«El grabado del minotauro es una autobiografía de Picasso»

Por Pablo Marinetto.

Que el toro, como las palomas, es un elemento fundamental en la obra de Picasso es un hecho que ocupa páginas y páginas de documentos, estudios, libros y comentarios de expertos sobre el genial pintor malagueño. Pero la conexión era mucho más profunda. No solo se veía a sí mismo reflejado en el toro como símbolo, sino que significaba, junto a las corridas, un vínculo permanente con una España a la que no pudo volver.

Una de las creaciones fundamentales para entender esto es el grabado de El Minotauro, según Andrés Amorós, que asegura que la obra es prácticamente una «autobiografía» del artista, que se consideraba a sí mismo mitad hombre, mitad toro. El catedrático de Literatura Española y durante años crítico taurino de ABC, imparte este miércoles 1 de marzo a las 19.00 horas en el Palacio de la Aduana de Málaga la conferencia ‘Picasso y los toros’ con motivo de su toma de posesión como académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo.

«Se identificaba absolutamente con esto», explica, «el toro aparece en ‘El Rapto de Europa’, con su mujer Marie-Thérèse vestida de torera y donde es un símbolo del torero muerto. Pero el toro está también en el Guernica y en el propio Minotauro. Según Amorós, Picasso volcó en este último sus contradicciones, como la culpabilidad por ser el causante del daño a la persona que más quería, sus amores y su convulsa relación con las mujeres.

«No conozco ningún artista, pintor o escritor que haya llegado a una identificación tan radical», sostiene, encuentra en el toro un «símbolo del hombre que, por un lado, está condenado a la muerte y al destino trágico, pero que a la vez está condenado al amor, para bien y para mal».

Para el catedrático, extraordinario conocedor de la tauromaquia y de la figura y obra del pintor malagueño, la fiesta le ayudaba a anclar los recuerdos de su patria, por eso en su etapa más madura, cuando residía en la Costa Azul aumentó su asistencia a las corridas de toros. «Para él, ir a los toros era clarísimamente un vínculo con España. La nostalgia de un exiliado», explica Amorós, antes de recordar que el artista nunca quiso renunciar a su nacionalidad española.

Durante su conferencia, que coincide con la celebración del quincuagésimo aniversario de la muerte del pintor, abordará su biografía a través de su fascinación por el tema taurino, del que se ocupó a lo largo de toda su vida. «En todos los estilos y técnicas; del dibujo, a la pintura, el grabado o la escultura».

Debido a la estrecha relación de su padre con el torero Luis Miguel Dominguín, amigo del artista, Amorós ha tenido acceso a diversas historias y anécdotas, como los intentos del torero por convencer a Franco de que dejara entrar a Picasso a España o el libro que escribieron juntos y que sería fundamental después para hacer la película ‘Le Mystère Picasso’.

«Picasso también cubrió la arquitectura»

«El detalle un poco más nuevo que aporto tiene que ver con la inquietud de Luis Miguel. Era un personaje listísimo y siempre quiso modernizar la tauromaquia», subraya el experto, que le atribuye el logro de haber conseguido para la tauromaquia una proyección internacional que no había tenido hasta el momento.

Asegura que intentó que hubiera corridas de toros en Moscú, en Roma sin éxito, pero logró hacerlas en Belgrado y fue el precursor de un modelo de plaza de toros moderna en la que Picasso se involucró. Según el catedrático, hicieron un proyecto de plaza cuyos planos se custodian en el Colegio de Arquitectos de Cataluña.

«Cada una de las páginas está firmada por Picasso, Luis Miguel y un arquitecto catalán que hacía la parte técnica. Y es muy curioso ver lo que se inventan: una plaza moderna, pero basada a la vez en los anfiteatros romanos. Con una cubierta móvil e incluso calefacción en los ladrillos», detalla.

En un principio, plantearon que Picasso contara en ella con una especie de museo taurino, pero luego decidieron, como en los anfiteatros romanos o en el Coliseo, fijarse en los altos relieves. En ese sentido, -cuenta Amorós- optaron por que la gran bóveda contara con grandes planchas de cerámica diseñadas por Picasso, con los grandes toreros de la historia. «Esto es algo bastante curioso, porque toda la vida se ha dicho que Picasso cubría todas las artes: dibujo, pintura, escultura…Todo menos la arquitectura, pero esto demuestra que también».

Publicado en ABC Sevilla.

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