Por Álvaro R. del Moral.
El torero Borja Jiménez, que abrió la Puerta Grande de la plaza de Las Venta el pasado domingo, ha valorado las circunstancias de ese gran triunfo, que ve como “una recompensa” a muchos esfuerzos y que ha revalorizado su papel profesional, después de varios años de ostracismo, y tras una secreta forja en el campo salmantino bajo la batuta del taurino Julián Guerra.
“Pensaba que podía darle la vuelta a mi carrera pero no de esta manera ni tan rápido”, argumenta el joven diestro de Espartinas (Sevilla), de 31 años, que señala que “todos los pasos han sido firmes, seguros y por eso ha tenido más repercusión si cabe lo de Madrid”.
Jiménez saborea aún los rescoldos de esa salida a hombros después de estoquear tres toros de Victorino Martín por percance de su compañero Román. Cortó tres orejas que le han convertido en el gran suceso del final de la temporada. “Todavía estoy asimilándolo… El trabajo que cuesta y lo rápido que pasa cuando estás a hombros”, se sincera el matador.
“Se me llegaron a saltar las lágrimas mientras estaba en la plaza por la manera en la que estaba Madrid conmigo. Esa manera de entregarse, de rugir, fue tremendo… Yo también me di y cuando vieron mi entrega me la devolvieron con creces; era el hombre más feliz del mundo”, rememora el torero.
La salida a hombros tuvo algunos matices diferenciales que recuerda el diestro: “Bajaron muchos jóvenes y me rodearon para cogerme a hombros gritando ‘¡torero, torero!’ Cada vez que lo pienso, que rememoro cosas de la faena, sinceramente… me emociono pensando todo lo que me ha pasado, todo lo que sucedió ese día”.
Borja Jiménez analiza con precisión algunas de las claves de su triunfo como las peculiares características de los “complejos” toros de Victorino Martín. “Es una gran ganadería, que te pega embestidas únicas, pero te tienes que poner muy de verdad para extraerlas”, explica. “Los tres que me tocaron tenían sus complicaciones pero también tenían un fondo bueno”, apostilla.
El torero confía en pisar las grandes ferias del calendario taurino el próximo año a la vez que valora la llegada de una nueva generación de matadores que podrían favorecer un relevo generacional, pero pone un especial énfasis en el papel jugado por su actual hombre de confianza, Julián Guerra, que ha sido fundamental en su preparación.
“Confió en mí y vio algo que los demás no veían”, enfatiza Borja Jiménez, quien subraya la dureza del trabajo del pasado invierno. “Han sido días de terminar a altas horas de la madrugada porque las cosas no salían y no lo dejábamos hasta que todo salía bien”, recuerda.
“Hay que seguir apretando, pero todo esto me ha dado una bombona de oxígeno para seguir luchando por lo que quiero conseguir”, asegura el matador, que quiere ver “el principio de una nueva etapa” en su carrera. “Sólo quiero poderlo aprovechar bien y seguir preparándome fuerte para que no se escape”, señala.
En el capítulo de felicitaciones no ha faltado la de su maestro y amigo Juan Antonio Ruiz, Espartaco. “Estaba muy feliz por mí y me transmitía el orgullo por todo lo que he conseguido. Me hablaba de la recompensa a estos años sin contratos; sé que me lo dice de corazón”, confiesa el joven lidiador.
“Las expectativas son mayores y ahora es cuando empiezan las exigencias. Me quiero centrar únicamente en prepararme aún más fuerte. Seguir apretando, prepararme más y más para que me vean mejor. Éste es un momento clave de mi carrera y no quiero defraudar a nadie”, finaliza Borja Jiménez.
Publicado en La Vanguardia