
El pasado mes de septiembre se cumplieron seis años de la suspensión de corridas de toros en Coahuila. Los festejos taurinos en Saltillo se arraigaron principalmente en la tradicional feria anual celebrada los últimos días de septiembre y los primeros de octubre.
La feria atraía a una gran afluencia de visitantes, la economía se fortalecía en gran medida por las numerosas transacciones e intercambios comerciales, de igual manera, la festividad tenía un profundo sentido religioso, centenares de fieles asistían a visitar al santo patrono Santiago y al Señor de la Capilla, otro aspecto importante, todos los días de feria se celebraban corridas de toros.
En el Archivo Municipal de Saltillo se encuentra un registro documental con fecha de 23 de septiembre de 1712, es el primer edicto para celebrar una corrida de toros en la villa del Saltillo. Se cree que desde mucho tiempo atrás se daban festejos taurinos, es probable que hayan ocurrido poco después cuando se trajeron los primeros bovinos en 1608.
La lectura del documento en referencia revela cosas muy interesantes, aquí dejamos íntegra la trascripción:
La justicia mayor de la villa de Santiago del Saltillo emite los edictos siguientes:
1º. Que cerquen la plaza para la lidia de toros. En la Villa de Santiago del Saltillo de la Gobernación de la Nueva Vizcaya, en tres días del mes de septiembre de 1712 años, el Capitán Andrés Galindo, alcalde mayor y capitán a guerra de la dicha villa y su jurisdicción por su majestad, hago saber a todos los vecinos estantes y visitantes de esta dicha villa y su jurisdicción, como estoy avisando y la república lo está también del general don Fernando Pérez de Almazán como el Señor Gobernador y Capitán General de este Reino le tiene proveído por visitador general de esta villa y del Valle de esta María de Parras y la jurisdicción, y para que su recibimiento sea con el aplauso que sus prendas y atención merece, se ha determinado lidiar toros en la plaza pública de esta Villa y porque es necesario que según se acostumbra los vecinos cercar la plaza siempre que se lidien toros en ella.
Por el presente mando, que sin excusa ni replicato, todos los vecinos estantes y visitantes acudan a cercar la plaza con pena de cinco pesos por mitad cámara de su majestad y gastos de justicia, que desde luego a los inobedientes pasaré a ejecutar y sacar de sus bienes la dicha multa, dando a los contraventores de este mi auto por incursos en ella y el tiempo para que haya de estar cercada la dicha plaza ha de ser a postrero de este presente mes, y para que ninguno pretenda ignorancia, mando que este auto se pregone en las puertas de las casas reales en concurso de vecindad para que llegue a noticia de todos y se ponga a efecto de haberse ejecutado; así lo proveí y mandé y firmé actuando como juez receptor con los testigos de mi asistencia a falta de escribano público y real que no lo hay en esta dicha Villa, ni en más de cincuenta leguas de este contorno doy fe: Rúbrica Andrés Galindo Juan Galindo.
EL LUGAR DE LAS FAENAS
Durante buena parte de la época colonial, los festejos taurinos se realizaron en la parte norte de Plaza Real, hoy Plaza de Armas; por ser la zona más plana de la plaza.
El coso provisional que servía para la lidia de toros, era de forma ochavada, incluía: palcos para la autoridad, gradería para el público y corrales para los astados. Por cuestiones de espacio, en 1807 las celebraciones taurinas se trasladaron al antiguo pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala, justo frente al atrio del templo de San Esteban.
Previo a la celebración de la feria anual, el cabildo autorizaba sacar a pregón la subasta de la renta de la madera para levantar la plaza de toros; en el mejor postor recaía la responsabilidad de proveer los toros, armar la plaza provisional, tendidos, puestos, cajones y las cocinas donde se preparaban platillos regionales y el tejuino, bebida fermentada de maíz.
A partir de que México logró su independencia, la tradición de las corridas de toros siguió e incluso aumentó. Fuera de la famosa feria se realizaba en cualquier época del año.
El 4 de noviembre de 1841, la autoridad municipal nombró a un grupo de ciudadanos para determinar el lugar donde debería construirse una plaza de toros permanente. Los integrantes de la comisión dictaminaron la factibilidad de la edificación en el terreno que antiguamente ocupaban las Casas Consistoriales, sede del gobierno local, hospital y cárcel del antiguo pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala.
Estas habían dejado de funcionar en el año de 1834, cuando el antiguo pueblo de tlaxcaltecas se fusionó con la vecina villa de Santiago del Saltillo, formándose una sola entidad jurídica.
EL DATO
De 1712 datan los registros de corridas de toros en Saltillo, aunque se cree que fue antes de ese año, puesto que el ganado bovino fue traído a estas tierras a principios del siglo 17.
La celebración de los festejos taurinos no podía faltar, ya que constituían una atractiva fuente de recursos económicos.
En 1841, el Ayuntamiento de Saltillo nombró una comisión para escoger un lugar en dónde poder construir una plaza de toros fija, ya que los festejos se realizaban en improvisados tablados en plazas públicas y la construyeron entre Pérez Treviño, Allende y Padre Flores.
Publicado en La Vanguardia