El encierro con seis toros de Sebastián Castella en Nimes, con escasa asistencia de público (un tercio de plaza, alrededor de 4.000 espectadores), difícilmente podrá cumplir con el objetivo que se había fijado el diestro de recaudar un millón de euros a favor de los damnificados de Haití.
Pero ni el diluvio que cayó con fuerza en Nimes impidió que Sebastián Castella cumpliera con el compromiso de torear y ayudar a los damnificados de Haití. Cuando muchos pensaban que el francés diría que no al salir a revisar las condiciones de la arena, con determinación y firmeza asintió con la cabeza, se procedió a poner serrín en todo el escenario y se lió el capote para aparecer vestido de gris perla y pasamanería en negro como un señor en la puerta de cuadrillas. Ante media plaza y bajo la lluvia, cortó tres orejas y dejó ir más por la espada. Pero demostró actitud antes de su cita de mañana en San Isidro. Por la Puerta de los Cónsules se marchó tras rematar su solidaria cita, plasmada en el cartel por Fernando Botero.
El triunfo importante se dio con el segundo, un buen toro de Garcigrande al que lanceó con gusto y cuajó una faena emotiva, con muletazos llenos de temple y de muy buen gusto. Pese a que está a unas horas de partir plaza en Madrid, Castella no dio tregua y se quedó quieto ante una embestida descompuesta del animal, que lo prendió de manera fea. Se levantó para volverse a poner cerca de los pitones y matarlo de un estoconazo. Paseó dos orejas, pedidas por los tres cuartos de entrada que había en los tendidos.
La segunda parte de la corrida estuvo marcada por un par de detalles, uno torerísimo, al realizar una faena variada y de clase al quinto de Garcigrande. Fue un buen toro, con el que logró una merecida oreja.