, lidió 73 novillos, se le concedieron 15 orejas, 3 rabos y 1 pata.

Como matador de alternativa actuó en 1.344 corridas, lidió 2.943 toros, se le concedieron 1.500 orejas, 189 rabos y 3 patas.

Manolo Martínez, ha sido, sin lugar a dudas, uno de los toreros mexicanos más importantes que ha habido en la segunda mitad del siglo XX.

Torero de gran personalidad y arte único, fue, puede decirse, el último auténtico MANDON DEL TOREO en México.

Aún esta latente el grito de ¡¡Manolo, Manolo y ya!! como en aquellas tardes de gloria de Manolo Martínez.

A 26 años de su llorada pero no olvidada ausencia, hacemos este breve recuerdo a uno de los toreros mexicanos de mayor impacto del siglo XX: El Milagro de Monterrey, Manolo Martínez.

MANOLO MARTÍNEZ POR FRANCISCO LAZO

AMIGOS, un suceso que conmovió profundamente a los grandes públicos del mundo del espectáculo taurino tuvo lugar un 14 agosto pero del año 1969 en la plaza de toros de San Sebastián, España, cuando la gran figura del toreo mexicano y universal Manolo Martínez Ancira alcanzó un gran triunfo artístico que venía a satisfacer el deseo que había por verle realizar una de sus magníficas faenas.

Manolo entusiasmó a un público que desde un principio le estimuló con su aplauso deseando ver de lo que era capaz de hacer el ya entonces llamado «Mexicano de Oro», el torero más distinguido que conmovía a las concurrencias del mundo del toro. Manolo se enfrentó esa tarde a un toro de la ganadería de D. Antonio Pérez, astado que fue el mejor del encierro que en general resultó una catástrofe.

Manolo, con gran sapiencia torera supo aprovechar lo mejor que tenía ese astado, dominándolo con soberbios derechazos y naturales, «largos, de mucha hondura, templadísimos y luego los de pecho para abrochar las series sacando el engaño por la penca del rabo», así narró en parte la brillante faena el corresponsal del Redondel de México en España, Roberto Liborio Gómez, critica que enriqueció aun más la admiración con que se hablaba del toreo del regiomontano. Luego de realizarle una faena prolongada y variada con suertes conocidas y las que brotaban de su inspiración, mató al bravo astado de pinchazo en lo alto y media estocada en buen sitió que fue suficiente para tumbarlo.

Y cuando todos esperaban que se le otorgarían los máximos trofeos a Manolo, «el presidente» como le llaman allá al juez de plaza, únicamente le otorgó una oreja haciendo oídos sordos a la petición unánime de la asistencia. Pero el público, como siempre, justiciero, le pidió al gran torero mexicano que diera dos vueltas triunfales al ruedo bajo sonoras aclamaciones.

Sabido es que en aquella ocasión Manolo fue a la Península Ibérica en el mes de junio para cumplir con un contrato de alrededor de 100 festejos y únicamente toreó 48, pues sufrió dos serias cornadas, aunque eso mismo le dio un crédito mayor, pues decían que para triunfar como Manolo había que andarle al toro a la distancia en que él lo hacía.

La frase era muy significativa pero inexplicablemente no se le dio la importancia que merecía aquí en su país, aunque de todas formas allá creció mucho «El Mexicano de Oro». Al año siguiente que regresó a España las cosas ya habían cambiado notoriamente, pues su fama era universal, pero cuando iba a confirmar su alternativa en Madrid el 22 de mayo, surgió una serie de contratiempos, ya que de un momento a otro cambiaron a los diestros que estaban anunciados para ratificarle su doctorado.

Aun así, la ceremonia se llevó a cabo pero estando en el cartel Santiago Martín «El Viti» como padrino y Sebastián Palomo «Linares» de testigo, con toros de D. Baltazar Ibán. De mal talante acabó Manolo aceptando aquel cartel que no estaba anunciado en un principio donde aparecía Paco Camino y otro torero que regresaba a los ruedos.

Acabando la corrida tomó un avión y regresó a México para continuar con su exitosa temporada hasta los años de 1982, cuando se retiró por primera vez de los ruedos, no sin antes regresar a España para cumplir con algunos contratos muy seleccionados, entre ellos un mano a mano con el mismo Paco Camino. Falleció un jueves 16 de agosto de 1996, pero su recuerdo, su carácter y calidad de torero está vigente.

INOLVIDABLE DESPEDIDA

Texto: Enrique Guarner. Ilustraciones: Jean Oucasse

Con la retirada de Manolo Martínez desaparece una figura cumbre de la tauromaquia mexicana.

Este torero de Monterrey destacó sobremanera en el periodo que abarca de 1965 hasta 1982, años pródigos en buenos diestros como fueron: Joselito Huerta, Paco Camino, Diego Puerta, «El Viti», «El Cordobés», Paquirri, Eloy Cavazos, Curro Rivera, «Niño de la Capea», Miguel Espinosa, para no citar más que aquellos que dejaron profunda huella.

Bastan estos nombres para darle a los triunfos de Manolo, el realce que es de justicia reconocerle. No porque con estos toreros alternara y les inflingiera derrota (en el arte del toreo no existen vencedores y vencidos); sino porque ál lado de ellos conquistó Martínez un puesto relevante en la historia del toreo.

Sin embargo, no se puede afirmar que el trayecto haya sido fácil y que el del Cerro de la Silla no tuviera que luchar denodadamente. Como todos los que sobresalen e imponen su personalidad, Manolo fue discutido y despertó controversia. Nosotros nos preguntamos con frecuencia : ¿No es un infeliz el artista ai que no se le ataca? Por ello Manolo no dejó de sufrir los embates que solo se reservan a los privilegiados.

Naturalmente que esas polémicas nacían del estilo del reinero que frecuentemente carecía de pureza y clasicismo. Seguramente que no ha sido Martínez quien de manera más irreprochable, haya ejecutado las suertes del toreo.

Por ello han existido otros diestros que lo han superado en cuanto a perfección técnica y aún en el terreno estético; pero es difícil pensar que en su época hubiera algún alternante en México que lograra arrancar ovaciones o rechiflas tan estruendosas como Manolo.

La fiesta de los toros despierta enormes pasiones a las que somos arrastrados todos. Resulta por ello difícil no tomar partido al emitir un juicio y conceptuar a un torero. Manolo Martínez fue capaz, a lo largo de diez y siete años, de mantener discusiones sin límite entre aquellos que eran sus partidarios y los grupos de sus enemigos.

Estos arrebatos y fanatismos llevaban por base la personalidad del diestro y ayer, ante su retirada, podemos decir que tenían razón las dos partes.

Sin embargo debo añadir y aquí no cabe la discusión que el de Monterrey fue quien con más facilidad toreó al burel de media sangre que solamente existe en México. En otras palabras, con el astado demasiado joven y sin la edad necesaria, que embestía suave, franco y boyante, Manolo resultó insuperable. Distinto fue el panorama en España y en algunos países de Sudamérica, donde estos animales escasean y el espada tiene que enfrentarse al verdadero toro con procedimientos defensivos.

El fracaso allí de numerosos toreros mexicanos, se debe a su desconcierto ante la fuerte embestida de su rival. Con el burel de edad, trapío y resabiado, Manolo Martínez mostró carencia de recursos y de dominio. Por ello internacionalmente fue mucho menos de lo que quieren sus partidarios.

La retirada de este gran torero mexicano será sólo perjudicial en cuanto a la pasión que significaba en la fiesta y deberán pasar algunos años para que ésta vuelva a desbordarse otra vez.

Elogiamos a Manolo porque mantuvo su jerarquía a lo largo de diez y siete años y logró mostrarse orgulloso de poseerla.

MANOLO MARTINEZ EN EL CAMPO ESPAÑOL

Por Luis Cuesta para De SOL y SOMBRA.

Manolo Martínez llego a España consagrado en su tierra, tan solo aterrizo quiso entrenarse en dos ganaderías andaluzas, para irle tomando el ritmo a la embestida del toro español.

Al igual que el célebre Rodolfo Gaona, que a principios del siglo XX, había estado en Jerez una larga temporada, Manolo Martínez se fue a entrenar en la finca de ‘Los Alburejos’ de don Álvaro Domecq y Díez.

Manolo paso varios días en ‘Los Alburejos’, estos entrenamientos proseguirían, posteriormente, en la hacienda ‘El Toruño’, propiedad de la familia Guardiola.

Ahi se sometio a un intenso entrenamiento, encerrado en la plaza de tientas con varios bureles del encaste de Villamarta.

Debutó en España, en la plaza de Toledo, el 5 de junio de 1969, alternando con Antonio Ordóñez y Paco Camino, consiguiendo cortar dos orejas a un toro de la ganadería de Cunhal Patricio.

En total torearía esa temporada, en España, cuarenta y ocho corridas de toros de las cien que tenia firmadas y que no pudo cumplir, ya que resulto cogido en tres ocasiones en los cosos de Bilbao, Murcia y Cáceres.

En España contrario a lo que muchos detractores cuentan y escriben, Manolo tuvo éxito, sin embargo su carácter quizás provocó que sus triunfos se vieran afectados por algunos tropiezos que provocarian un fuerte disgusto con el empresario de Las Ventas, Manuel Martínez Flamarique ‘Chopera’.

Su gran amigo, el poeta Renato Leduc recuerda que fuera de Madrid en el resto de España le declararon la guerra.

“Le cambiaban los encierros de ultimo momento, lo atacaban por despacharlos pronto, y en el colmo de la estupidez en alguna ocasión las autoridades le pidieron sus documentos en el patio de cuadrillas de una plaza: “Pues si quieren ver los cabrones papeles espere a que termine, porque aquí ni modo que los traiga escondidos debajo de los huevos” les dijo a los inspectores.

Finalmente confirmo su alternativa en Madrid el 22 de mayo de 1970 de manos de “El Viti“, cortando una oreja. Terminando la corrida tomó un avión sin escalas a México. Unicamente regresaría a España en años posteriores para actuar en algunos compromisos muy seleccionados.

La afición mexicana todavía lo recuerda con nostalgia e idolatría, al grado que en algunas tardes en su Plaza, La México, se rompe el silencio con un eco que parece venir del pasado: ¡Manolo, Manolo y ya!

Esa porra tan clásica y tan chilanga que su afición le dedico a su ultimo gran ídolo nacional y que aun retumba en muchos corazones.

Es lo que digo yo.

Twitter @LuisCuesta_

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