Logroño, 1ª de Feria: Morante y Perera toreo de muchos quilates.

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Por Pedro Mari Azofra.

Las gentes del lugar y forasteros más o menos próximos llegaron a La Ribera con la ilusión de ver una tarde triunfal de Morante de La Puebla y se encontraron con el lujazo moranteño y otra faena al sexto muy maciza y torera de Perera.

Una tarde de las que hacen afición a pesar de que la presencia de los toros no fue para tocar palmas. Pero es lo mismo. Cuando salían de chiqueros solo se escucharon cuatro silbidos de pastor asmático porque el tema del cuajo y presencia de toros a la gente, como en toda la historia taurina, le importa un carajo. La mayoría de los asistentes desconocían qué ‘marca’ tenían los astados. Sí sabían que estaba Morante en el cartel y muchos también esperaban a Ponce para pitarle.

Enrique Ponce ha toreado en Logroño veinticuatro corridas y ha estoqueado 48 toros. Ha cortado tres orejas, escuchó dieciséis avisos y dio una vuelta al ruedo. El historial no es glorioso. Por comparar, Pedro Carra toreó nueve tardes y obtuvo cinco orejas y Urdiales ha sumado dieciséis en veintiún paseíllos. Ha escuchado 28 avisos. Ganan los de casa.

Ayer se pudo apreciar la diferencia taurina entre arte y comedia, ligereza y ritmo acompasado y el duende de un torero seductor que es torero de arte más que torero artista. Son conceptos que sólo los necios tratan de explicar y no tienen explicación.

Ponce lanceó de a diario al que abrió feria y tras doblones de prueba derecheó mezclando dudas y estética para ligar circulares dejando puesta la flámula. Recorrió la plaza dando palos al manso con trinchera aquí, pase acullá y dando pinchazos a manta y huyendo provocando risas en los que no lo pueden ver. ‘Cigarrón’ fue manso sin peligro y con carita de eral.

El cuarto repitió rebrincado e incómodo calamocheando. Lo lanceó Ponce con aplausos, sin provocar sangre en las manos, y brindó a la plaza entre palmas y pitos. Inició faena haciendo escuadra y ligó tandas derechosas a veces de aire lento y otras vulgares.

Poquitos naturales, salteados y sin relación. Pases vulgares, derechazos peleones y tanda adelantando muleta y templando. Recorrió mucha plaza sin dominar.

Morante se presentó con un fajo de verónicas de lujo abrochadas con media trianera. Llevó al peto con chicuelinas ceñidas y sentidas, quitó por delantales de fogón de arrieros y media de lujo para ofrecer detalles de hechuras y compás. Recorrió mucho terreno trasteando para matar mal.

En el quinto derecheó desmayado y lento en dos tandas de mano baja, encajado, muñequeando y lento. Con la de torear perdió pasos y fueron sueltos pero personales. Hubo molinetes invertidos, detalles, torería y al final unas series reunidas, con cargazón, jugando cintura, con la barbilla en el pecho, ajustados y reunidos y alternado con pectorales por ambos lados. Molinetes, trincheras, de la firma, del desprecio y pellizcos de torería con gran estocada.

Otra soberbia le dio Perera al sexto con el que cuajó faena maciza, torera, limpia, relacionada y con trenzas y ochos pasando los pitones del toro más serio de la tarde por los tobillos. Hilvanó y cosió pases con sustancia, compostura, exposición y el clasicismo siempre moderno en el toreo. Dejó el número de las zapatillas en la arena, giró compás justo, estuvo siempre convencido y desde que inició la faena en los medios con dos péndulos tuvo pendiente a la parroquia que subió la pasión cuando sonaron los compases de ‘Puerta grande’, el pasodoble de Elvira Checa, una conquense afincada en Barcelona donde no pueden sonar sus notas toreras.

Las dosantinas que finalizaron las tandas fueron curvas, limpias y largas y la seguridad y estética del extremeño para un cuadro.

Acompañó a Morante en la salida a hombros con todo merecimiento y se afianza como torero sólido, de buen corte y de resultados, que es lo que interesa al personal que invierte esperando poder contar algo al vecino que guarda en el calcetín el importe de la entrada con aquello de: «Si nunca ves nada».

En el tercero, un manso con ganas de irse al campo, ni ‘sacó’ la zurda. Recorriendo arena, dando muchos pasos y pocos y pocos pases dio cuatro vueltas por el ruedo con el toro de carreras que no tuvo una embestida. Ni ligó, ni ganó aplausos ni casi se le recuerda.

Esta corrida, de escasa presentación y con tres toros de triunfo, es la herencia ganadera de Manuel San Román de Valdés, muchos años empresario de Calahorra y ya fallecido. El asturiano fue torero amateur en su Oviedo natal y siempre recibió con cariño en la finca de Rozados, Salamanca, a los novilleros riojanos.

Hizo mucho por el taurinismo de Oviedo, sin toros y con la plaza abandonada, y su esposa Ramona está quitada del ambiente y desengañada por la desaparición de la fiesta de toros en Asturias.

PRIMERA DE FERIA
Toros: seis de Vellosino; el primero, pobre de cara y manso, sin peligro; segundo, templado, con carita de novillote y sin celo ni continuidad; tercero, manso de huida al campo; cuarto, quinto y sexto, repitieron con más o menos estilo y sin problemas; el último fue el mejor de la tarde, por codicia y recorrido.

Enrique Ponce, de azul celeste y oro, silencio tras aviso y ovación.

Morante de La Puebla, de verde y oro; silencio y dos orejas tras aviso.

Miguel Ángel Perera, de azul celeste y oro, silencio y dos orejas.

Incidencias: dos tercios de plaza, tarde cálida y palmas para los banderilleros Luis Fernández ‘Jocho’, José María Tejero, Rafael Cuesta, Sánchez Araujo, Barbero, Sobrino y, especialmente, Joselito Gutiérrez en el sexto, en el que fue aplaudido el picador Ignacio Rodríguez.

Via; http://www.elcorreo.com/alava/v/20130921/rioja/morante-perera-toreo-muchos-20130921.html

Una respuesta a “Logroño, 1ª de Feria: Morante y Perera toreo de muchos quilates.”

  1. ¡Ole, Don Pedro! Enhorabuena por la claridad, sencillez y concreción de su crónica…pocos comentaristas hay de su nivel, ojalá publicara con más frecuencia sus comentarios.

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