
Fue uno de los nombres propios en el oasis de 2020. Ni el parón del coronavirus pudo con él. Y ha seguido reivindicándose en el año en curso. Un golpe de autoridad en Vistalegre por San Isidro y una declaración de intenciones en su asalto al territorio de los mandones hace una semana en Aranjuez le han puesto en boca de todos. El sevillano mantiene su refugio en el Campo Charro y lanza el órdago para competir de verdad con las figuras.
Por Javier Lorenzo.
La cita con Daniel Luque fue en Carreros, a tiro de piedra de Tellosancho, donde ya se crían los toros de Valdefresno, propiedad de Nicolás Fraile. En la preciosa y añeja plaza de Carreros había encerrado Nicolás Fraile tres hermosos toros al diestro de Gerena, que llega acompañado de su hombre de confianza, Juan Contreras. Cae el sol casi a plomo, el tímido riego apenas acaricia la polvareda. Hoy Luque no le pone excusas a nada. Amagó con rajarse el primero de Valdefresno, sin embargo, sacó un fondo que sorprendió a todos. No se rindió jamás y Luque, como le consintió, disfrutó esa reserva que solo encuentran quienes conocen los secretos del encaste Atanasio. Le plantó cara con autoridad y majeza a este y a los otros dos. Pronto se embadurnó el pantalón beige de sangre brava. Y la impoluta camisa blanca. “Para triunfar en la plaza hay que sufrir en el campo”, le repitió una y mil veces Contreras cuando Luque se ahogaba en el lodo cuando fue presa de sus propios defectos. Hoy su situación ha vuelto a cambiar. Y mantiene la táctica. Llegaba embalado de Vistalegre y espoleado por lo que se iba a encontrar en Aranjuez. El domingo acabó con el cuadro en su primer gran cartel de figuras de esta nueva andadura. Paró el tiempo toreando de capote y lanzó un aviso a navegantes. Tres orejas. Y más que los trofeos, las sensaciones. Luque va en serio y quiere guerra.
–En un año sin toros, el pasado, y de pocos festejos en lo que va de este, Luque ha ratificado su presencia y ambiente. ¿De qué ha servido este tiempo?
–Me ha servido, al final todo, para saber que detrás de todo lo que uno lucha y se sacrifica hay recompensa. Estos años de parón, de pensar, de tener pocas oportunidades y tener que dar el nivel máximo te genera una responsabilidad grande. Pero al mismo tiempo ves que la recompensa también lo es.
–¿En qué ha cambiado o mejorado en este tiempo?
–Personalmente he intentado volver a ser feliz. Estar tranquilo, quitarme esa losa de presión, saber que estaba pisando un sitio del que sabía que tenía que salir. Sabía que, en el momento que recuperara a la persona, lo iba a lograr. Sabes que soy hombre de pocas palabras y no me gusta adelantarme, pero ahora se que voy a salir a la plaza y no me voy a dejar ganar por nadie. Eso sí lo he aprendido para que no me suceda más.
–¿Dónde radica el cambio de actitud que le ha devuelto a ese sitio?
–Cuando llegas a tocar fondo hay que renovarse y empezar de cero. Una carrera nueva. Para arreglarlo sabía que no podía dejar pasar ni una, cada vez que me anuncie dar un nivel que no tengan más remedio que darme el sitio otra vez. Seguir mi camino con humildad y ser consciente de que cuando salga el toro tengo que darlo todo. Volver a sentir las sensaciones y controlar las emociones para ser libre en la plaza.
–Y así, de momento, ha servido para aparecer de nuevo en algún cartel estelar y que nadie se extrañe de su presencia…
–Ahora mismo tengo tardes y carteles soñados. Uno era Aranjuez. Me lo marcaba como la última tarde de mi vida. No me podía justificar diciendo que mi lote no hubiera embestido. Hay días que si no embisten los animales tiene que embestir uno. La responsabilidad de saber que se acaba el papel, que hablan de ti, que tienes que dar el 100%… No podía salir de la plaza sin dejar a la gente contenta. Ahora más que nunca hay que ser consciente del esfuerzo que tiene que hacer la afición para comprar una entrada tal y como está todo. Lo mínimo que podemos hacer es dejarnos el alma y que vean y sientan como tres toreros se juegan la vida de verdad.
–¿Motiva hoy torear con Roca Rey más que con nadie?
–Cuando llego a la plaza intento no mirar quién está a mi lado. Mi pelea es conmigo mismo, Cuando cuando soy capaz de llegar a donde quiero no importa a quien tenga al lado. Si en ese caso está Roca Rey, Morante o cualquier otra figura… cada uno es dueño de su pelea, de su profesión y carrera. Pero no te voy a negar que me motiva ¡Claro que motiva! No me voy a dejar ganar la pelea tan fácil. Ellos se que tampoco. Por ese se vivió lo que se vivió el domingo en Aranjuez.
–Lo que está claro es que al toreo, hoy más que nunca, le hace falta alguien que agite y espoleé a un escalafón demasiado conformista…
–De acuerdo. Al final te das cuenta que la gente quiere eso: rivalidad, motivarse, ir a la plaza y no saber de antemano qué va a pasar. Al final te das cuenta que es lo que atrae al público. A la masa. Con esa actitud sabes que va a pasar algo grande pero no sabes quién ni cómo lo va a hacer, eso motiva al público. Esa es mi lucha, que la gente quiera ir a verme. Y ahí está la pelea conmigo mismo, es lo que remueve mi cabeza. Hacer cosas en la plaza que a la gente le llegue y quiera verme.
–Y si esa actitud, no digo que no la tengan, pero sí que la trasmitieran todos los toreros al aficionado, ¿no estaría la Fiesta de otra manera a como está?
–La clave es no defraudar. Y que el que está ahí y paga, se divierta. El fue el domingo a Aranjuez estoy seguro que volverá… Tenemos que cuidar al aficionado que es, junto al toro, quien nos mantiene. Nosotros ponemos a disposición de sus emociones nuestro arte y valor.
–¿En esta fiesta que hoy vivimos solo caben los que se anuncian día sí y día también en los mismos carteles?
–Aquí hay sitio para todo el que sea capaz de hacer cosas que los demás no hagan, lleven el tiempo que lleven. Cuando no estés dispuesto a hacerlo, te quedarás en casa, pero si hacemos cosas que ellos hacen todos los días al final llegará y tendrán que dar el sitio a quien se lo merezca y gane en el ruedo. Si te ganas tu sitio, te lo van a dar.
–¿Y qué siente cuando ve que, tras su actuación, Morante coge las banderillas, Roca aprieta como nunca…?
–No te voy a engañar, me da satisfacción y más moral para seguir apretando. Que tus compañeros te arreen y tú seas capaz de hacerlo motiva. Y cuando ves que según se desarrolla la tarde cada vez se pone a más, a más… todas esas cosas, no soy tonto… Ya llevo años en esto y se cuando eres capaz de motivar a los demás. Ahora, no sé qué van a hacer el resto pero yo sí se que no me voy sin triunfar.
–Y ahora, ¿qué le preocupa más, seguir entrando en ese tipo de carteles de figuras o el miedo a que estas no le dejen paso?
–No creo que me vayan a frenar. Si me frenan es porque no soy capaz. Creo que son justos a la hora de facilitar el camino. Yo ya he estado en los dos bandos y se lo que hay que hacer para que te dejen entrar. A mí no me van a regalar nada, me lo tengo que ganar tarde a tarde. Lo que me preocuparía es no ser capaz de hacer cosas para que cuenten conmigo. Mientras sea capaz, lo demás no me preocupa porque se que llegará. Soy crítico conmigo mismo. Estos años no entraba en estos carteles porque no hacia cosas para entrar. Ahora, día tras día, demuestro lo que quiero hacer para volver ahí. ¿Y miedo? Más que miedo lo que tengo es confianza plena en mí. Por eso digo que la lucha es conmigo mismo para no defraudarme y no tener remordimiento de lo que pude hacer y no hice.
–¿Sigue siendo el toreo justo con quien se lo gana en el ruedo?
–Eso el público es quien se encarga de renovar. Y con el público, los empresarios. Cuando las cosas interesan, interesan y hay que ponerlos. Y cuando no, nos quedamos en casa. Soy consciente de que si no me lo gano me quedaré en mi casa. Todo lo que sea lamentarnos y echarle la culpa a los demás es porque en la plaza no hacemos lo que debemos. Si lo das todo en la plaza estoy seguro de que no va a haber problema para seguir ahí.
–Con sus palabras y sus hechos parece que no hay nadie que ahora sea capaz de bajarle de ese tren…
–Lo voy a intentar para que no me bajen. Por todos los medios. Tardes como la de Aranjuez, las temporadas pasadas que escribí triunfo a triunfo tienen que servir. Costará más o menos, pero tienen que servir. De tres o cuatro años para acá, no recuerdo una tarde que me quede en blanco por no saber meterle mano a un animal. Esa regularidad es la que te lleva a mantenerte y a que no te puedan decir tú aquí sobras y, sin embargo, digan este entra aquí porque es el que se lo está ganando. En la plaza hay que ser un perro de presa.
–¿Esa mentalidad la da haber sentido y sufrido olvido del toreo?
–Ya lo creo. Cuando he triunfado y me lo he ganado, he vivido lo más bonito del toreo y cuando no, lo peor. Cuando me dicen que cuál es el mejor consejo que se le puede dar a uno que empieza, digo que el único que hay es el del sacrificio y la entrega. Y ser fiel a tu concepto y a tu profesión. Luego llegarán los matices del valor, el arte, aquí entra todo, pero la entrega y las ganas de querer es lo que te lleva a no bajarte y a ser indispensable en todos los carteles.
–Y hoy, ¿con qué es capaz de sorprender Luque?
–Estoy dando el nivel en toros importantes, y creo que aún no me ha salido el animal que me puede hacer mostrar lo que llevo dentro. Hasta ahora han sido tardes de entrega. En Aranjuez estuve muy a gusto con el capote, con la espada estoy marcando buena regularidad, que otros años me ha privado de triunfos. Ahí sí es verdad que es donde ahondo y no me dejo bajar, pero también busco lo que uno siente y transmite en esa faena soñada que todos tenemos por hacer y con la que buscamos sorprender.
–Siendo de Gerena (Sevilla), ¿qué ha encontrado en el Campo Charro que se ha convertido en uno de los toreros más habituales?
–Me gusta mucho. Y lo suelo hacer dos o tres días cuando tengo citas importantes por delante. Me gusta y me siento muy cómodo. Por eso quiero mostrar mi agradecimiento. Los años que me costaba trabajo hacer un tentadero porque nadie me llamaba, tengo que agradecérselo a los ganaderos de Salamanca que me abrieron sus puertas. Por ejemplo, la familia del Puerto, José Juan Fraile, su padre, me han ayudado mucho. En cuanto levantaba el teléfono me abrían su casa y me pasaba un invierno entero. Y lo hacían conmigo en mis horas más bajas y cuando estaba en una posición en la que ni les podía matar las corridas ni nada. Ahí estaba el corazón y la amistad, tengo que agradecerle mucho. También a Montalvo… muchas de Salamanca que me han atendido cuando más falta me hacía.
–¿Y La Glorieta no le motiva?
–Tanto que casi me obsesiona. No te quepa ninguna duda. Es uno de mis grandes retos. Es una plaza que me motiva mucho, una afición muy importante y buena. Y además, creo que soy un torero que puedo encajar muy bien ahí.
–Por aquí es un gran desconocido, apenas una tarde de matador de toros (Alba de Tormes, 2015) y un mal recuerdo en su etapa novilleril, aquella polémica de Tamames, cuando se denunció públicamente que se negó a torear porque no afeitaban la novillada. ¿Cree que ha cumplido ya el castigo?
–Era un niño y siempre uno comete errores y los asumo porque eran a torno a mí. ¿Yo qué sabía en aquel momento si eso era así? Yo tenía 16 años y entonces no llevas las riendas de nada. Aquel día no llegué ni a venir a Salamanca y todo lo que se montó… Y también te digo si en aquel momento (en referencia lo de Tamames) hice algo mal soy el primero que pido disculpas. Es verdad que era un niño pero no son excusas. Soy capaz de pedir perdón. Aún así no creo que aquello sea el motivo de que no haya debutado aún en Salamanca ni de que apenas haya toreado por aquí. Aún me faltan cosas para ganármelo y voy a luchar por ello.
Publicado en La Gaceta de Salamanca