Acudimos a la tercera corrida de feria con la ilusión de ver toros, pero lo que salió ayer en León era menos que la tarde anterior con los de San Miguel de Mimiahuapam y la verdad a nadie pareció importarle lo más mínimo.
Ya sabemos que hoy en día el toro es lo de menos.
Por Juan Carlos Valadez – De SOL y SOMBRA.
León, Gto.- El encierro de Villa Carmela fue en líneas generales terciado, pero su mayor error no estaba tanto en su presencia, sino en su temperamento. Tampoco es que fueran claramente mansos, esto no tendría mucha importancia hoy en día -todo lo contrario- pues algunos mansos también generan interesantes lidias. Lo malo era que los toros de Villa Carmela eran abrumadoramente sosos y deslucidos, con la excepción del lidiando en tercer lugar que tuvo algo más de raza y clase.
Abrió el festejo Diego Ventura quien extrañamente ha perdido su tirón taquillero en México -la entrada de ayer así lo comprueba- y hay que decir que ha estado en maestro con dos toros potables del hierro de Zacatepec que le sirvieron para salir triunfador.
A su primero le cuajó una faena con maestría. Aquello fue una obra plena de conocimientos, recursos y talento. Con su segundo llegó todo un recital de Ventura a todos los niveles. Impecable de técnica. De esmero, de sutilidad y de magisterio. Supo afianzar al toro, sujetarlo y templarlo en los lomos de su caballo. Ventajas, golpe oportuno de espuela, ligazón sin concesiones y la sabiduría de citar siempre a favor de querencias para batir en un palmo y sin obligar al toro para que tuviera duración su faena.
¡Qué gran momento vive este maestro del rejoneo! Es una verdadera pena que esta maestría no se vea recompensada en los tendidos de las plazas en donde se presenta.
Sin avances con los toreros de a pie.
Habrá que explicarles a los dos toreros del día de ayer que pegar pases y torear, nunca serán un mismo concepto. Y esto es algo que también deben de entender los aficionados, aunque sea en esta plaza en donde lo que menos les importa a los aficionados en ocasiones es precisamente el toreo.
Esto viene a cuento porque ayer no vimos torear, lo que vimos fue pegar pases, es decir, endosarle al toro suertes inconexas, sin estructurar la faena con propósito de dominio. Torear con verdad es todo lo contrario: es ligar las suertes para un progresivo dominio del toro y, una vez conseguido, pues la faena ya está hecha.
El Payo no anduvo con suerte, ni con la cabeza muy despejada. Con su primero intento extraerle algo, pero se le vio corto de ideas ante un toro soso y con el quinto ensayo algunos derechazos y naturales pero sin calar hondo en el tendido, esto debido en gran medida a la terrible mansedumbre del toro de Villa Carmela. Regalo uno del mismo hierro que por pitones llevaba plátanos, y el acoplamiento al manso se lo hizo a base de algunos muletazos suaves y templados, pero todo sin mucha repercusión. Al igual que con los toros de su lote tampoco estuvo atinado con la espada y al final se fue en blanco.
Más pegapáses que ninguno fue Silveti quien nuevamente refrendó que la de León, efectivamente si es su plaza, ya que aquí se le jalea todo. Hay que señalar que toreo decorosamente al tercero y con él sexto estuvo once minutos pegándole pases. ¿Cuantos pases dio Silveti, para que se le entregara el público? Todos los que usted se puede imaginar, pero ninguno para el recuerdo. Es lógico: la contemplación de un trabajador pegándole pases a un toro bobo, no es como para caer en éxtasis. Se le agradece, si acaso, se le da coba, y eso es todo. Pero la realidad es que así es imposible que pase algo más trascendental con este torero.
Al final nos fuimos con la sensación de no haber visto torear cómo Dios manda porque lo de Diego Ventura, un verdadero maestro del rejoneo, fue algo muy aparte del resto del festejo.
Un apunte final: Para lo que si son unos figurones este par de toreros es para fumar, de verdad hay que verlos en el callejón como jalan humo de sus tabacos entre toro y toro. Unas auténticas pipas los dos, como si de verdad las pasarán negras con los toritos bobalicones que se endosan.
León, Gto.- Plaza “La Luz”. Tercer festejo de feria. Media entrada. Dos toros de Zacatepec para rejones correctos de presencia que se emplearon en el caballo y cinco toros de Villa Carmela, todos mansos y justos de presentación además de flojos, el tercero recibió “extrañamente” el arrastre lento.
Diego Ventura: Oreja y oreja.
Octavio García “El Payo”: Leve división tras aviso, silencio y división en el de regalo.
Diego Silveti: Oreja y oreja.
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