Sonrojante historia de un intento de atropello taurino en la pasada feria de Jaén.

Por Antonio Lorca.

El pasado 7 de septiembre, el patio de caballos de la plaza de toros de Jaén fue el escenario elegido por la empresa Tauroemoción para la presentación de la feria taurina. Allí, en presencia de numerosos aficionados, medios de comunicación y autoridades municipales, se dio a conocer el contenido de un ciclo compuesto por una corrida de toros, un espectáculo de rejoneo, una novillada sin picadores y un festejo cómico taurino.

El empresario Alberto García se sintió especialmente satisfecho por lo que él mismo calificó como “el gran acontecimiento del año”: un cartel para el 15 de octubre, compuesto por Morante de la Puebla, Alejandro Talavante y Emilio de Justo, que lidiarían toros de seis ganaderías y encastes diferentes.

El acto transcurrió en un ambiente cordial y festivo, en el que abundaron las felicitaciones y los buenos presagios, como es habitual en estos casos, pero muy pocos asistentes se vieron sorprendidos por un detalle: las tres figuras del cartel estrella se anunciaban con sus respectivos lotes de toros asignados a su conveniencia (Juan Pedro Domecq y Francisco Galache para Morante; Garcigrande y Pallarés, para Talavante, y Victorino Martín y Daniel Ruiz, para De Justo), al margen del preceptivo sorteo de las reses que establecen los reglamentos taurinos.

Uno de los extrañados fue Lope Morales, presidente de la plaza de toros de Jaén ―funcionario de empleo de la Junta de Andalucía, presidente de la Federación Taurina de Jaén y un aficionado erudito y comprometido―, quien relata a este blog lo sucedido desde aquel 7 de septiembre hasta la fecha de la celebración del festejo, y asegura que lo hace con el único deseo de que no vuelvan a repetirse situaciones irregulares como la vivida en su calidad de máxima autoridad de esa corrida.

“En ese mismo acto, me acerqué al empresario”, cuenta Morales, “y antes de que pudiera decir nada, me espetó: ‘¿Te gustará el cartel?’. Sí, claro, le respondí, pero hay un problema. Y me dijo: ‘Ya, pero hoy es un día de celebración, además, no se va a hacer sorteo; vamos, si quieres hacemos un paripé y ya está”.

Minutos más tarde, el presidente pudo comprobar la seguridad de García cuando este fue interpelado sobre el mismo tema por el crítico José Luis Marín Weil para el programa taurino del canal 7 TV. García respondió textualmente lo siguiente: “Cada torero va a lidiar dos toros de dos ganaderías diferentes y, obviamente, no se va a sortear. Hombre, si queremos un paripé y hacer un sorteo fraudulento por tema del encorsetamiento del reglamento, que creo que no es necesario, se podría hacer. Pero, no, mejor ser transparente, que creo que es como hay que ser, y cada uno va a lidiar esas dos ganaderías en concreto, que son las que creemos que mejor le vienen al toreo de cada uno. Ahí es donde está la grandeza del toreo”.

Al día siguiente, Morales escribe al delegado del Gobierno de la Junta en la provincia, le cuenta lo sucedido y consulta si ese cartel está autorizado o se va a autorizar, desde el convencimiento de la vigencia del artículo 41 del Reglamento Taurino de Andalucía, que obliga a la celebración del sorteo en todos los festejos, a excepción de las corridas concursos, en las que se permite la lidia por orden de antigüedad de los hierros.

La polémica salta a la opinión pública, y siete peñas taurinas de la provincia emiten un comunicado en el que valoran positivamente “el gran trabajo realizado por la actual empresa”, y solicitan el amparo de la Consejería de Presidencia e Interior “para que se impida la celebración” del espectáculo, salvo que se realice el sorteo reglamentario.

En el mismo tono se expresa la Asociación Nacional de Presidentes de Plazas de Toros de España (Anpte) “para proteger los derechos de los espectadores e impedir la anunciada infracción reglamentaria”.

Pasan los días, la Delegación del Gobierno no contesta a la consulta del presidente, y es el empresario el que comenta a Morales su certeza de que el asunto está consensuado, que las gestiones de sus asesores jurídicos darán resultado y que el festejo se celebrará según habían previsto la empresa y los toreros.

El presidente vuelve a escribir al representante del Gobierno andaluz mientras el cartel ya está en la calle y ha comenzado la venta de entrada de un festejo que, a juicio de Morales, era ilegal.

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La autoridad provincial no contesta a la inquietud del presidente, quien un día antes de la fecha prevista del festejo conoce por el delegado gubernativo de su equipo, Francisco Rodríguez Vidoy ―a quien Morales define como un referente de profesionalidad, fundamental en este proceso― que la Junta, finalmente, obliga a la realización del sorteo.

Cuando Alberto García, el empresario, conoce la decisión de la Junta, hace unas curiosas declaraciones a la web aplausos.es, en las que afirma: “Hemos convencido a los toreros y se va a sortear; les he pedido el favor de que, después del ambiente que se ha generado, aceptaran sortear en vez de cambiar la ganadería, que podría provocarnos un lío para la empresa por las devoluciones, y se hubiera generado un mal ambiente”.

Pero el asunto no había terminado. Cuenta Morales que en la mañana del reconocimiento final de las reses, las cuadrillas deciden los lotes ―los mismos que ya figuraba en el cartel: tres bolitas de papel con los nombres de Juan Pedro Domecq y Francisco Galache, Garcigrande y Pallarés, y Victorino Martín y Daniel Ruiz―.

La cuadrilla de Morante tiene la suerte de sacar el lote que ya había elegido previamente, pero no ocurre así con Talavante y Emilio de Justo, a los que el azar les designa los lotes cambiados.

Finalizado el proceso del reparto y habida cuenta de que el resultado no coincidía con el previsto por la empresa y los toreros, las cuadrillas y el empresario solicitan una reunión con el presidente y el delegado gubernativo.

“Y argumentan”, continúa Morales, “que como el Reglamento no dice nada al respecto, Talavante y De Justo habían decidido cambiarse los lotes. Y les contestamos que esa solución era inviable, y que, si la aceptábamos, el sorteo carecería, entonces, de todo sentido. Insistimos en que nuestra decisión final era que los toros saldrían en el orden establecido y así se hizo”.

“No quiero polémica ni protagonismo alguno, pero sí denunciar una situación que nunca se debió plantear”, termina el presidente, quien reconoce que se ha sentido desamparado por el órgano que lo nombró ―la Delegación del Gobierno―, que no contestó a sus consultas y permitió que, durante un mes, se vendieran entradas para un espectáculo que no fue autorizado tal y como rezaba en el cartel.

La corrida se celebró de acuerdo con el resultado final del sorteo: Emilio de Justo salió a hombros tras cortar las dos orejas a un ejemplar de Garcigrande y fue aplaudido en el de Pallarés; Talavante fue ovacionado tras la lidia del toro de Daniel Ruiz y silenciado en el de Victorino, y Morante se enfrentó a un deslucido lote de Galache y Juan Pedro.

Conclusión: solo la firmeza del presidente y el delegado gubernativo de la plaza de toros de Jaén impidió que el sector taurino infligiese una flagrante ilegalidad en la pasada feria de Jaén.

Publicado en EL PAIS

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