Agua, Lavanda y Oro. – Segunda Novillada– Angelino de Arriaga a hombros.

En medio de un ambiente de grises tonos, de nubes cárdenas e indecisión, el fulgurante toreo de Joaquín Angelino de Arriaga, venció y convenció a novillos y público que lo izó en hombros en entregado epílogo a una novillada que cerca estuvo del borde del cadalso del aburrimiento.

Por: Luis Eduardo Maya Lora.

Se conjunta en la Plaza México un cartel interesantísimo, lo alcanzamos a consignar en nuestro “Radar Taurino”. Cuando la Monumental pone orden, marca directrices y logra presentar una terna tan interesante como la de ayer. La prueba es que pese al clima, la entrada de la inauguración se ve leve pero superada.

Paseíllo bajo la fuerte lluvia, minuto de silencio y labor efectiva de los heróicos monosabios dilatan, como ese sentido y largo toque de toriles, la aparición del primero de los garfeños. Tan solo unos minutos.

El encierro de Marco Garfias, disparejo en trapío, alguno en la raya de ser o no propio para La México, trae consigo un novillo de oro que es el que abre Plaza. Su claro y largo tranco, rebosante en los viajes al capote y con disposición a crecerse el castigo, levanta esperanzas no obstante el piso de la Monumental vive, bajo la lluvia, su momento más crítico.

Sin estridencias en sus astas y tamaño, “Peregrino” número 44, rompe el capote a Salvador López cuando le intenta parar y toma luego con claridad el quite por chicuelinas. Su embestida es alegre y tiene fijeza. Sufren las cuadrillas con el miedo y con el piso, sin que tal cosa resienta el garfeño al que adecuadamente pasa la autoridad con dos pares.

López lo intenta sincero con la muleta en la derecha. “Peregrino” no da tiempo alguno de plantear el encuentro en otro terreno distinto a los medios a donde se arranca y donde parece sorprender a Salvador que le pega muchos pases, algunos con mando, otros enganchados. El novillo rebosa y se templa por el lado derecho e incluso se arranca precioso de largo. También con largueza se desplaza por el izquierdo pero el pase no es lo rotundo que se requiere para lucir y con ello la faena se queda corta.

A lo Ricardo Palmerín, los “nectarios perfumados” de la embestida del novillo, siempre en los medios y sin acusar el estado del piso, pedía más fantasía y belleza, no la psicodelia del circurret y sobre todo un concepto más claro de toreo fundamental, ahí es donde los toros acaban entregados. Parece el novillero apuntar sin disparar todavía. Una estocada baja pone fin a “Peregrino”, que es también “encendido de arrebol” pero que no alumbró lo suficiente el entendimiento de Jorge Ramos para decretarle homenaje.

En tarde desigual, Garza Gaona, pese a su todavía falta de soltura, luce en recortes y en el quite por chicuelinas ante su primer enemigo. Novillo tardo al que relativamente tarde descubre terreno y distancia. Hay dos tandas apreciables por el empaque y la personalidad pero su cite de muleta retrasada y lo corto de su muletazo, muestran que al momento de ligar embarulla o queda de pronto a merced, sobre todo en los remates.

El novillo, afortunadamente noble para él, perdona en varias ocasiones. No obstante, hay un molinete magnífico y un recorte sobre la marcha, digno y torero. Pero en faenas así, más si se pincha, los toreros se quedan cortos como le ocurre con el quinto, el manso novillo que salta al callejón.

Mata mal Garza y alarga demasiado el tedio con un novillo sin sustancia al que enfrenta físicamente aturdido tras el volteretón innecesario en su intento de quite al cuarto. Atención, quitar a un toro no equivale solo a trazar un quite artístico. Revisemos. Cuando el tercio de varas ha llegado a ser “tercio de quites” la intervención de los toreros, tras observar la lidia del toro, no solo es lucir en los medios. Quitar es retirar del caballo como David Liceaga hacía, rematando al paso los toros difíciles. Sin más, no solo “luciendo”.

Antes, con el cuarto Salvador López sufre igual en los quites, compartiendo el sufrimiento de la voltereta de Garza Gaona, que en la muleta. El novillo, ya sin las excelencias del primero, fuerte y listo a mala idea, le hace correr en las gaoneras y padecer desarmes, enganchones y voltereta en el último tercio luego de no imponerse de inicio por bajo. Coba le da y cerca queda del susto. Otra estocada baja firma una tarde muy complicada, de muchos gritos y poco toreo.

Para la salida del tercero la Plaza México está ávida por renovar votos taurinos. El sentimiento y el inmenso deseo de ser siempre prevalecen en los grandes toreros tlaxcaltecas. Con el capote Angelino de Arriaga comienza con corrección fijando a pies juntos y quitando vertical por chicuelinas en respuesta a la intervención del primer espada, técnicamente adecuado. Sin embargo, aún queda lo mejor.

En los medios comenzó Joaquín a correr la mano pese a la protesta del novillo en el último tiempo. A cada muletazo, la mano baja y el trazo largo del muletazo, hacen que el garfeño acabe en donde inicialmente se resistía a ir. Entonces Angelino lleva las cosas a más porque en el último muletazo queda colocado espléndidamente para abrochar la tanda primero por arriba y en la siguiente con un trincherazo de asombro.

Pena ha sido que después tome los cuartos traseros  de “Tunero”. No obstante, Joaquín retoma el vibrante camino de la emoción en nueva tanda derechista y unos doblones magníficos que encandilan lo suficiente para no diluir, con el decepcionante pitón izquierdo del novillo y el pinchazo en todo lo alto, la petición de oreja que es bien ganada.

Antes de salir el sexto, la expectación está plenamente servida. Será con un punteño de nombre “Campeón”. Estrecho, astisucio, zancudo, destragado,

cárdeno nevado y sin exageraciones de tamaño. Comienza con cosas raras cerca de tablas, como rasgar e irse a toriles. Ahí Luis Castañeda le sale con dos capotazos a dos manos para correrle de largo y le reciba Angelino.

Primera lección. Sujeta perfecto al novillo en los vuelos del percal. Se resiste “Campéon” y su lidiador da entonces la espalda a los medios. Angelino brega perfecto y cuando la embestida es suya, le recorta genuflexo y poderoso. Viene el olé selecto, ronco y corto, del buen aficionado. Pasado el tercio de banderillas, tras brindis, Joaquín comienza por bajo e impone un mando y un orden tales que dejan al punteño con una fijeza que antes no muestra.

Dejando ya de voltear a la barrera como en su primer turno, Angelino de Arriaga se da a la creación sentida del derechazo genuino y larguísimo, en tono lavanda envuelto. A veces interminable con la Plaza al rojo y el sentimiento fluyendo en el torrente infinito de muletazo superiormente templado. A la carga de nuevo, pese a la tentación del novillo de mirar por encima de la muleta, el derechazo trae consigo una fuerza plástica de alta carga que tras llevar a lo impensado el toreo con la derecha descargó perfumado un derechazo del cual Joaquín salió roto y abandonado. Borrachera absoluta de torear.

Viene la pausa y el regreso a los medios para endilgar tandas más sentidas aún, al compás y al tiempo impuestos por el torero. Ya “Campeón”, tras la lidia otorgada comienza a acentuar su resistencia a tomar mejor el engaño pero la insistencia y la mano derecha impiden la escapatoria tras comenzar con trincherazo hacía arriba y rematar la tanda con trincherilla de sutil aroma.

Al final tras intento con la izquierda donde se impone el torero y donde el toro no rompe, La México observa en absoluto frenesí un espadazo entero al volapié, apenas contrario. Vaya que hay diferencia cuando no caemos en la trampa del indulto. Rigor taurino pone dos orejas en las manos del de Apizaco y deja como flojo el criterio de Jorge Ramos al ordenar ese “arrastre lento”. Primera intervención “ramista” en la Temporada y primer dardo fallido.

Sentado en el estribo, sin fuerza, vacío de sentimientos queda Angelino de Arriaga llorando el triunfo absoluto. El agua del cielo de la tarde gris vuelve la seda malva del aureo terno en líquida lavanda, fragante de torería y plena de fantástica emoción en la creciente de oro de la emocionada salida a hombros hasta el hotel del torero. Como antes.

Dicen que la lluvia es abundancia. Pero este año varios han dicho que pocos toreros hay y que no es necesario dar esta Temporada. Van diez años en que la Plaza México se “equivoca” dando novilladas y es una década de momentos inolvidables a los que se suman hoy, como el de ayer,  “Campéon” de La Punta y Joaquín Angelino. Allá quienes insistan que la laguna está seca.

Al menos ayer se inundó de lavanda.

Twitter:

Texto: @CaballoNegroII

Fotografía: Jorge Prado @ColorJay

Video: @hfilmsdigital

RESUMEN DEL FESTEJO.

Plaza México. Domingo 24 de Julio. Segunda de Temporada de Novilladas 2011. Menos de un cuarto de entrada en tarde nublada y con lluvia al principio de la tarde y poca en el tercero. Viento a partir del cuarto. El Reloj monumental aún sin manecillas funcionó con un minutero improvisado.

6 novillos, 5 de Marco Garfías (Divisa rojo, negro y naranja) Disparejos de presencia, chicos primero y tercer. Destragados, algunos según pancartas con cuatro años. Serio por delante el quinto. Destacó el primero injustamente no homenajeado. 1 de La Punta (Divisa rojo, plomo y oro) Chico y feo de tipo sirvió en la muleta solo por el lado derecho. Injustamente homenajeado con el arrastre lento.

Salvador López (Palo de Rosa y oro) Saludos desde los medios tras petición y Silencio. Lorenzo Garza Gaona (Cajeta y oro) Palmas y división. Angelino de Arriaga, nuevo en esta Plaza (Malva y oro) Oreja y Dos orejas.

Cuadrillas. Saludó Luis Castañeda, no obstante banderilleó a cabeza pasada y se pasó en el tercero. Rafael Romero cayó delante del quinto sin consecuencias, se pasaron también Rubén Ávila y Gilberto Aragón. Banderillearon a la media vuelta “Paquiro” y Fernando García. Bien los picadores en general.

La “Porra Libre, A.C.” entregó antes de la salida del primero el trofeo “Joselillo” a Garza Gaona como triunfador de la Temporada 2010.