Por Carlos Ilián.
No podía faltar en la celebración del título de Copa del Betis un detalle torero. Y el más torero de los futbolistas españoles, el de más arte, Joaquín, recibió el homenaje de un brindis, el de Diego Urdiales, que encendió La Maestranza. Faltaría más. Ese brindis tuvo torería y sinceridad. Un momento arrebatado en una tarde de bueyes, los de Jandilla, y que se salvó del petardo total gracias al genio del sexto toro. Genio, mucho, pero escasa bravura. Así lo confirmó la querencia del toro a tablas al final de la faena de Manzanares.
Una faena premiada con una oreja de muy poco peso. Manzanares toreó hacia fuera y metió pico. Ocurre que vendió con habilidad de veterano su trasteo ante la embestida en tromba del toro. Por el pitón derecho se acompasó mucho mejor pero con altibajos. La gente, aburrida de tanto buey, se encandiló con la movilidad del toro y con la respuesta del torero. En su primero cortó por lo sano con brevedad la masa de kilos y mansedumbre que tenía delante.
Morante de la Puebla se extendió con entusiasmo en su primer toro y no faltaron las verónicas a cámara lenta ni una larga faena de muleta con momentos desperdigados de mucho empaque, especialmente en los redondos con su sello de torero purísimo, sin faltar algún que otro muletazo al natural inmaculado. Pero la cantidad fue devorando a la calidad y, aunque hubo petición de oreja, el palco midió mucho el conjunto y no la concedió. En el cuarto, un toraco a la defensiva, se excusó de intentarlo.
Diego Urdiales, que se ha ganado a Sevilla después de su triunfo en septiembre, se exigió de verdad para estar muy por encima de su lote dejando algunos momentos de perfecta colocación e indiscutible temple. Siempre en los terrenos donde hay que apretarse, siempre dispuesto a ofrecer el engaño plano y en la cara. No podía haber otro argumento cuando delante solo hay embestidas con la cara arriba y un tranco cochinero.
El cartel de hoy: Toros de Victorino Martín para Antonio Ferrera y Miguel Ángel Perera, mano a mano.
Toros Marca
