Sebastián Castella tomó Sevilla.

La mala noticia fue que Morante le puso punto final a su temporada y lo que eso conlleva, pero la segunda corrida de San Miguel 2023 continuó con el rumbo de expectación esperado, se produjo un nuevo ‘no hay billetes’ y culminó con la consagración sevillana del mejor torero que ha dado Francia.

Con un calor africano, la corrida de Victoriano del Río también pareció esas inclemencias que son las disparatadas subidas de los mercurios y la tarde empezó con la mala sensación de que al primer tapón, zurrapa.

Impuesto, un toro cuajado y bien armado que abría plaza, se desplomó a la salida del caballo de Manuel Bernal y el usía apeló al pañuelo verde. Salió Soleares, también de Victoriano del Río, con más cara que culata. Lo recibió Castella a la verónica con mezcla de chicuelinas. Le brindó a José Chacón y con unas dobladas torerísimas se lo llevo a los medios para dialogar con él desde muy pronto. Y mientras sonaba Manolete, Sebastián hizo honor al Califa cordobés con su concepto del toreo tan vertical. Se superó con la mano izquierda y esa verticalidad se acompañaba con temple y ligazón, esa ligazón que hace que los tendidos vibren, pero pinchó antes de la estocada fulminante y el premio se quedó en una oreja, con lo que la posibilidad de Puerta del Príncipe estaba ahí. Lo peor era que cuando exhibía la oreja llevábamos cincuenta minutos de festejo. Es algo que hay que arreglar, pues el espectáculo se ha lentificado de tal manera que raro es la corrida que no se acerca a las tres horas de duración.

Cuando salió el segundo de su lote se vio a Sebastián como en un trance y, desde luego, dispuesto a que el gordo de la lotería taurina no se le escapara. Salió a revienta calderas, brindó a la plaza la muerte de Digno, un toro muy serio que había humillado en el capote del francés sin ni siquiera enseñarle los caminos, lo toreo con clase y temple, la música acompañaba la faena y la plaza rugía ante la quietud del torero y eso que el toro reponía. En redondo levantó el nivel y ni siquiera un desarme enfrío a una plaza que estaba entregada al hierático toreo de Castella. Y como remate, un arrimón entre los pitones para redondear su obra con una estocada sin puntilla. Las dos orejas y la llave para abrir la primera puerta del toreo.

Sebastián Castella, natural de Beziers y avecindado en Gines de esta manera se convertiría en el primer torero francés que ha salido en hombros al Paseo Colón. Como no reflejar en el rostro la satisfacción de haber cortado tres orejas en una plaza que le traía sin sueño, si había redondeado una tarde en una Feria de San Miguel en la que figuraba en vez de otros toreros más del gusto de Sevilla, léase, por ejemplo, Juan Ortega, pero lo cierto es que Sebastián ha justificado con creces esa inclusión. Una inclusión que le ha permitido lograr lo que soñaba, la conquista de Sevilla.

Por Luis Carlos PerisDiario de Sevilla.

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