
Por Xavier Toscano G. de Quevedo.
Una interrogante más para cerrar este primer mes del nuevo año que nos llena de mortificación e incertidumbre, es el ver con qué descaro, cinismo, desfachatez e insolencia en todos los festejos que se llevan programados el común denominador ha sido la falta de presencia de las reses, y lo que es más alarmante, la carencia o pérdida total de la casta y la bravura, con la complacencia o mejor sería decir, con la complicidad de todos los integrantes —empresas, ganaderos, actores y autoridades— del actualmente vergonzoso y nefasto espectáculo taurino.
Se ha venido haciendo una costumbre que en la última semana del primer mes de cada año los ganaderos que crían al toro bravo —¿será?— lleven a cabo su asamblea anual, en la que además de su convivencia, deberían tratarse puntos importantes y de trascendencia, “¡como la pérdida total de bravura en gran parte de dehesas!”, y con más razón en estos tiempos tan difíciles, nebulosos y de incesantes ataques en los que está inmersa nuestra fiesta, porque: ¡Sin bravura nuestro espectáculo muere!
Anuario taurino. 1945-1946. Edición preparada y publicada por Carlos Fernández Valdemoro (José Alameda).
La asamblea de este año se realizará en la histórica y colonial ciudad de San Miguel de Allende, nombrada y con razón de mucho tiempo atrás, Patrimonio de la Humanidad, que es uno más de los legados recibidos de la colonia, y que forma parte de nuestro México, al igual que también lo es nuestra Fiesta Brava.
En ningún momento debemos olvidar que inequívocamente el elemento fundamental, primario y más importante es su Majestad, El Toro Bravo, eje central y único de nuestra Fiesta, sin él jamás hubiera existido esta mágica, misteriosa, y sublime representación de drama y triunfo, de radiante colorido y brillantez, capaz de cautivar y llegar a lo más profundo de nuestro ser, convirtiéndose además —aunque algunos no lo entiendan— en musa de inspiración para todos los que viviendo el encanto del Toro Bravo, han sido capaces a través de su historia de crear extraordinarias y sublimes obras de arte. Sí, pero la inspiración sólo nace con un toro bravo, ya qué: ¡Sin bravura no hay iluminación y la musa muere!
Es así, que sin toros bravos no hay fiesta, por lo cual los actuales integrantes de la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia deberían reflexionar del papel fundamental que juegan en el desarrollo del espectáculo taurino —ahorita sí, con minúsculas— de nuestro país. Si son ellos los creadores de la materia prima de la fiesta, cuya historia se ha forjado a través de muchas décadas por importantes familias y personajes que han dejado escrito su nombre con letras de oro en los anales de nuestra fiesta, sería un absurdo mayúsculo que éste extraordinario legado recibido, hoy por incapacidad o negligentes compromisos, estén colocando en serios predicamentos al espectáculo taurino.
Pero es mejor que recordemos con admiración a las cuatro familias que tuvieron la capacidad, entrega y el grande aporte para nuestra fiesta, ya ellos vivieron pensando siempre en la “Bravura” del toro como su máximo compromiso. Iniciaremos con la familia Barbabosa establecidos en el estado de México, con sus emblemáticas ganaderías de Santi y San Diego de los Padres. En el pequeño, pero grande estado ganadero de Tlaxcala con la familia González, que por el año de 1856 iniciara su historia ganadera José María González Muñoz en la hacienda de San Mateo Huiscolotepec, mejor conocida como Piedras Negras, y habrá que resaltar, que es la única casa ganadera en nuestro país que continúa en manos de la misma familia.
Nuestro vecino estado de Zacatecas, fue la cuna que vio nacer a la familia Llaguno, conducida por Antonio Llaguno González que a la edad de 20 años inicia su aventura ganadera, que con el tiempo —aunque en contra de su voluntad— sería la cuna y madre de la mayor parte de las vacas actuales. Y aquí, en nuestro estado, recordemos a los hermanos Francisco y José Madrazo García Granados fundadores de la dehesa de La Punta, con su encaste Parladé-Gamero Cívico cuya historia será imposible de igualar.
¡Qué señores ganaderos, y todo lo que realizaron únicamente por amor y pasión al Toro Bravo! Cada familia con sus propias ideas e imprimiendo personalidad a sus toros, pero siempre cuidando con esmero el principio básico e imprescindible de la “Bravura”, y que hoy tristemente estamos viendo y viviendo de una reses —o, sería mejor decirles animales— que de bravura ya no conservan nada.
¿Quién se emociona realmente con el espectáculo que actualmente se ve en todas las plazas de nuestro país? ¡Entonces! muy prudente y atinado sería que aceptaran y realizaran un examen de conciencia aquellos ganaderos —aunque para algunos su soberbia y petulancia no se los permite— que en la búsqueda de su “torito para el agrado de los toreros” han convertido a nuestra fiesta en un espectáculo tedioso y mediocre, en el cual es ya, muy lastimoso y preocupante ver como se han ido alejando de las plazas los aficionados y el público. Pero: ¿Es que no dirigen nunca la vista a los tendidos?
¿Hoy cuántos ganaderos realmente aman, respetan y crían al auténtico toro bravo? Es una interrogante muy complicada de responder. Sin embargo, consideramos que en este gremio todavía quedan algunos criadores que con mucho esfuerzo, atrevimiento y grande orgullo, siguen pugnando por que en sus dehesa pasten toros de auténtica casta y bravura, y soñando con la ilusión de ver en los ruedos de nuestro país el regreso y la presencia en los ruedos de su Majestad, El Toro Bravo.
Fuente: http://opinion.informador.com.mx/Columnas/2016/01/27/el-toro-bravo-cual-pasion-por-el/
Una respuesta a “¡El toro bravo!…. ¿Cuál pasión por él?”
Y teniendo en cuenta todo lo que comentas hay paleros que se atreven a decir que “En México tenemos el mejor Toro del mundo’…