Renovado, ambicioso y ajeno a las modas, y al cabo de veinte años de alternativa, el torero extremeño se ha convertido en figura protagonista.
Por BARQUERITO.
A mediados de mayo el empresario de las Ventas, Simón Casas, anunció por sorpresa que la feria de otoño de Madrid se compondría de diez festejos de primer nivel. Iba a doblarse, por tanto, la oferta habitual de tres o cuatro corridas y una novillada de abono. Las fechas de la feria, por lo demás, se trasladarían de la primera semana de octubre a los diez últimos días de septiembre. Se apalabró en privado que Alejandro Talavante fuera el torero base de la nueva macroferia. Tanto como sobre el papel iba a serlo y lo estaba siendo de San Isidro, de cuyo primer tercio fue gran protagonista. Firmó dos faenas soberbias, distintas y personales con otros tantos toros muy relevantes de Mayalde y Cuvillo.
El tono de San Isidro estaba apagado y se sentía como una decepción cuando Casas puso sobre la mesa la carta de la revolución de otoño. Un mes después de aquel anuncio sobrevino una inesperada contingencia. Los permisos para la programación extrataurina de las Ventas, fundamentalmente conciertos, quedaron suspendidos sine die por razones de seguridad. Problemas de resistencia y evacuación del edificio, según el Ayuntamiento.
Estuvo varios días flotando la idea de cerrarse la plaza, mutilar de un tajo la temporada y replantearse de raíz la concesión de las Ventas puesto que la subasta y la solución del concurso de adjudicación tenían por base medular el negocio derivado de los conciertos. Se encendieron todas las alarmas. Una crisis de tales proporciones en Madrid podría tener efecto dominó sobre el resto de la temporada española.
No se cerró la plaza, el calendario de verano se resolvió con un concurso internacional de novilleros a caballo de julio y agosto, cinco novilladas más de aceptable nivel, los promedios de asistencia más altos de la última década, una notable corrida de toros el 15 de agosto y, en el cogollo de septiembre, una versión renovada de los festejos de hierros de encastes minoritarios reformulados como Desafíos Ganaderos. Tres desafíos, el tercero de los cuales, tras el prólogo de una de rejones en mano a mano de Galán y Leonardo Hernández, será mañana la primera de las cinco corridas de otoño en Madrid. Habrá el 12 de octubre una sexta que clausurará temporada. Procelosa, la travesía del verano taurino en Madrid habrá arribado a buen puerto dentro de veinte días.
El abono de otoño cuenta con un protagonista principal, Antonio Ferrera, que, a punto de cumplir veinte años de alternativa, ambición y pasión sin límites, ha pasado a ser torero de culto en Sevilla y Madrid. Sus dos tardes del pasado San Isidro se saldaron con otras tantas faenas de mayúsculo nivel. Una primera a un toro de Las Ramblas y una segunda a otro de Adolfo Martín. Memorables trabajos que lo convirtieron en triunfador de la feria. No por el número de orejas, sino por el fondo fortísimo del asunto.
Dos tardes de abono de Ferrera en este programa de otoño: la primera, el viernes 29, con toros de Cuvillo, la confirmación de alternativa del mexicano Adame y, de segundo espada, Castella, que, al igual que Ferrera, firmó en San Isidro dos faenas antológicas, sin remate a espada ninguna. Es el cartel de la semana, sin contar con la segunda de las apariciones de Ferrera, el domingo 1 de octubre, toros de Adolfo Martín, mano a mano con Paco Ureña, cuya faena al toro Pastelero, de Victorino, fue la de riesgos y emociones más intensos de San Isidro.
Miguel Ángel Perera, tras un verano arrollador, es el hombre fuerte de la corrida del sábado, la de lisardos de Lorenzo Fraile. La novedad más atractiva es la presencia del valenciano Román en la corrida de Fuente Ymbro del jueves 28. Román salió a hombros de las Ventas el 15 de agosto y ha toreado con destreza en Valencia y Bilbao este verano toros de Cuadri y Miura. Una cara nueva pero no novísima.
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