ACHO … Ponce: De Quitarse el Sombrero.

Ponce en Acho
El magisterio de Ponce en acción. Mandando y templando en derechazo. Los toros de Roberto Puga estuvieron a la altura.

Acho es Poncista. Siempre lo ha sido, desde aquel ya lejano 1991, cuando Enrique Ponce siendo prácticamente un desconocido, deslumbró a todos por su precoz sabiduría. Han pasado más de dos décadas y el ahora consumado maestro mantiene intacto el cariño y el respeto de la afición limeña, que siempre lo espera con devoción como Torero de Lima, distintivo con el que también se ha reconocido a cuatro grandes toreros: Luis Procuna, Antonio Bienvenida, Ángel Teruel y José María Manzanares.

El último domingo, el viejo coso volvió a sucumbir al temple y poderío de su magisterio. Ponce cortó dos orejas y salió a hombros por undécima vez, igualando a Palomo Linares y Curro Girón en el récord de puertas grandes en la Feria del Señor de los Milagros, pero con el mérito adicional de haberlo hecho en menos corridas que ellos. Dos días antes y con motivo de sus 25 años como Matador de Toros, el valenciano había ofrecido una conferencia para 400 personas en el Club Nacional, en la que rompiendo la formalidad de la ceremonia, dio lecciones prácticas de toreo en el estrado, explicando con claridad cartesiana los conceptos de la lidia que mayores dudas generan en los aficionados.

La tarde también fue de Roberto Puga, quien regresó a Acho con cinco toros bien presentados, con edad, peso y hechuras, siendo aplaudidos de salida y ovacionados en el arrastre. Los cinco embistieron con nobleza, calidad y bravura en la muleta, aunque un tanto justos de fuerzas. La corrida la completó un ejemplar de Santa Rosa de Lima, bien presentado pero que desarrolló sentido. Cierto es que los toros se picaron poco, pero fue lo suficiente para que dieran el juego que tuvieron. La suerte de varas no es un fin en sí mismo y el castigo debe ser proporcional a la fuerza del animal, para no aplomarlo ni perjudicar su lidia. El toreo, que ha evolucionado notablemente en los últimos 80 años por la selección ganadera, exige que el bravo también rinda 40 pases de muleta y muera embistiendo. Por ello, la bravura no sólo se mide recibiendo puyazos como era en el s. XIX, sino en el comportamiento conjunto en los tres tercios. Al margen de opiniones y prejuicios, es importante que la ganadería peruana participe en la Feria y que sus éxitos con las figuras sirvan de aliciente para que otros criadores nacionales se presenten en Acho.

La apoteosis poncista se produjo con el cuarto de la tarde, que acometía al galope y con transmisión. Tenía como virtudes principales la fijeza y la prontitud, pero no era fácil porque llevaba violencia y raza en ese afán de coger los engaños. Había que poderle templándolo mucho para que no puntee la muleta, sobre todo por el pitón derecho con el que embestía con fuerza. Por el izquierdo tenía mucha clase pero menos emoción. Una vez embarcado no había que tocarlo, sino tenderle suavemente la tela a corta distancia para que la siga. Ponce supo aquilatar todas las variables del animal, luciendo sus virtudes y administrando sus fuerzas hasta agotar la última embestida que llevaba adentro. Luego de las poncinas, acudió más despacio permitiendo largos y templados muletazos de mano baja. Faena magistral y larguísima, entre vítores del público puesto en pie. Entró a matar en recto y por derecho, dejando el estoque arriba, un tanto desprendido pero sin comprometer las dos orejas pedidas por los 15 tendidos y refrendadas con una ovación inmensa en los medios. El que abrió plaza fue de Santa Rosa de Lima, se vencía desde los primeros capotazos y se orientó en el tercio final. Ponce probó y mostró las dificultades que presentaba por ambos pitones y lo despachó con criterio.

Con esta victoria, Ponce suma 15 ferias, 30 orejas y un rabo, todo sin recibir una sola bronca. Es quien más le ha podido a los toros en la historia de la Feria y, probablemente, en los ya casi 250 años de Acho.

La empresa acertó con Sebastián Castella, quien sustituyó a José María Manzanares, ambos indiscutibles figuras del toreo. Después de tres años, Castella tuvo un gran reencuentro con Acho, se le vio reposado y con un toreo más sobrio sin perder su innata espectacularidad. Aprovechó con habilidad al segundo de la tarde, que era muy noble y colaborador. Tras un emocionante inició, logró someter con temple al astado que tendía a quedarse corto. Tuvo un gran pitón derecho que supo explotar en buenas series. Recibió una oreja. Con el quinto, que era noble y tenía mucha clase, el francés supo dosificar su trasteo y apelar al tiempo para lograr series lentas, en cercanías, corriendo la mano, en faena que resultó opacada por la estocada trasera. Oreja de ley.

Alfonso de Lima tuvo una digna actuación, pues es muy difícil alternar con dos figurones sin poseer el bagaje ni la maestría que a aquellos les sobra. Dio todo lo que tenía de sí y pudo tocar pelo con el noble y bravo que cerró plaza, el mejor de la tarde. Aprovechó la calidad de este ejemplar, llevándolo toreado por bajo en varias series de muletazos, incluyendo circulares que también fueron ovacionados. Una estocada perpendicular y dos descabellos lo limitaron a una vuelta al ruedo. Con el tercero que era complicado, no pudo acoplarse del todo. Instrumentó series por el buen pitón derecho, pero no logró redondear faena. Su labor fue silenciada. (Por Jaime de Rivero)

Vía: http://www.caretas.com.pe/Main.asp?T=3082&S=&id=12&idE=1181&idSTo=0&idA=69894#.VGT3QmfIDSg

Una respuesta a “ACHO … Ponce: De Quitarse el Sombrero.”

  1. Olé por los buenos toreros, viva Ponce primerísima figura del torero. Pasará a la historia como tal. Gracias matador por haberme alegrado con tu toreo y por haberme transmitido tu arte sin igual.

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