Es lo que digo yo: El verano sangriento de Hemingway.

Dominguin (con camisa negra), el escritor norteamericano Ernest Hemingway (junto a Ordoñez) en una de las instantáneas que plasmo en el articulo que escribio en exclusiva para la revista LIFE al que titulo “Verano Sangriento”.

Un día como hoy pero de 1899, nacía en Oak Park Illinois, un suburbio de Chicago en Estados Unidos, el mítico Ernest Miller Hemingway.

Hoy recordaremos en esta columna aquel verano sangriento del 59, crónica de primera mano de Ernest Hemingway de lo que fue una temporada taurina brutal, y en la cuál se desarrollaron varios hechos sangrientos en los ruedos de España, que comenzaron en la Plaza de Toros de Valencia.

Por Luis CuestaDe SOL y SOMBRA.

Ernest Hemingway, escritor, icono americano, corpulento, con el pañuelo rojo al cuello y su pelo escaso escondido bajo su eterna gorra ladeada, aparece todavía en la memoria de los que lo conocieron en España, sentado en algún bar ante su mesa habitual, con su eterna copa, rodeado de un sequito de mozos vestidos de blanco y con pañuelos rojos también. Más allá de los ojos del escritor asomados a traves unas pequeñas gafas de montura metálica, su mirada, entre atenta y escéptica, a pesar de la ginebra matutina, parecía ver en aquellos días ardientes colinas, senderos indios, guerras o safaris en tierras africanas.

En su articulo de 1959 publicado para la revista LIFE, sus tres grandes personajes centrales fueron Antonio Ordóñez, Luis Miguel Dominguín y, por encima de ellos, el propio Hemingway. Desde el punto de vista taurino, la obra puede ser calificada como un testimonio original centrado en la competencia que a lo largo de la temporada de 1959 mantuvieron en los ruedos Dominguín y Ordóñez.

Luis Miguel Dominguín, el entonces número 1 del escalafón taurino y recién reaparecido en los ruedos un año antes, en la plaza argelina de Orán, y Antonio Ordóñez, el aspirante al cetro en una lucha a muerte entre dos espadas quienes a su vez eran cuñados y ambos compartían el mismo apoderado, con una peculiarísima visión, argumentando novelísticamente que ambos iban a morir en el ruedo en su encarnizada lucha por ver quién de ellos cogía el número 1 del escalafón.

Una de las primeras corridas que torearon en competencia Luis Miguel y Ordoñez fue en la corrida del centenario de la plaza de Valencia, en el año 1959. Luego lo harían el 14 de agosto en Málaga y el 15 en Bayona. El inmediato 17 compartirían cartel en Ciudad Real y el 21 lo harían en Bilbao.

Hemingway estaba dispuesto a tomar parte en ella como espectador, lo mismo que en aquella famosa guerra anterior, cuando sonaron de su mano las campanas al compás de su célebre novela. No en balde dijo cierta vez que “una guerra es algo que nadie se quiere perder” y, por supuesto, no quería perderse ésta.

Aquel verano Hemingway se embarcó en un bimotor de mala muerte, junto con las dos cuadrillas y los diestros, amigos y a la vez rivales. Allí estaba Hemingway apurando su botella de ginebra para aligerar las horas de vuelo. En aquella batalla se le notaba tomar partido por Ordóñez; había en su admiración un sentimiento de respeto, pero también un toque paternalista.

Quizás la presencia de su ángel tutelar salvó a Ordóñez aquel verano, en el que se veía salir a las plazas a un Dominguín, altivo como siempre, con una venda grapada en una pierna a fin de sujetar la carne de una pierna doliente y luchando en cada tarde por concluir la temporada. Después de cada corrida era necesario volver al avión para curar aquella traidora herida que le hacía caminar mal y evitar con dificultad las embestidas de sus astados.

De aquel verano sangriento, de aquel famoso triángulo, DominguínHemingway Ordóñez, los toreros vivieron durante más décadas; en cambio, el escritor murió a los pocos años.

A la postre, quizás resultó más fiel a sí mismo que otros escritores. Cuando el alcohol le apretó tanto que ya no pudo escribir cierta mañana al romper el día, se alzó de su lecho, buscó su rifle favorito y se pegó un tiro, de esta manera Hemingway puso fin al mejor de sus cuentos antes de entrar para siempre en el sendero de la gloria.

Es lo que digo yo.

Twitter @LuisCuesta_

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