Por Julio Gonzálvez.
Cualquier feria del gran circuito de la temporada taurina, es decir, desde Olivenza a San Lúcas, en Jaén, todas las que se celebran de marzo a octubre, deberían tener la obligación de anunciar, al menos, una novillada picada. Que es, o debiera ser, como en otras épocas más gloriosas para el escalafón inferior, un escaparate para el futuro. Una apuesta por la continuidad del espectáculo. Un guiño al mañana, al futuro que está a la vuelta de la esquina. Tendría que ser norma. Tendría que ser un compromiso de los empresarios en cualquier abono que se anuncie con más de dos corridas de toros. Almería, y hay que dar gracias a la empresa Lances de Futuro, que las dos feria que ha organizado en nuestra “guapa”, ha habido novilladas. Un ejemplo, por desgracia no en todas las plazas es así. Las dos primeras partes de las tres en las que se puede dividir la temporada taurina son una larga travesía del desierto para el escalafón novilleril, sin apenas oportunidades para los novilleros. Buscar nuevos valores de marzo a finales de agosto es una utopía, tanto como para ellos desempolvar del armario un terno de torear.
Amigo aficionado, ¿Cuánto tiempo hace que no sale lanzado un novillero de Las Ventas? Un torero que tras actuar en Madrid salga con el ambiente necesario como para darse a conocer y acudir a las ferias del resto del curso como uno de los nuevos alicientes… Se pierde la memoria en el ocaso de la desesperación. A Madrid deberían llegar los novilleros cuajados, maduros, placeados por esas plazas de toros de Dios y casi hechos para afrontar el reto, después de cuajarse por pueblos primero y plazas de provincias después. Pero aquí el camino se toma al contrario. Y las ilusiones y esperanzas de futuro se chocan con un muro. Hay muchísimos empresarios que no programan novilladas en sus plazas.
De todos depende el futuro del toreo. De todo el cambalache de empresas y carteles, de la esmirriada oferta novilleril tampoco tienen la culpa esa minoría vilipendiada antitaurina que protesta en los aledaños de las plazas de toros y ensucian el centro de la ciudad con carteles en las paredes y pegatinas por el suelo, diciendo NO A LAS CORRIDAS, y encima llama asesinos a cuentos tiene algo que ver con el festejo.
Otro problema es que el toreo, en ocasiones, está manejado por taurinos sin afición y sin ganas de que este espectáculo funcione y funcione bien y sea un éxito. Y así es. Por contradictorio que parezca.
Publicado en Diario de Almería
Una respuesta a “Opinión: Hacen falta más novilladas.”
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