Opinión: Mañico y Mazapán

La mañana del domingo 30 de agosto de 1942 era tranquila para el joven novillero Rafael Osorno. No imaginaba que en esa tarde, en el ruedo de la plaza “El Toreo” de la Condesa, realizaría la hazaña perdurable: con el novillo Mañico de Matancillas, hizo la que se considera como mejor faena novilleril de todos los tiempos en los anales de la fiesta de la seda, sangre y sol en todo México.

Por Óscar López Gamboa – De SOL y SOMBRA.

Siempre habrá toros para encumbrar y para opacar toreros dadas las formas y oficios con que estos, sean lidiados tal es el caso, del novillo Mañico, de la ganadería de Matancillas, fundada por los hermanos Francisco y José Madrazo, que a su vez; eran dueños de la ganadería La Punta, que lidió el 30 de agosto de 1942, el entonces novillero Rafael Osorno, en el viejo toreo de la colonia Condesa de la ciudad de México. Aquella tarde alternó con los novilleros Luis Briones y Rutilo Morales, quien fuera hermano del actual y nefasto juez de plaza Jesús “Chucho” Morales.

Tal fue la faena que realizó Rafael Osorno al novillo Mañico, que resultó ser de bandera según relatan las crónicas de la época, que a pesar de haberlo pinchado hasta en seis ocasiones aquel novillero, aún así, los extasiados y eufóricos aficionados, lo sacaron a hombros de la vetusta plaza y así, lo llevaron hasta el zócalo del centro de la ciudad.

Cuenta la historia, que Rafael Osorno, aunque se convirtió en matador, nunca volvió a ser el mismo después de aquella portentosa faena realizada, que ha quedado escrita en los anales de la fiesta, como una de las más grandes vista en aquel coso pues, la bravura, codicia, alegría, boyantía y nobleza de Mañico, por siempre, quedó muy por encima del quehacer taurino de aquel malogrado torero, que terminó siendo un magnífico subalterno y hasta apoderado de Manolo Arruza.

Diego Silveti, el domingo pasado 22 de noviembre, tuvo la fortuna y el privilegio, de haberle correspondido en suerte, el tercer toro del encierro de la ganadería queretana de Jaral de Peñas, propiedad de Juan Pedro Barroso, que llevó por nombre Mazapán, de pinta “burraco” de encaste español, por ambas líneas fue un toro de irreprochable trapío, bravura, con un tranco alegre en sus embestidas desde que saltó a la arena, con mucha fijeza y que no permitía descuidos fue un gran toro, de los que mucho muy poco, salen en la actualidad en plaza alguna.

Mazapán, fue un toro para encumbrar a cualquier torero que se precie de serlo y que por la gran nobleza que tuvo, fue premiado con el arrastre lento a sus despojos, cuándo debió haber sido, de vuelta al ruedo pero volviendo al toro que

Nos preocupa, porque fue lamentable que Diego Silveti, lo haya desperdiciado lastimosamente, con una lidia inadecuada y atropellada sin una directriz bien trazada, pensada y razonada siempre estuvo a merced del toro el precioso burel, marcó los terrenos y las distancias, dónde quería fuera lidiado y el joven Silveti, equivocaba las cosas prueba de ello, que fue fea y peligrosamente empitonado hasta en dos ocasiones salvándose milagrosamente de las cornadas.

Una vez más, Diego Silveti fue tocado por la “Diosa Fortuna”, habiendo tenido en sus manos y para un correcto quehacer taurino, la oportunidad de haber rayado a gran altura, habiendo alcanzado un apoteósico triunfo; en beneficio de su tan devaluado carnet profesional, a estas fechas de su carrera como matador de toros, triste es decirlo pero este  aun joven torero, estuvo a años luz, de las cualidades que trajo consigo, mazapán y, son mis deseos sinceros, que esta mala experiencia que tuvo con ése extraordinario burel, no le haga mella en su carrera y lo lleve como un fantasma inseparable el recuerdo de mazapán.

Noviembre 29 de 2015.

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