Jesús Soto de Paula: “Sevilla es el templo prometido del toreo”

El escritor jerezano publicará un artículo diario en ABC durante la Feria de San Miguel.

Por Alberto García Reyes.

Jesús Soto de Paula (Jerez, 1974) es un escritor de interminables medias verónicas. Nunca le da ojana al folio. En sus cinco libros ha hecho inventario de las ‘espantás’, los clamores, las diabluras, los azabaches y los mitos. A partir del domingo publicará en ABC un artículo diario durante la Feria de San Miguel titulado «Molinetes y trincherazos», un resumen perfecto de su forma de escribir y pensar. Porque Jesús, a su manera, torea en el papel como su padre, el mítico Rafael de Paula, toreaba en la plaza.

Sevilla, Jesús, por fin Sevilla.

Sevilla es el templo prometido del toreo, la arena que ansía la mayoría de los toreros y el marco donde a un pintor le gustaría pintar o esa hoja en blanco donde un escritor quiere escribir.

Como dice la seguiriya, «cambiaron los tiempos, he cambido yo». ¿Ha cambiado la afición?

Cuando empecé a ser aficionado a mediados de los ochenta era otra cosa. Ha cambiado y en cierta manera para mal, pero hay reductos que conservan ese saber esperar. El arte precisa ser esperado. Sólo aquel que sabe esperar, sabe apreciar. Sevilla tiene ese gusto también por saber esperar y distinguir, saber chanelar. Eso lo tenemos en Sevilla, Jerez y el Puerto, reductos en los que se conservan esos ojos y esos oídos que hacen falta para ver y escuchar el alma.

Esta es la cuna del silencio.

Para mí Sevilla lleva como música inextirpable el silencio, que es la antesala de toda creación. Un pintor no puede pintar sin silencio. Un escritor o puede escribir sin silencio. Nos hace falta el silencio y la soledad, pero en el toreo tiene un prisma más dramático porque está delante el toro. Cuando el torero que tiene algo que decir, el silencio es primordial, es su verdadera compañía, necesita vestirse de ese silencio como se pone la taleguilla para luego poder expresar o no, según se dé el toro, esa soledad rítmica y esa música, si es que la tiene.

¿Le gusta el toro contemporáneo?

Me preocupa mucho. Existe un toro demasiado comercial porque se ha pecado de nobleza. El toro malo, el que no embiste, está bobalicón, es decir, existe el toro malo en manso incluso en las ganaderías consideradas duras. Me preocupa el ‘monotoro’, aunque no me gusta la palabra, pero existe menos diversidad en los encastes, hemos perdido el acento de la sangre. Me preocupa la falta de bravura, aunque también digo que cuando sale hoy día un toro bueno, sale embistiendo mejor que nunca porque la selección de la bravura y la nobleza nos ha llevado a eso. También existe un toro más grande que nunca en cuanto a volumen y trapío, pero nos falta esa sangre que antes existía más.

¿Y el torero contemporáneo?

Yo este tema lo llevo en los huesos. Me siento un poco exiliado, huérfano en cierto sentido porque pertenezco a una generación distinta. He visto torear de otra manera, que no es mejor ni peor, pero sí diferente y en muchos sentidos única. Uno es lo que vive y yo he tenido la dicha de ver las últimas décadas gloriosas con Rafael de Paula, Curro Romero, Antoñete, Manolo Vázquez, Curro Vázquez, Pepe Luis hijo… Yo me siento todavía ahí. Hacían el toreo como es, fue y será, son toreros atemporales. Por eso yo procuro escribir atemporal.

¿Y no encuentra luz hoy?

Sí, estamos en estos dos últimos años en la reivindicación de lo clásico. Afortunadamente hay una nueva corte de toreros que no traen nada nuevo, pero traen lo eterno. En el toreo está todo inventado menos el acento que uno le ponga. Que hoy haya toreros como Morante, Urdiales, Juan Ortega, Pablo Aguado… eso es un grito a la esperanza que seguimos escuchando con mucha ilusión.

Publicar en ABC Sevilla.

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