Ocho con Ocho – ¡Morante espectacular! Por Luis Ramón Carazo.

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La ilusión de la corrida goyesca en la hermosa plaza de toros de Ronda por el toreo añejo y eterno ha sido plenamente satisfecha con la actuación cumbre de Morante de la Puebla el 7 de septiembre de 2013. José Antonio reapareció después de la grave cornada que sufrió en la plaza de toros de Huesca y existía el temor de un compromiso tan grande después de su convalecencia. Prueba superada, como puntualmente narrarán las crónicas, yo tuve la oportunidad de escuchar por radio la corrida y la viví en plenitud con los sonidos de una plaza en la que tuve la oportunidad de saludar en 1998 al inolvidable Antonio Ordoñez, durante la actuación cumbre de José Tomás, quién le brindó al gran matador de toros una faena de orejas y rabo.

La primera corrida goyesca de Ronda se celebró con el II Centenario del nacimiento del torero Pedro Romero en el año 1954 y por influjo de Cayetano Ordóñez, hermano de Antonio en la plaza de toros de Ronda, propiedad de la Real Maestranza de Caballería de Ronda y uno de los lugares más bellos del planeta taurino. La segunda corrida goyesca hubo de esperar a 1957. Fue la primera edición en la que Antonio Ordóñez participó, el maestro, fue el auténtico centro de las goyescas y su impulsor. Gracias a su labor durante todos esos años, las goyescas son una fiesta destacada del calendario taurino, ejemplo de la tauromaquia de nuestros días, y en un acontecimiento social y cultural que trasciende a la propia ciudad de Ronda.

Antonio tuvo la deferencia de que en el tercio de banderillas del cuarto de la tarde, que correspondió a José Mari Manzanares padre los también llamados garapullos lucieron los colores verde, blanco y rojo correspondientes a nuestra bandera.

Actualmente las goyescas se celebran durante los primeros días de septiembre enmarcadas en La Feria de Pedro Romero junto a una novillada sin picadores y otra de rejones, así como el Concurso Exhibición de Enganches de Ronda, Francisco Rivera Ordóñez desempeña la labor de empresario.

La primera corrida de toros goyesca de la Historia se celebró en Zaragoza el 12 de mayo de 1927. Al año siguiente se iba a celebrar el centenario del nacimiento de don Francisco Goya y la ciudad de Zaragoza organizó toda una serie de acontecimientos que recordaran tan gloriosa efeméride. El cartel de toreros lo encabezaba Rafael “El Gallo”, que vestía de rojo, Pablo Lalanda, de azul, y Nicanor Villalta, de amarillo. Simao da Viega, a la portuguesa, y Vicente Peris como sobresaliente.

Los toros de Vicente Martínez, el famoso ganadero de Colmenar Viejo, caos circulatorio en los alrededores de la plaza de Pignatelli y una oreja para Pablo Lalanda. El Gallo protestó lo suyo por el vestido que le hizo el sastre Uriarte y hasta aseguró que aquello “era vestirse de mamarracho” (alguien ha afirmado que algo parecido manifestó “Antoñete” en circunstancia similar) y le convencieron con buenas razones y el apoyo de don Ignacio Zuloaga, que proyectó la parafernalia del espectáculo.

El 31 de julio en el Toreo de La Condesa hoy en día El Palacio de Hierro Durango se celebró una novillada goyesca con astados de Zotoluca para Fermín Espinosa Armillita, José Corralafuente, Alberto Balderas y José Negro Muñoz.

Pedro Romero Martínez nació en Ronda, Málaga, España el 19 de noviembre de 1754 y falleció el 10 de febrero de 1839), descendiente de una dinastía taurina muy conocida, su padre Juan Romero y sus hermanos menores, José y Antonio fueron también matadores de toros. Además, se atribuye a su abuelo, Francisco Romero, el mérito de ser el primero que empleó la muleta y el estoque para dar muerte a un toro. El 19 de mayo de 1785 inauguró la Plaza de toros de Ronda. Si bien se retiró en 1799 y una vez más en 1806 (negándose después a torear para los franceses), se mantuvo activo en la Escuela de Tauromaquia de Sevilla y mató a su último toro en 1831 a los 77, brindando este último a la reina Isabel II de España.

Recuerdos para acompañar a la actuación de Morante que en su último toro tuvo la genialidad de colocar al quiebro un par de banderillas sentado en una silla en un momento eterno del arte efímero del toreo para hablar de cómo se detuvo el tiempo en un instante.

Las crónicas destacaran el que el de la Puebla obtuvo tres orejas y que se fue en hombros después de una tarde inolvidable, que demuestra que en su acento personal y su cercanía a lo añejo lo desmarcan de la torería actual en la que predomina la academia y la escuela pero a veces carece del sentimiento que imprime Morante en su toreo. Ese que nos hace vibrar las fibras del corazón y del cerebro cuando somos testigos de sus faenas, labradas con el cerebro, pero expresadas con su latente corazón torero.

¡Enhorabuena por José Antonio, enhorabuena por el toreo eterno!
Foto: Arjona

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