Se fue Joaquín Galdós ¿y ya?, “ahí muere”

Tendrá alguna repercusión la perversa conducta del torero peruano Joaquín Galdós. ¿Se vale que llegue a Tlaxcala, le vea la cara de tarugo a todo mundo y se marche muy campante?

En la corrida del pasado sábado Galdós se negó a matar un toro. Se fue a refugiar al callejón y le valió gorro todo lo demás; por si fuera poco, había mandado a su picador a masacrar al toro en la suerte de varas. Corre el rumor que lo multaron y suspendieron por un año, a Galdós, eso es falso.

Qué funcionario estaría en su oficina listo para actuar la noche del sábado de semana santa. Ya lo harán, pero hasta que lean el reporte del juez, suponiendo que existe ese reporte.

Es evidente que el juez de plaza no tiene facultades para calificar. Ese sábado se hubieran llevado al torero a la cárcel, eso si procedía, hubiera sido lo correcto. Ahora, a toro pasado, hay que seguir el procedimiento legal.

Alguien me dijo que meter a la cárcel al torero era demasiado. Yo creo que no. Recuerdo al Pana yendo a chirona por una mentada al juez. Es más grave dejar al público con palmo de narices que echar una simple mentada. Si alguien estafa a la afición es un delincuente y como tal hay que tratarlo.

Además de la reprobación del público que le gritó de todo al peruano, no sucedió nada más. No hubo sanción. Eso sí, el limeño toreará en Aguascalientes el jueves 20 de abril en “la corrida de la defensa de la tauromaquia”, como dice Catón: háganme el “refabrón cabor”.

Ya agarraron al público de Tlaxcala de su puerquito. Les gusta para sus berrinches. Acordarse lo sucedido en la feria pasada, en la corrida nocturna del 2 de noviembre. Octavio García El Payo vino en el papel de truhan, no quiso saber nada de sus dos toros, él no se refugió en el callejón, pero en ambos tomó la muleta, dio dos trapazos y se tiró a matar inmediatamente, sin que se le sancionara. Al fin que en Tlaxcala todo se perdona, pensarán los toreros.

En la corrida de La Gloria del pasado sábado, estuvo en el coso la Secretaria de Turismo del Estado, es cierto que estaba como aficionada no como funcionaria, pero se percató de lo que pasó. Estaba el Director del Instituto Taurino de Tlaxcala que es matador de toros. También estuvieron los responsables de la tauromaquia de Apizaco y Huamantla, entiendo que ninguno tiene injerencia en lo sucedido, pero una opinión sí la tendrán, máxime que ambos son matadores de toros, uno de ellos está en activo.

Tiene que haber respuesta. Algo que haga sentir a Joaquín Galdós que no puede llegar a Tlaxcala, defecarse en el público, en su fiesta y marcharse como si nada. Lo acontecido fue nota de primera plana, todo el mundo taurino se enteró. El peruano puso en el ridículo absoluto a una de las ciudades más taurinas del planeta.

Una pena económica es difícil que proceda, el pillo jamás regresará a Tlaxcala, hasta se pudiera dar el caso que la empresa la pagara. Deberían pensar en algo para que Joaquín Galdós sienta que es repudiada su actitud, quizá una carta a las agrupaciones de profesionales del mundo taurino, en la que se le haga ver que es indeseable en Tlaxcala, o lo que juzguen conveniente, pero no puede quedar impune la estafa de la que fue víctima la afición de Tlaxcala.

O qué, se fue Joaquín Galdós ¿y ya?, “ai muere”.

Fotos y texto: Jaime Oaxaca.

Deja un comentario