Así vio la prensa la actuación de Isaac Fonseca en Las Ventas de Madrid.

Isaac Fonseca llego a su confirmación en Madrid con una maleta llena de ilusiones y en un camión fuertemente custodiado por elementos de la policía y cámaras de video que iban transmitiendo su llegada en vivo como en una especie de reality show, convirtiendo aquello en un espectáculo que en mi opinión rayó en la exageración y en el mal gusto. Como si Isaac Fonseca fuera un personaje famoso de alguna televisión tercermundista o un boxeador.

Lamentablemente su lote no le permitió alcanzar la gloria anhelada y su actuación, aunque firme, fue algo gris ya que no tuvo un lote de triunfo, pero tampoco pudimos verle algún avance en su tauromaquia más allá de la firmeza que suele imprimirle a sus actuaciones. Hoy Fonseca fue como un proyectil nuclear, pero que no alcanzó a detonar.

Tras esta tarde el panorama se ve muy complicado en su temporada europea, ya que había puesto todas las esperanzas en su confirmación, pero la suerte, su poco rodaje como matador y por momentos sus excesivas ganas de triunfar le han jugado una mala pasada y le nublaron la razón en algunos pasajes de su actuación, especialmente con el sexto de la tarde.

Hay que torear mucho para evolucionar y más en sus condiciones. Pero lamentablemente Fonseca parece que no ha querido torear lo suficiente, especialmente en su país, en donde despreció varios contratos en seriales muy importantes.

Previo a su confirmación en Madrid declaró en una entrevista que su meta este año era comprarse una casa y ojalá que así sea. Es importante en cualquier profesión tener objetivos a corto, mediano y largo plazo. Pero también lo es dejar de vivir en la fantasía y en un romanticismo mal infundado. Fonseca lo que más necesita hoy en día no es una casa, sino una buena esquina como algunos de los boxeadores que intento emular en el reality show de su llegada a Las Ventas. – Luis Cuesta.

De SOL y SOMBRA.

“Nada hay peor para un artista que su público pidiéndole la hora. Con lo toreras que son las obras medidas. Caso omiso a esa regla hizo también Isaac Fonseca, que viajó en un autobús de la EMT hasta Las Ventas. Era la tarde de su confirmación: Optimista se llamaba el de la ceremonia, manso de solemnidad y con dos perchas de aúpa. Hasta de su sombra huía. Aguerrido y provocándole, el azteca se centró en el lado derecho y desgranó dos series muy intensas, que por el izquierdo se vencía y le envió varios avisos. Aunque para recados, los presidenciales. No se puede alargar tantísimo una faena, por Dios y por la Guadalupana. «¡Viva México!», gritaron en ese primero, que luego tuvo obediencia, y en el sexto, con más opciones. Tiró ahora de arrojo y de distancias el de Morelia, exhibiendo ese valor que asusta y atrapa, pero sin llegar a encontrar el impacto que necesitaba para navegar en este difícil mundo del toro” – Rosario Pérez (ABC).

“Antes del paseíllo es vox pópuli que el mexicano Isaac Fonseca ha llegado a la Plaza en un autobús de línea regular, acompañado de su cuadrilla. Me gustaría saber quién ha sido en lumbreras que alumbra este tipo de genialidades. Cualquier día se inventan el recorrido en patinete o sobre patines o… vaya usted a saber. Mi opinión: la ida de los toreros a la Plaza es un rito ancestral, lleno de misterio y recogimiento. Siempre se ha dicho que en el trayecto del hotel a la Plaza, el silencio se corta, las miradas se pierden y el miedo de disimula con dificultad. Y más cuando el destino es la Plaza de Las Ventas. Frivolizar este instante previo a la corrida me parece, además de una chorrada, una desconsideración y una insensatez. Supongo que Fonseca y compañía tendrían en su poder el bonobús o cualquier tipo de tarjeta de transporte, porque ya sería la repera que los toreros, vestidos de luces, hubieran tenido que ir con la calderilla en la mano o el monedero en el chaleco bordado en oro, plata yo azabache. Le digo a usted.” – Fernando Fernández Román (República).

“El mexicano Fonseca apenas pudo pasar discretamente en el toro de su confirmación, un buey bajísimo de casta. Pero el torero es de los que no se rajan y en el sexto, que se movió con más genio que casta, no desperdició una sola ocasión, dede echarse de rodillas para un pase cambiado y luego ponerse sin remilgos a pasarse por delante la embestida nada generosa del toro. Por ambos pitones dejó muletazos intermitentes, algunos más templados que otros ante la forma de derrotar en la salida de cada uno de ellos. Se la jugó en esos muletazos inventados por Juan Bautista que vienen a ser bernardinas sin estoque, más o menos. Liquidó de una certera estocada y deja claro que estamos ante uno que sale a no mentir.” – Carlos Ilián (Marca).

“Sensación de frialdad en el ambiente en una faena (con su primero) donde no logró conectar al público del todo, al no haber casi ligazón entre pase y pase, alternando uno bueno con tres malos. Estocada tendida tras pinchazo y dos avisos. Ovación con saludos tras petición para el buen hacer de Isaac Fonseca ante el venido a menos cierra plaza. Fonseca, a vida o muerte. Ese sería el resumen de la faena del mexicano – Burladero.tv.

Fonseca intentó que la interminable corrida tuviera un final feliz. Se estiró a la verónica con el sexto sin lucimiento a causa del viento, y con la muleta en las manos se hincó de rodillas en los medios y desde allí citó del lejos al blando y noble animal que hizo sexto. Muy dispuesto e intenso, Fonseca se separó del toro y por dos veces citó de nuevo de largo y se mezclaron los enganches con los muletazos estimables y una desbordante ambición.

El primer toro de José Vázquez huyó de los capotes, recorrió el anillo un par de veces y no había manera de pararlo. El tercio de varas fue un desorden absoluto, y la ceremonia de la confirmación larga y cansina. Isaac Fonseca, que era el confirmante, lo intentó de veras con ese primer oponente que embestía con la cara alta, sin clase y sin gracia. Toda su labor transcurrió en silencio, a la expectativa, pero no pasó nada. Bueno, pasó que el torero mexicano escuchó avisos, prueba de que no tenía prisa por acabar.” – Antonio Lorca (El País).

«Llegarán más tardes». Así ha respondido el mexicano Isaac Fonseca este 15 de mayo a los micrófonos de OneToro tras lidiar al sexto del festejo, un animal con el que lo intentó todo: «A lo mejor he querido hacer demasiadas cosas», exponía sobre su actuación.

“No dijo demasiado el primero de los dos remiendos de José Vázquez que hizo las veces del toro de la confirmación de Isaac Fonseca. Un mansurrón muy suelto en los de brega, yéndose de largo hasta tres veces al caballo de Héctor Vicente, quien lo tuvo que picar desde el estribo después de que el toro derribase al equino en el primer encuentro. El mexicano primó la colocación a la ligazón en esa faena que inició genuflexo en redondo, buscando el pitón contrario, metiéndole la muleta en el hocico. Madrid lo respetó pero en ningún momento crujió con toro y torero, aunque los finales atisbaran algo más de frescura. Mucha entrega despachó el joven matador de Morelia ante el inválido y desrazado 6°, que no sirvió y con el que Fonseca volvió a tirar de recursos de valor, pero sin llegar a estructurar en ningún momento la faena con los tiempos, las alturas ni las distancias, carente de una técnica que pareció quedarse en el bus de la EMT en el que apareció. – Darío Juárez (Por el Pitón Derecho).

Fonseca, llegó en autobús y salió a pie camino del coche de cuadrillas. Lo hizo dejando constancia de su valentía, jaleado por los muchos mexicanos presentes en la plaza, deseosos por tener un torero que tome el relevo de nombres ilustres de un país que tanto lo necesita, por muchas razones.” – Paco March (La Vanguardia).

“En los tendidos, y a excepción de lo sucedido en ese cuarto, hubo unos cuantos más bostezos. Isaac Fonseca, que confirmaba, demostró en primer lugar que los toreros también viajan en autobús. El mexicano llegó vestido de luces a Las Ventas en su día más importante como matador de toros en un bus de la EMT. Fue el toro de la confirmación un ejemplar de José Vázquez de nombre Optimista. Pero no transmitió el ejemplo de su nombre a la faena, fruto de su mansedumbre. Estuvo serio el mexicano con él, pero sin transmitir al público. El que cerraba plaza, de El Parralejo, permitió un buen tercio de banderillas de Juan Carlos Rey, que saludó montera en mano. Comenzó Fonseca de rodillas, que hilvanó una serie sobre la diestra jaleada por el público. Desgraciadamente el toro pronto se apagó, y el viento hizo el resto.” – Roberto Marbán (El Debate).

“El toro de la confirmación de alternativa de Isaac Fonseca, perteneció al hierro de José Vázquez. Muy aquerenciado, pareció dejarse en el inicio genuflexo del mexicano, que gozó del apoyo de multitud de compatriotas que le brindaron calor. Nada de lo que pareció, Fonseca planteó una faena en los medios que entre el aire y la condición del animal, quedó en poco más de dos notables tandas. Entre vivas, repartidos para España y México, le sonó el primer aviso toreando y enterró el acero a la segunda, con el descabello escuchó el segundo aviso y todo quedó en silencio. El que cerró plaza salió con brío y llegó a la muleta por definir. Aprovechó la alegría de Hostelero para darle distancia y montar un taco. Pronto y en la mano. Tandas de tres y el de pecho, ofreciéndosela muy alante y vaciando donde podía. La endebleza del toro era la traba en los naturales atalonados y los derechazos de riñones encajados. Trabajo ímprobo en los medios y baldío en el tercio. Entre vivas a México y España, de nuevo, Fonseca, de nuevo, se la estaba jugando. Volvió a terminar entre el uy y el olé, queriendo amarrar un trofeo, antes de dejar una estocada que precedió a una petición insuficiente.“ – Mario Gómez (La Tribuna de Toledo).

Isaac Fonseca también se alargó, sin brillo, ante el descastado de su confirmación de alternativa, con el que se asentó y centró más mediado el trabajo. Ya el sexto fue el más hondo y aparatoso de los de El Parralejo, pero a su manejable condición no aunó la necesaria fuerza para aguantar la voluntariosa actitud del joven azteca, que puso más decisión que temple para intentar no irse de vacío en una tarde tan decisiva.”- Paco Aguado (EFE).

“No se entiende la decisión del exmatador y ganadero Carlos Cancela, apoderado de Fonseca, al que ha formado en su escuela de Colmenar Viejo, de echar por delante para la ceremonia de su pupilo el bicorne de Vázquez, una divisa histórica que atraviesa un pésimo momento. Y las previsiones se cumplieron, ya que el animal -paradójicamente llamado Optimista– fue un mansazo que ni siquiera permitió a su matador estar valiente. Es verdad que lo intentó, quizás un poco acelerado, pero daba igual: no había nada que hacer.

El último, ya de la divisa titular, que como todos los ‘parralejos’ cumplió en el caballo, parecía otra cosa. No sólo visto desde los tendidos, sino que el propio mexicano lo vio claro y lo brindó al público tras un buen tercio de banderillas protagonizado por Juan Carlos Rey, que se desmonteró con toda justicia. Y ahí se acabó casi todo, aunque la insistencia de su matador le dejó al menos cascabelear un par de tandas de redondos y naturales para cerrar con tan ajustadas bernadinas que los pitones le rozaron su pequeña anatomía.- Emilio Martínez (Madrid Diario).

“Optimista, cinqueño como toda la corrida, salió con razones fundadas para el pesimismo: no sólo por su pregonada mansedumbre, sino también por su cortedad de cuello y su escasa humillación. Al fin y al cabo, el manso fue tratable y obediente, pero únicamente descolgaba en el embroque. Fonseca, tras el desorden típico del toro que no quiere caballo, optó por el peor de los caminos : la ortodoxia. Fonseca ortodoxo, bien colocado y a piñón fijo pegando pases resulta vulgarón. Kilométrica faena. Un aviso antes de perfilarse para la muerte. Otro tras los fallos con el acero. Fonseca se desinhibió de todo corsé y atacó con el cuchillo entre los dientes con el estratosférico sexto, un pavo. Lo dio todo. Desde el temerario prólogo de rodillas al epílogo aterrador con la muleta en la espalda, por nimeñas. Entre uno y otro, un trajín con un toro que pareció dañado de apoyos. Quiso más que pudo, boyancón, demasiado con esos casi 600 tremebundos kilos. Otro aviso -vaya tarde de avisos-, un espadazo a ley. No cuajó la petición pero recobró su crédito por un camino que ni debió, ni debe, abandonar. Es jodido, pero es así.” – Zabala de la Serna (El Mundo).

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