Olé, el libro, un homenaje al toreo Por Heriberto Murrieta.

La noche del jueves pasado presenté en la Casa de Piedra de León el libro Olé, una obra extraordinaria impulsada por el aficionado leonés David González “Chefus”, el comentarista Rafael Cué y el fotógrafo Joaquín Arjona.

Primero el olé es como un rumor, como un bramido que sale de la entraña de la tierra, y luego sube de volumen, enchina la piel y hace retumbar la plaza. El torero lo escucha, se estremece y se crece. La forma cónica del coso le da una acústica especial y amplifica y magnifica aquel grito estentóreo. Es la fuerza exorbitante del sonido de la emoción. Interjección cargada de electricidad, la forma verbal de expresar un sentimiento.

Las extraordinarias fotografías de Arjona iluminan las 255 páginas de este trabajo único. Los tonos azulados, verdosos, rojizos, amarillentos o grisáceos están perfectamente registrados, en el entendido de que grandes fotos se pueden echar a perder con una mala impresión. En este caso, la impresión es perfecta. Se nota que hubo un esmerado cuidado de cada pliego, de cada milímetro de papel imprimible. Joaquín es el continuador de una dinastía de fotógrafos con arte y prosapia. Precisión y sensibilidad se conjuntan en él para captar al toro en el campo, bajo el sol de justicia del mediodía, y para eternizar el momento medular de las suertes. Sus fotos realzan la belleza del toreo, como también lo hacen las pinturas del soberbio pintor colombiano Diego Ramos.

Imágenes casi desprovistas de sangre, por aquello del entendible espanto de algunas sensibilidades, pero que no pretenden negar del todo las rojas manchas, tremendamente reales y rotundamente inevitables en el espectáculo que Blasco Ibáñez llamara de “sangre y arena”. A propósito de la sangre: ni vamos a la plaza a verla brotar ni el toreo es una actividad sanguinaria ni la corrida significa maltrato animal ni el aficionado es sádico ni el torero es cruel con la fiera astada ni los niños que asisten a las corridas son unos violentos en potencia.

Olé es, en suma, un homenaje al toreo justo cuando más arremetidas recibe, ataques viscerales que casi siempre provienen de la perfidia del oportunismo político y la desinformación de quienes buscan equivocadamente humanizar a los animales.

Publicado en meridiano.mx

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