¡A su servicio, lo que usted dictamine!

¿A quien defiende la Autoridad?

Por Xavier Toscano G. de Quevedo

¿Qué perennemente tendrá que ser así?  –  ¡Hoy por lo que se ve en cada tarde, y en todas las plazas de nuestro México SÍ!  –  ¿Acaso, usted percibe que las autoridades estén actuando de forma correcta? ¡Obviamente que NO! – ¡Y es que, el espectáculo taurino, vive en una anarquía gigantesca, como nunca hubiéramos imaginado!

¿Y las autoridades que gobiernan? – ¡Bien, gracias! Contemplando apacibles y sin concederle importancia, de cómo la fiesta rueda desbocada hacia el abismo más obscuro y profundo. ¿Y? – ¡Bien, gracias!  ¿Pero, qué importancia tiene para ellos? – ¡Ninguna señores, ninguna!  Para las autoridades de hoy, que la fiesta brava transite como pueda, y que a ellos no se les moleste. ¡Vaya situación tan compleja!

¡Qué difícil y complicada está la situación que actualmente tienen que soportar los aficionados!  Ya no hay para dónde voltear, el vacío de autoridad por el que viene transitando dolorosamente la fiesta brava, en las últimas décadas y más remarcado en este nuevo siglo, no tiene solución inmediata, bueno, ni a mediano plazo, porque es una cascada de arbitrariedades y subterfugios, que hoy ninguna autoridad tiene la más mínima voluntad de corregir.  

Para nadie es un secreto, el panorama es más que evidente; que en los últimos años se ha convertido en algo cotidiano que las empresas, administradores, apoderados, ganaderos, toreros y actuantes del espectáculo taurino, infrinjan impunemente o hagan caso omiso de los reglamentos, ayudados y favorecidos por autoridades serviles y complacientes, mostrando así una arrogante prepotencia, en una clarísima y notoria actitud de burla y reto hacia los aficionados y público, que —¡aún!— con gusto y vehemencia acuden a las plazas con la ilusión y esperanzados de que en alguna tarde, pudieran —de milagro— ver un espectáculo serio y honesto que les proveyera de unos instantes de emoción.

Pero desafortunadamente en la actualidad —más de tres décadas, y reitero, principalmente en este siglo— se cree y se tiene la errónea y nefasta idea, que si no se actúa con una completa y discrecional condescendencia y tolerancia, o no se muestra un alto índice de flexibilidad y “entreguismo” por parte de las autoridades de plaza para conducir los festejos, entonces no se es buen aficionado, porque no se está ayudando a la fiesta, ¡será!

Son estas inadecuadas e inadmisibles afirmaciones, el caballito de batalla de todos los mediocres, vividores y parásitos que se agitan y tienen inundada la fiesta, vegetando y extrayendo como sanguijuelas las migajas que encuentra a su paso, en detrimento de la auténtica fiesta brava.

Seguramente, mientras las autoridades de gobierno no asuman su obligado papel regulador del espectáculo taurino, el rezago continuará creciendo cada día más. Por lo tanto, actuar hipotéticamente con “criterio, = a servilismo” nos llevará a un fracaso mayor, y sin retorno. Pero, ¡proceder con inteligencia y ética!, consistirá en cumplir ordenadamente con las leyes y reglamentos, que conducen a la autenticidad del espectáculo, en el asombroso y mágico mundo que preside únicamente; su Majestad El Toro Bravo.  

  

Fuente: El Informador 

2 respuestas a “¡A su servicio, lo que usted dictamine!”

  1. Creo que en casi toda plaza de primera, segunda y quizá hasta de tercera hay un reglamento taurino pero… ¿Quién lo hace valer? Hay reglamento pero no hay autoridad que lo haga valer… ¿o sí?

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