Hace poco más de un siglo, cuando los toreros eran grandes héroes populares, se consolidó la figura extraordinaria de Juan Silveti. Recio, bragado, enamoradizo y conquistador, el pueblo y la prensa lo llamaron de distintas maneras: Juan Sin Miedo, El Meco, El Tigre de Guanajuato, Belmonte Mexicano, El Hombre del Mechón, El Resucitado o El Hombre de la Regadera, por aquello de que “bañaba” a sus alternantes. El pintoresco lidiador guanajuatense dejaba caer un abultado mechón de pelo negrísimo sobre la frente, se ajustaba el barboquejo del tocado a la altura de los labios y cargaba tremendo pistolón al cinto, por si las moscas.
Inconfundible: ademán cerril, corpachón basto, un puro en la boca, traje de charro con alamares plateados y el sombrero bordado con calaveras y dos fémures cruzados. Siempre echado pa’lante, fue un torero macho de personalidad arrolladora.
Ídolo de multitudes, llenó páginas con anécdotas multicolores y sufrió cornadones espantosos, treinta y dos en total, sin jamás victimizarse. Al contrario, mostraba con orgullo las laberínticas cicatrices de aquellos percances y las que le dejaron cuatro balazos y dos puñaladas en distintas reyertas callejeras. Juan era entrón en la plaza y en las pulquerías.

Entre la consagración del Meco y la encerrona de su bisnieto Diego mañana en León, pasando por la finura de su heredero Juan, el valor inconcebible de Alejandro y la sublime interpretación de David (que dio al toreo un sentido épico), media más de una centuria de categoría de la dinastía Silveti, sin cuya mención no podría contarse completa la dilatada historia del toreo en México. Sobre los hombros de Diego se concentrará todo ese legado dentro de unas horas en la plaza más iluminada.
En realidad, la dinastía Silveti alcanza los 109 años de existencia, si consideramos que su fundador Juan Silveti Mañón hizo su presentación como novillero en la plaza de toros El Toreo de la colonia Condesa el 29 de marzo de 1914 alternando con Nacho Gómez en la lidia de ejemplares de la ganadería mexiquense de Santín. Se trató de una corrida mixta, pues el matador Eligio Hernández “El Serio” despachó dos toros de la misma procedencia. Silveti desorejó a sus enemigos y fue llevado a hombros hasta el hotel Casablanca.
Eran los tiempos en que bellas mujeres y trajeados chambelanes hacían el despeje de las cuadrillas a bordo de elegantes “landós” tirados por caballos. Al final de la temporada sumó Juan 14 festejos, uno de ellos el de su beneficio, convirtiéndose en el nuevo ídolo del público de la por entonces tranquila y limpia capital metropolitana.
Publicado en Meridiano


Una respuesta a “Lujo dinástico Por Heriberto Murrieta.”
Buenas tardes Joven Murrieta, tengo 1 tomo de programas de toros en México , y 1 tomo de pinturas ó pósters de diversas suertes de toreros españoles, ambos tomos del año 1888. Su servidor Carlos cel. 5510775245, gracias.