Hemingway, España y los toros, 60 años después.

Por Álvaro Rodríguez del Moral.

Aquel verano del 59 marcó el fin de muchas cosas. Hemingway se comprometió con la revista ‘Life’ a reportajear el enfrentamiento en los ruedos de Luis Miguel Dominguín y Ordóñez que el escritor, de alguna manera, fabuló contribuyendo a la mitificación de aquella competencia que, en cualquier caso, fue real.

Ordóñez y Dominguín se encontraban en distintos puntos kilométricos de sus carreras. Hay que recordar que el diestro rondeño había entrado en la órbita de la casa Dominguín por la vía del apoderamiento. Esa cercanía favoreció el noviazgo y posterior boda con Carmen, la hermana de Luis Miguel e hija del viejo Domingo Dominguín.

La relación entre los dos cuñados distaba de ser idílica -eran dos gallos imponentes en el mismo corral- y el apoderamiento se rompió en 1956, volviendo Ordóñez al redil de la casa Camará. Fue en ese caldo de cultivo cuando se gestó el brevísimo maridaje profesional que pudo comenzar en oportunismo y acabó en competencia.

Domingo Dominguín, en su lecho de muerte, quiso arreglar el distanciamiento entre su hijo y su yerno e hizo prometer a Luis Miguel que volvería a alternar con Antonio. El patriarca falleció al declinar la temporada y al alborear la de 1959 se anunció que Ordóñez y Dominguín iban a torear juntos bajo la dirección de Dominguito, hermano mayor de Luis Miguel.

El llamado “verano peligroso” en realidad se limitó a diez corridas de toros en las que Ordóñez y Dominguín alternaron con toreros como Pepe Luis Vázquez -que había reaparecido fugazmente ese mismo año-, Bienvenida, Ostos, Mondeño o Gregorio Sánchez.

Pero las chispas saltaron especialmente en los mano a mano que se programaron en las plazas de Valencia, Málaga, Ciudad Real y Bayona. No hubo trampa ni cartón: Antonio cayó herido en Aranjuez, Palma de Mallorca y Dax. Su cuñado Luis Miguel recibiría las heridas más graves en Málaga y Bilbao.

Luis Miguel cumplió la promesa que le había hecho a su padre y volvería a coincidir con Antonio en algunos carteles de la temporada del 60 pero con la muerte del patriarca de los Dominguín aquello tenía los días contados. El apoderamiento se rompió y Luis Miguel se retiró del toreo aquel año. No volvieron a torear juntos..

La crónica de aquel enfrentamiento había sobrepasado ampliamente los límites de espacio marcados por la revista norteamericana convirtiéndose, finalmente, en su testamento literario bajo el título de ‘El verano peligroso’.

Para entonces, el viejo escritor ya había rebasado un punto de no retorno marcado por el alcohol y los delirios. Hemingway aún volvió a España fugazmente en 1960. Al año siguiente, a punto de cumplir los 62, se disparó en la cabeza con una escopeta en su casa de Ketchum, Idaho.

Publicado en Cope

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