Corridas Generales: Un simulacro de corrida

Por Álvaro Suso.

Es lo que quieren las figuras modernas de la tauromaquia. Que aquí no pase nada y salir zumbando a por la siguiente tarde. Morante y Manzanares han estado rivalizando con otros de los denominados figuras para torear la corrida de ayer, que no fue otra cosa que un desfile de inválidos ante unos matadores desinhibidos y sin ningún respeto por la fiesta.

Porque es no respetar la fiesta de los toros anunciarse en Bilbao con una corrida de escasa presencia y ni siquiera intentar que haya primer tercio. No tienen afición y lo demuestran en las tardes importantes. Y lo peor es que acabarán quitando la afición a los penitentes que acuden cada día a los tendidos. Por fin acudió la gente a la plaza. Se rozó el lleno. ¿Y cómo se podrá convencer a alguien para volver después de semejante ultraje? Se hartan de cortar orejas en plazas con los tendidos atolondrados por la juerga, pero nada tiene que ver con la emoción de la fiesta de los toros.

“El toreo es grandeza”. Lo acuñó Joaquín Vidal y alguien debería recordárselo a estos toreros que dicen que hoy mandan en la fiesta. La grandeza de jugarse la vida y emocionar al público con su valor y su arte. La grandeza de hacer las cosas de verdad y hacer sentir al aficionado que el torero es un héroe inigualable. Los figurantes de hoy en día se pierden en la bajeza de medirse con unos minusválidos ejemplares, siempre esperando a que el toro se acople a su faena en lugar de arrear y apostar por poder a un animal que oponga dificultades.

La corrida no fue tal, se quedó en un simulacro, porque ni hubo toros ni hubo toreros. Los deseados juanpedros de las figuras se cayeron siempre y no dieron miedo nunca. Y los toreros se fueron maldiciendo su mala suerte por la condición de los astados que ellos exigieron. Una gran mentira. Pero es la mentira sobre la que se sostiene hoy en día la fiesta.

Enrique Ponce actuó ante dos inválidos. En el primero se justificó con una estética hueca y al cuarto no lo picó pero quiso que lo devolvieran tirándolo al suelo cuando se dio cuenta de que no iba a poder tenerlo en pie. Morante se perdió en su caos. Ni pudo con el anovillado ni quiso con el quinto. Pitos y bronca y tan contento a navegar en la mentira de cada día.

Y se cantará la oreja de Manzanares como si fuera importante. Un trofeo que supone el monumento al simulacro, con muletazos por alto, otros despegados y envueltos en el fácil juego de los molinetes y pasos en lugar de estar quieto. Todo con postura buena y elegancia pero sin ninguna profundidad. Un ejemplo del toreo actual, que cabalga hacia la nada. Esa fiesta que está echando a los aficionados de los tendidos y que si no da marcha atrás no tiene ningún sentido.

Resumen del festejo

Seis toros de Juan Pedro Domecq, sin trapío e inválidos. Los dos primeros no debieron salir al ruedo y, salvo el sexto, todos debieron ser devueltos a los corrales por su falta de fuerza.

Enrique Ponce: dos pinchazos, media estocada y dos descabellos (silencio tras aviso) y pinchazo y estocada (silencio).

Morante de la Puebla: cuatro pinchazos y descabello (pitos tras aviso) y tres pinchazos, media y descabello (bronca).

José María Manzanares: pinchazo y media baja (silencio) y estocada (oreja).

Saludaron Curro Javier y Luis Blázquez tras banderillear al tercero. Plaza de toros de Vista Alegre. 26 de agosto. Quinta de las Corridas Generales. Casi lleno.

Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2015/08/27/actualidad/1440627508_901809.html

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