Toros de 3 años 3

Por Jaime Oaxaca.

Todos los reglamentos taurinos en vigor en este país dicen con claridad que los toros deben lidiarse de cuatro años de edad y los novillos de tres, con la cornamenta íntegra. Eso es una vacilada.

Por las razones que cada quien tenga, pero son pocos los ganaderos que cumplen con lo estipulado. En México, la mayoría de las corridas de toros se realizan con animales de tres años. Guadalajara y Mérida, se dice, son las únicas plazas donde asiduamente echan al toro. En forma ocasional se lidia en otras plazas.

El pasado 15 de octubre se lidió un encierro de la ganadería de Zacatepec en Guadalajara. Los hermanos Muñoz Reynaud: Bernardo, Juan Pablo, Alejandro y Mariano, fieles a su tradición, mandaron toros con la edad y el trapío que indica la honradez y el reglamento.

Publicaron en el Facebook de su ganadería cuatro imágenes de cada toro que mandaron. Fotos de los cumpleaños de los bureles. De un año, cuando fueron añojos; de dos, cuando erales; luego de tres años, cuando utreros o novillos y, finalmente, cuando llegaron a la mayoría de edad: cuatro años.

Esas fotos debieron caer como patada en la cara en los ganaderos que “echan adultos de tres años”. Por supuesto, los aficionados lo festejaron. Si todos los ganaderos lo hicieran nuestra tauromaquia tendría seriedad.

Las fotos publicadas las edité. Quité los cumpleaños 1 y 2, sólo dejé las de tres y cuatro años de cada astado. Se capta la diferencia entre adolescente y adulto, la cornamenta, algunos pelos, la corpulencia y musculatura, la seriedad de la cara. En los de tres años se aprecia que la cornamenta aún no da la última vuelta, le falta una curva.

Esas fotos de los utreros son como casi todo lo que lidian en nuestro territorio, cornamentas horizontales, no se han desarrollado totalmente, tienen pelos parados. Pero el animalito da el gatazo, además, el público se traga todo, no sabe que protestar es válido.

Así es nuestra fiesta mexicana desde hace muchos años. Lo normal, lo común, el estereotipo, lo habitual, es que se lidien “toros de tres años”. De la integridad de las cornamentas y bravura, mejor ni le movemos.

Con esas trampas se lesiona la tauromaquia. Se lacera la autenticidad y el heroísmo, virtudes que tanto cacareamos. Por si fuera poco, se estafa al público. Existe un acuerdo tácito entre toreros, ganaderos empresarios, jueces de plaza, prensa; todo mundo en silencio, en complicidad. Aquí no ha pasado nada

No hay que ser Sherlock Holmes para intuir que los toreros, matadores y subalternos, son los únicos beneficiados con lo de la edad y las cornamentas, pero todos son culpables. Sin embargo, legalmente el pecado es de los jueces de plaza porque son los que aceptan los animales para que se lidien. Algunas veces, los jueces son comparsas; otras reciben honorarios de la empresa, es decir, trabajan para ella; otras no pueden controlar a la marabunta de profesionales que los presionan para que acepten todo. Por si fuera poco, son víctimas del valemadrismo de los ayuntamientos y sus presidentes municipales que los nombran y no los apoyan.

Quizá alguien piense que modificar el reglamento evitaría el engaño. ¡No lo creo! Seguro, al día siguiente los empiezan a echar de dos. Mejor ni le meneamos. La situación no cambiará, al menos no para bien y calladitos nos vemos más bonitos.

Mientras no se prohíban las corridas de toros en nuestro país, seguiremos con nuestra mini fiesta, lidiando toros de 3 años 3.

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