En Tlalpan se alivian algunas cuitas se conceden algunas mercedes, entre ellas las del novillo serio. Nuevamente el origen Tlaxcala hace levantar cejas y cruzar los cables del entendimiento taurino y que nos hace volver a preguntarnos qué sería de nuestra Fiesta si regularmente aceptáramos, todos, la regular programación del toro “de Tlaxcala”. Ayer ocurre el día de Nuestra Señora de las Mercedes.

Por: Luis Eduardo Maya Lora.
Será que en Arroyo las cosas pasan demasiado cerca. O que existe, dentro de las pequeñas distancias, el espacio cerrado y los reducidos terrenos, una sensación de atención mayor para el buen aficionado.
Ese traslucido techo que cubre la Plaza sureña coincide con la visión del espectáculo que tiene el asistente a dicho coso, estar o en este caso ver los toros de cerca siempre es mejor. Por ello, ovaciona la concurrencia al novillo que abre plaza, un negro perfecto de rectilíneo lomo y degollado cuello con los perfectos cuatrocientos dos kilos bien repartidos.
Me pregunto cómo ha sido que Rodolfo Vázquez no ha embarcado este ejemplar hace ocho días en el encierro que lidia en la Plaza México, por tipo era ideal haberle lidiado en Insurgentes a menos que disponga otra cosa la categoría y el color de la divisa. Y lo ha sido también por comportamiento.
Al mejor trapío, suele corresponder la mejor bravura.
Las cosas son así, salta en primer lugar y recibe una tremenda ovación, se crece a los dos puyazos y aprieta en banderillas a un joven de nombre Manuel Alejandro. Lógico es que las banderillas otorgan siempre aire a los astados más cuando no se les puede. Eso ocurre y por ello a la muleta llega bravo y exigente.
Un lío se hace el novillero, nada en claro, poca precisión, una falta de técnica y concepto preocupantes. “Jabonero”, resbala con un joven inexperto. Solo al comienzo parece imponerse pero queda todo en espejismo. La única realidad es que el novillo deja al descubierto la emoción y su sangre brava regada por la arena con un honor y una dignidad, que tras la cuita catalana, no tienen algunas personas en el mundo…
Bien Gilberto Ruiz Torres que premia no la nobleza, sino la bravura. Justo el homenaje del arrastre lento y bien por la afición que aplaude con fuerza, entusiasmo y alegría.
Baja el trapío a la salida del segundo de la tarde pero baja por las feas hechuras del enemigo que pone dura prueba a José Mari Macías, de Huamantla. ¿Qué es dar un juego manso? Hacer lo que este, echar para atrás, defenderse y no atacar sino a traición. Se lo juega Sergio González en banderillas que saluda tras dos pares, Diego Martínez procura hacerle romper pero el novillo tira derrotes a modo de desatender el capote, sin casta, sin bravura, con mala cabeza.
¿Que procede? Machetear. Nadie habría protestado. Pero este joven de Huamantla quiere algo más y pese a su falta de experiencia, como entendederas no le faltan, trata de torear pese al riesgo y la dificultad, en redondo y por abajo.
Mucha atención. Macías consigue hacerle volver natural para intentar ligar pero cuando se queda puesta la tela, el novillo queda en evidencia al echar el ancla y desistir. Hasta ahí era el límite de la obligación torera, José Mari fue más allá expuso por detrás en una capetillina que sale de milagro, para la segunda frente a toriles es volteado terriblemente, esto sobra, me quedo con las ganas de verle doblar a un manso. Ovación tras salirse en la suerte suprema.
Bien me dijo un gran aficionado mexicano, “Hoy los toros, hasta en España, se van sin torear. Por eso hacen lo que hacen en la muleta.” Es cierto. Como torear bien con el capote es bastante difícil, los novilleros e incluso algunos toreros de cierto cartel, se dan el lujo de descargar todo en la peonería, “pa´guardar lo bueno, que es la muleta”. Llevamos semanas diciéndolo torear es algo más que “derechazos y naturales”
Por eso el tercero, menos rematado que el primero, pero con una seriedad por delante sumamente importante, pone en predicamento al peruano y modesto Iván Vela. Desastrozo con el capote, al toro nadie le impuso la cabeza abajo como norma por eso, tras nuevo aire en banderillas, llega a la muleta entero y pasando con la cara alta.
Cierto empaque hay en algún derechazo. Cuando abre el compás y la mano juega el serio y cornalón novillo responde bien y por abajo. Pero si la mano se queda muerta y la muñeca no rompe es imposible que haya torero. Una pena. Peor con la espada. Y la pregunta para todos, un toro bravo, necesariamente, ¿Tiene siempre que humillar?
Cierra plaza un novillo cuya única mácula es lo defectuoso del pitón izquierdo, por algo se lidia como novillo. Le recibe, eléctrico y apresurado, Edgar Badillo de Zacatecas. Es aplaudido, lo mismo que en banderillas. Los novillos si no se les torea hacen lo que se les da la gana, por eso la sorpresa de muchos al ver los brincos del manso encastado. Qué diferencia cuando Badillo baja y corre la mano en los medios.
Pero la música, la Marcha “Zacatecas”, se arranca y la faena se detiene. Aún así, ya desde su salida con el caballo lo ha anunciado, el novillo acude desde el comienzo. Por eso tras un lapso molesto para el buen aficionado vuelve con la izquierda, emocionando pero sin rematar el muletazo, sin imponerse. Por eso el novillo llega entero a los pases por alto y afortunadamente para el zacatecano se encuentra con un milagroso espadazo después que le pone una oreja.
A veces los ganaderos o los empresarios, es decir “los dueños del espectáculo” conceden la merced de aportar emoción, aunque tengan demasiados compromisos como lidiar diez novillos en dos semanas en tres plazas repartiendo y enviando “de surtida” a las tres.
Importa sí y preocupa también. Pero cuando el origen de la divisa, la emoción del toro de origen Tlaxcala alivia la cuita del público con la merced de la bravura se recobra el aliento.
Ojalá, sus mercedes, nos las concedan más seguido.
Twitter: @CaballoNegroII.
RESUMEN DEL FESTEJO.
Plaza Antonio Velázquez – Arroyo. Sábado 17 de Septiembre de 2011. Cuarta Novillada de la XXI Temporada. Menos de un cuarto de entrada.
4 novillos, 4 de Rodolfo Vázquez (Divisa Bugambilia y oro) Parejos de hechuras primero y cuarto, menos remate en tercero y segundo, sobre todo este último chicos y terriblemente manso, alimañero. El primero, “Jabonero”, fue justamente homenajeado con el arrastre lento, destacaron en menor medida el tercero y el manso pero noble cuarto con muchas posibilidades en la muleta.
Los novilleros Manuel Alejandro (Corinto y oro) Palmas. Jose Mari (Nazareno y pasamanería blanca) Saludos. Iván Vela (Añil y oro) Ovación. Edgar Badillo (Turquesa y oro) Oreja.
Saludó Sergio González tras banderillear al difícil segundo al igual que Diego Martínez a la brega. César Morales enorme a caballo con el tercero y Erasmo Fernández, el puntillero, atinadísimo y torero toda la tarde.