Por Luis Carlos Peris.
Apoteosis en toda regla, como una de esas gestas que sirven para que un torero abandone su estatus y suba a la cima. Ocho años le ha costado a Borja Jiménez llegar a la cumbre desde aquella tarde abrileña en que su gran avalista lo convertía en matador de toros tras haber franqueado de novillero la Puerta del Príncipe. Como su hermano mayor, Javier, ambos pupilos de Espartaco se han ido abriendo camino a machetazos y al fin, la gloria se le abrió a Borja antier en Las Ventas, nada menos que con una corrida de Victorino.
Tres orejas en buena lid que le abren las puertas del toreo de par en par con una temporada venidera que llegará con contratos y la esperanza de ser gente en este mundo del toreo. Y el domingo, Sevilla tendrá la oportunidad de confirmar que ya cuenta con un nuevo hijo tras haber sido Madrid la que le haya dado cartas credenciales para lo mejor.
Publicado en el Diario de Sevilla