Nuevo Progreso de Guadalajara: Decepcionante función por mansedumbre y debilidad.

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Por Francisco Baruqui.

Magnífica entrada de pasados tres cuartos de aforo en la Nuevo Progreso de Guadalajara para un festejo que animaba con un cartel mixto con rejoneador y dos matadores de toros. Reses de dos ganaderías, Fernando de la Mora, para el jinete, y San Isidro para los de a pie.

Decepcionante fue el resultado cuando en una tarde espléndida, calientita y sin viento, la mansedumbre del ganado a más de la presencia vergonzosa que tuvieron los astados, dieron la traste de los alternantes.

Los novillos aparentes de San Isidro, verdaderamente impresentables para una plaza de la categoría de la tapatía, exhibieron una preocupante falta de casta y lo deslucido que cuando la mansedumbre se manifiesta derrumba la ilusión de ver cosas interesantes, porque cuando no hay la importancia ni la trascendía de toros con trapío, seriedad e imponencia, además de ausentes la emotividad de la bravura trae, todo, absolutamente todo, se convierte en lo de menos.

Así, la planta torera y el magnífico quehacer taurino de un torero como Fermín Rivera, que está sobrado ya para ruedos mexicanos, debiendo de fijar sus miras para la campaña española, pechó con el hueso del encierro. Debiendo haber salido vistiendo la bata de doctor en vez de terno de luces dada la invalidez y desesperante mansedumbre que desbordaron los de su lote.

Todo empeño, voluntad y deseos, en dos faenas en las que estuvo el torero dando muestra tanto de capote, con lances a la verónica y ceñidas chicuelinas, como con la muleta en series con la derecha y con la izquierda, intentando sostener a los bovinos de pie ya que cuando bajaba el engaño se desplomaba sobre la arena.

Su primero de salida fue devuelto por lo derrengado de sus extremidades, lo que, si se añade la poca fortuna que tuvo el espigado torero con la espada, una tarde más para olvidar. Mejor suerte para la próxima que con ganado así…

Diego Silveti ha salido con todo el empeño de hacerse valer en el coso tapatío. Llevándose los mejores ejemplares que le permitieron dos trasteos largos que lograron transmitir dada la voluntad y el buen sitio que el hijo de David mostró.

De capote se hizo aplaudir por mandiles llevándose un achuchón sin consecuencias qué lamentar. Quitando por chicuelinas y gaoneras que se le corearon.

Con la muleta se empleó, repito, en dos labores larguísimas aprovechando la nobleza de sus oponentes, desbordando su gusto en series de ayudados por abajo con la derecha y al natural con la zurda, rematando con bernardinas, pero, ay, el acero. Pudiendo haber cortado la oreja de su primero, quedó todo en vuelta en ruedo. Y en el sexto, en el mismo tenor, pero también pintándole vastos la espada. Fue sonoramente aplaudido.

Fuente: El Informador.

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