Ocho con Ocho: El presente del pasado Por Luis Ramón Carazo

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Hacienda de los Morales en 1930

Ésta semana me encuentro fuera del país en un lugar ajeno a la fiesta de los toros y en el cual estoy dando punto y final a la lectura de un libro muy bien documentado y escrito con la pasión que nace de la afición y conocimiento del desarrollo histórico de la ganadería de Piedras Negras desde el siglo XVI, propiedad de conquistadores, religiosos y finalmente desde el siglo XVIII hasta la fecha, de la familia González.

El autor del  bien estructurado documento, es el  ganadero de toros de lidia Carlos Castañeda, quién ha realizado una investigación extensa del transcurrir del tiempo y que por su título atará cabos de lo que se trata: Piedras Negras: Sitio, Vida Y Memoria.

Curiosamente y ahora que el gobierno del estado de Coahuila ha rechazado al toreo, es importante recordar que un buen número de los pioneros que llegaron a aquellas tierras fueron de origen tlaxcalteca y entonces en gran medida son herederos de la historia de una de las ganaderías más emblemáticas del mundo taurino y que hoy está a cargo de uno de los sucesores de los fundadores,  Marco Antonio  González en Tetla, Tlaxcala.

A principios de la década de 1870 José María González Pavón, decidió con gran afición, la aventura de criar toros de lidia cuando a partir de 1867 se suspendieron las celebraciones de festejos en el Distrito Federal, la supresión del veto duraría hasta 1886.

Es importante que los aficionados a los toros se nutran de argumentos que nos proporciona la lectura de un exhaustivo escrito que es abundante en anécdotas y crónicas de cada época de México y que va dando idea de la pervivencia del ayer en el hoy. Por ejemplo casi siempre que se habla del encaste de la ganadería del Marqués del Saltillo se piensa en San Mateo pues bien es necesario no olvidar a Tepeyehualco y a Piedras Negras.

En el libro Carlos relata como en principio viajó en 1895 el caporal de la ganadería de Piedras Negras, para adquirir toros de Saltillo aunque por el tema de las negociaciones se decantó por toros de Murube y es a partir de 1908 que la ganadería del Marqués del Saltillo vino a México por la recomendación del torero andaluz Antonio Fuentes.

Iniciando el siglo XX vinieron a México por costumbre los toreros españoles como lo hacen ahora, para partir el queso y es por ello que las temporadas grandes mexicanas se celebran desde entonces desde el fin de la temporada española en octubre y hasta su reinicio entre marzo y abril, habida cuenta que en aquellos albores del siglo era el barco el que traía a toreros y toros como los de Ibarra, Saltillo, Veragua, Pablo Romero y Miura.

Algunas de los encierros hacían campo en Piedras Negras al trasladarlas por tren desde Veracruz o en ranchos capitalinos ubicados en Ixtapalapa  e incluso lo que hoy en día es la Hacienda de los Morales en la zona residencial de Polanco, por aquellos años de principio de siglo XX una serie de haciendas y rancherías.

Con el transcurrir de los siglos Piedras Negras se fue consolidando como una de las ganaderías de toros de lidia más importantes del mundo, con el sello de buscar la acometividad y la codicia en las embestidas a veces rayando en el peligro extremo, como fue el caso del toro Timbalero lidiado con gran brillantes en 1982 por el extinto torero poderoso Mariano Ramos, una faena inolvidable en el coso capitalino a punto de celebrar sus 70 años de inaugurada.

Hoy en día los herederos preservan los conceptos familiares de tantos siglos y la narración de Carlos va en ese sentido, aclara, puntualiza, chanela.

Me parece que si usted quiere adentrarse a fondo en la historia de los González; una casa ganadera de las llamadas fundacionales  junto de las familias Llaguno, Madrazo y Barbabosa  de la crianza de toros de lidia en México, es muy recomendable acuda a la obra muy bien documentada  del ganadero y ahora también escritor, Carlos Castañeda Gómez del Campo.

Enhorabuena por su dedicación para reconstruir el camino trazado en tiempo, lugar y personajes de una divisa histórica que nos lleva a los recuerdos y nos deja en el pensamiento la voluntad inquebrantable y el amor por la crianza de los toros de lidia de la familia González.

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De izquierda a derecha, Juan de Dios Barbabosa y Manuel Barbabosa, de la ganadería de Atenco, Lubín González, de Piedras Negras, y La Laguna. Antonio Barbabosa, de San Diego de los Padres, Antonio Llaguno con su padre, Julián Llaguno, de Torrecillas; Aurelio Carbajal de Zotoluca, Antonio Llaguno, de San Mateo, y Wiliulfo González, de Piedras Negras en 1928.

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