El Boicot del Miedo.

2013: Joselito Adame.
2013: Joselito Adame.

Por Hector Budar.

Ahora que las relaciones taurinas hispanomexicanas parecería en la superficie que no van tan mal y en relación a los recientes triunfos en la pasada feria de Madrid, asi como a la poca reciprocidad que reciben nuestros toreros mexicanos por aquellas tierras, llega a mi mente aquella malaje historia del “Boicot del Miedo”, como lo llamó en abierta crítica, el fenómeno de Triana: Juan Belmonte.

Coincidiendo con estos meses del año 1936, Marcial Lalanda, figura de la baraja española de aquellos tiempos y Diego Mazquiarán “Fortuna” encabezaron esta agresión en contra de los mexicanos que estaban triunfando tarde a tarde en los cosos iberos, pero con especial dedicatoria al maestro de Saltillo Fermín Espinosa “Armillita”, quien en ese año antes de empezar la campaña, ya tenía por sus grandes triunfos anteriores, 80 corridas contratadas a buen dinero, en las ferias de primer orden y en las principales plazas.

“Armillita” con 17 años de edad revalidó su alternativa mexicana en Barcelona el 25 de marzo de 1928 apadrinado por su hermano Juan con el testimonio de Vicente Barrera con un encierro de Antonio Pérez Tabernero, corroborando que las noticias de sus grandes triunfos ante figuras españolas en México, era más de lo que se decía, despertando gran interés para verlo en Madrid donde confirmó su doctorado el 10 de mayo de ese año de manos de Chicuelo en presencia de Gitanillo de Triana, con toros de Carmen de Federico, asombrando a la entendida afición que había agotado el boletaje por lo interesante del cartel.

Por su inteligencia, aplomo y brillantés en los tres tercios, la prensa lo bautizó como “El Joselito Mejicano” título que ostentó con orgullo y respeto en todas las temporadas que toreó en España cortando orejas, rabos y patas como ninguno. Su mejor año fue el de 1934 en el que demostró la excelsitud de su arte en todos los más importantes alberos, culminando su grandeza en Barcelona con el toro “Clavelito” de Vicente Martínez al que le cortó las orejas, el rabo, las cuatro patas y las criadillas alternando con Juan Belmonte y el propio Marcial quien al lado del mexicano perdía la cabeza.

Había otros mexicanos como Lorenzo Garza y Luis Castro  “El Soldado” de diferente corte que traían loca a la torería y al público, ellos también eran un escollo que había que eliminar. El Soldado llegó a España con alternativa mexicana y renunció a ella para actuar como novillero, decisión acertada ya que venía sumando triunfos con un promedio de 40 novilladas por temporada. Lorenzo Garza, con un valor sin límites venía conquistando éxitos en donde se presentaba. El 29 de Junio de 1934 los pusieron en Madrid compartiendo cartel con Cecilio Barral y ganado de Gamero Cívico. Al ser herido el español por su primer novillo, se convirtió el festejo en un reñido mano a mano de los dos aztecas, si uno  hacia un quite, el otro lo superaba, El Soldado se tiró a matar llevando un pañuelo y Garza se tiró a cuerpo limpio. Ejemplo de hambre novilleril que los empresarios supieron capitalizar programándolos mano a mano o en tercia.

Al año siguiente los dos se convirtieron en matadores de toros, sumando fechas y triunfos. “Carnicerito” y otros mexicanos también eran garantía en los carteles. Esto fue el gran motivo para que Marcial Lalanda y sus connacionales consumaran el oprobioso boicot que se inició el 19 de abril con la protesta de un grupo de diestros segundones que se sentían desplazados por los nuestros, argumento que hizo valer Marcial para exigirle a los mexicanos un carnet de trabajo para controlarlos y limitar sus actuaciones, la reglamentación la publicó la Gaceta de Madrid. Esto fijó la negativa de los españoles para negarse a torear con los nuestros, en perjuicio de 6 matadores de toros 13 subalternos y 18 novilleros que tuvieron que regresar a la patria embarcándose en La Coruña el 28 de junio rumbo a Veracruz en el buque Cristóbal Colón.

Entre los novilleros estaban  dos que más tarde se convertirían en figuras del toreo, ellos fueron Silverio Pérez y Carlos Arruza que con su hermano Manuel se habían aventurado a ir a España. A su regreso a la patria Manuel Arruza tuvo un trágico fin al estar revisando un arma de fuego, se le disparó, causándole la muerte.

En ese año 1936 se desató la cruenta guerra civil española, de no haberse roto las relaciones taurinas, bien hubieran podido los hispanos hacer campaña en México, pero en el “Pecado llevaron la penitencia”.

Ocho años después se reanudaron las relaciones siendo Carlos Arruza el primero en torear en Madrid confirmando su alternativa.

En 1945 convertido en “El Ciclón Mexicano”, como lo bautizó la prensa española, toreó en aquella península 108 corridas de toros, muy por arriba de las que toreó el monstruo cordobés Manuel Rodríguez “Manolete”, máxima figura española con quien lo habían aparejado… Casos y Cosas de Toros.

Twitter @Twittaurino

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