La corrida que se celebró el 29 de enero de 2017 en La México, es la muestra clara de lo que el público celebra y añora, un encierro serio con comportamiento diverso en la línea de la bravura, bien sea clara o áspera, como la hubo en el comportamiento de los toros de Los Encinos, propiedad de Eduardo Martínez Urquidí, quién en la muy bien organizada convención de criadores de toros de lidia, celebrada en Juriquilla, comentó que; “es hora de que los encierros no dejen lugar a duda en trapío y edad en las plazas mexicanas”; ayer en ambos requisitos, su ganadería cumplió sobradamente.
Luego ya vendrá cada ganadero con su sello a buscar el comportamiento que considere ideal, por lo pronto me parece que el primero de la tarde que le correspondió a Sebastián Castella fue un compendio de emotividad y nobleza en la embestida, se llamó Jardinero, si como aquel primer astado lidiado en La México en la inauguración del 5 de febrero de 1946, por Luis Castro El Soldado de la ganadería de San Mateo, solamente por la espada es que Castella, quién tuvo una tarde rotunda, no se llevó al menos dos orejas que tenía ganadas y que por la suerte suprema las perdió.
Mensaje claro para los toreros que son capaces de lidiar al toro mexicano en pleno y no a su remedo, porque también en Juriquilla, el presidente entrante José María Huerta en lugar de Manuel Sescosse (quién por cierto hizo una gran labor en la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia, en favor de preservar el toreo con todos sus colegas, en especial su cuadro directivo) comentó; ”nos piden seriedad, pídanle a los empresarios que se la exijan también a ciertos toreros que son los que demandan a veces, lo contrario”.
Regresando a la corrida referida en La México, en tres ejemplares que le tocaron a Roca Rey, el tercero de regalo prevaleció la aspereza en el comportamiento y en alguno la debilidad, sin embargo por el peruano no quedo, puso de su parte para no irse inédito para corresponder a la muy buena entrada en los numerados de La México.
Se llevó Andrés una oreja a la espuerta por gran estocada al tercero de la tarde; en la que me parece que el juez de plaza, Jesús Morales acató la voluntad de algunos que sabemos que la ejecución excelente de la suerte suprema bien vale un trofeo, es cierto hubieron protestas, pero que bello instante se vivió en segundos con un volapié como mandan los cánones.
En el segundo de su lote lució en todo su esplendor la madurez de Sebastián, arriesgó para extraer de la cierta aspereza en las embestidas, claridad y nobleza que tenía intrínseco en su comportamiento, el cuarto de la tarde y logró una faena emotiva con momentos de gran plasticidad.
Culminó con una estocada algo trasera, pero efectiva, para recibir las orejas y provocar que el público, que quién manda, exigiera el arrastre lento para los restos de Arbolero otorgado por el juez de plaza; al final del festejo Castella partió en volandas con el cariño popular de muchos años.
El queretano Payo tuvo momentos muy buenos en el primero de su lote y en el segundo, sin embargo entre sus fallas con el estoque y que no acabó por redondear las faenas se fue sin triunfar en grande, le auguramos pudiera acontecer cuando por ejemplo ayer le vimos unos naturales de trazo de figura grande o sus lances de capote, no desesperemos, ya lo hará, estoy seguro.
Por los pronto nos frotamos las manos para lo que sigue para la Temporada Grande con los carteles de aniversario y los que le siguen.
Señores toreros, el camino está trazado, seriedad por delante y todos contentos.