Puerta del Príncipe para Castella; Sevilla pierde el norte y la categoría.

Al francés le sopló todo a su favor (toros, público y presidente) para cortar por primera vez en su carrera tres orejas en la Maestranza.

Por Jesús Bayort.

Si ayer decíamos que esta Feria de San Miguel tenía halo abrileño, hoy podemos decir que éste era uno de aquellos sábados de farolillos, con toreros mediáticos, público bullanguero y presidentes generosos. Se unieron todos los astros para que el francés Sebastián Castella lograra su primera Puerta del Príncipe: dos toros supremos (uno de ellos como sobrero), hedonismo en los tendidos y un usía entregado a la causa, como fiel reflejo de que esta plaza ha perdido el norte y la categoría. ¿Cómo será de preocupante esta Puerta del Príncipe si lo más torero que se recuerda de la tarde es un capotazo –extraordinario, por cierto– de José Chacón? Las tres orejas de Sebastián Castella encierran un toreo tan eléctrico como vacuo, sin haber logrado un sólo natural y pinchando su intermitente y poco rigurosa primera faena. Pero la culpa no es de Castella, ni de los festivaleros asistentes, sino del presidente, que confirmó lo que muchos llevan tiempo apuntando: que su momento de estar en el palco ya tocó a su fin.

Gravitaba sobre el ambiente de la previa el pesar por lo de Morante; las corridas que deja sin torear, el sentimiento que deja de orfandad. Y no parecía esta terna –ni pareció unas horas después– el mejor remedio contra la enfermedad. Un cartel del que, al menos, se esperaba la supuesta batalla entre Alejandro Talavante y Roca Rey, con más emoción en redes sociales que en el ruedo, cada uno a su aire, en el aire de su temporada. Penoso por donde se mire. Y en mitad de esa cavilación, y tras la penosa salida de ese Impuesto que apenas duró tres minutos sobre el ruedo, saltó un tal Soleares, al que habían dejado como sobrero sin saber que su verdadera reserva era de bravura, encelado desde su acto inaugural.

Ya la manera en que corearon el recibo del francés anunciaba el sino de la tarde: «ole» y más «oles» entre trallazos a la verónica y chicuelinas a la remanguillé. El cante grande debió ser para el toro, con virtudes hasta en su tipo (largo de caja y cuello), al que trató de quitar Talavante por verónicas, a la velocidad del toro, a la velocidad del AVE en su serpentina. Y seguían las ovaciones, ahora para José Chacón, que expuso en banderillas, aunque le quedaron algo regular. Apretaba el de victoriano, como en ese arranque muletero que desbordó al francés, cuando optó por meterse en la pala del pitón y recortar distancias para descargar todo su agobio. Más pausado al natural, aunque no más acertado. Hubo una última serie por el lado derecho más compacta, ya sin redondear y en la línea natural del toro. Pero cuando más se gustó el francés fue en los remates finales, por bajo tras unas manoletinas. Pese al pinchazo y lo (levemente) caída de la estocada –fulminante, eso sí–, el gentío pidió la oreja. Y Fernández Rey se sumó a la fiesta.

La emoción de Digno

Como nuevamente se sumó a la fiesta en el quinto, cuando sacó los dos pañuelos con la misma velocidad que había toreado Castella a Digno, un torrente de bravura y emoción al que toreó con corrección por el lado derecho y sin acierto por el izquierdo. Para lograr las dos orejas, además de conseguir momentos de importancia por ambas manos, qué menos que llegar a reducirle la velocidad al animal o tener una mínima propuesta artística. Este Castella, que anunciaba una fase más plástica en su reaparición, terminó como siempre acostumbró: entre los pitones. Máximo reconocimiento a su valor, máximo reconocimiento a Digno, que llevaba una Puerta del Príncipe en su corazón. Gracias a él, al benévolo presidente y a los animados ‘aficionados’, se abrió por quinta vez en la temporada el pórtico del Paseo de Colón para que Castella descubriese la belleza del Guadalquivir desde su altura.

La tarde fue el digno broche de la temporada del peruano Roca Rey, falto de frescura e ideas. Se estrelló ante un lote manso y venido a menos, aunque sus formas ya marcasen distancias de sus alternantes, más sereno e íntegro en la ejecución de su tauromaquia. Una hora y cuarto después del paseíllo se encontró con Maleado, el tercero de la tarde, un punto bastito, con sus pitones renegridos, aunque bajo y sin mala expresión. Que esperó junto a la meseta de toriles al peruano, que lo recogió con suavidad mientras el de victoriano se entregaba por abajo. Una tanda le duró, entre saltos, penurias y huidas. Lo mató igual que como quiso torearlo: por abajo.

De Talavante será mejor no hacer demasiada referencia, siendo un espejismo casi caricaturesco del grandioso torero que conocimos. Y éstas, queridos lectores, son las figuras que nos quedan para el 2024.

Feria de San Miguel

  • Plaza de Toros de la Real Maestranza. Sábado, 30 de septiembre de 2023. Se colgó el cartel de ‘No hay billetes’. Presidió, generosamente, Gabriel Fernández Rey. Se lidiaron toros de Victoriano del Río. 1º, devuelto por falta de fuerzas; 1º (bis), bravo y con transmisión; 2º, desfondado; 3º, manso; 4º, encastado, ovacionado en el arrastre; 5º, a contraestilo; 6º, desfondado.
  • Sebastián Castella, de rosa mexicano y oro. Pinchazo y estocada caída (oreja); estocada caída (dos orejas).
  • Alejandro Talavante, de malva y oro. Estocada casi entera (silencio); bajonazo (pitos).
  • Roca Rey, de caldera y oro. Bajonazo (silencio); dos pinchazos y estocada (silencio).

Publicado en ABC Sevilla

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