Por Guillermo Camacho Bravo / Puebla, Pue.
Una vez mas asistimos con emoción a la fiesta más bonita de todas las fiestas, esta vez fue en Puebla, en la Plaza del Relicario que si por algo se distinguió siempre en tiempos pasados, fue porque independientemente del cartel que se anunciara, la plaza siempre se llenaba porque existía una afición madura, muchos taurinos de los lugares aledaños como Tlaxcala, el Distrito Federal y Orizaba asistían puntualmente así como también mucha juventud. El Relicario era una de las pocas plazas en México con una nueva generación de espectadores que o se consolidaban como taurinos o salían corriendo como en el resto de las plazas de la República Mexicana y parece ser que así fue.
Ayer con media entrada hicieron el paseíllo José Luis Angelino, Pedro Gutiérrez Lorenzo “El Capea” y Octavio García “El Payo” con Toros de José María Huerta. La media entrada, en gran porcentaje, estuvo conformada por un público que de lo que menos conocía era de Toros, pero sin lugar a dudas eran expertos en la fiesta de los tragos !! No sé si por la mansada que se lidio o por las facilidades que la Plaza ofrece para la borrachera, pero conforme fue avanzando la corrida, también fue avanzando la francachela en las tribunas.
El Cartel era interesante, tres jóvenes y los únicos toros que se lidian en Puebla, los de Pepe Huerta, debido a que es el empresario de la Plaza ¿Qué va a hacer el ganadero cuando termine su gestión como empresario? ¿Pondrá una carnicería? Quizás solo así vendería sus reses.
A José Luis Angelino no se le vio el oficio ni tampoco el valor, ya de clase no hablemos, no parece tenerla, es un torero burdo tratando siempre de agradar al respetable (que nunca lo fue) con algunos buenos pares de banderillas ante sus dos novillitos que lidio. El primero de su lote fue descastado y el segundo quizá el mejor de la noche, un toro que tuvo mucha calidad, pero poca fuerza. Ayer lo comenté vía Twitter, Angelino de éste cuento no va a comer mucho tiempo, si su afición es tan fuerte, que herede el digno oficio de su padre.
Pedro Moya “El Capea” anduvo valiente y con oficio por eso fue premiado con dos orejas en su primero, pero siento que se merecía solo una. Sin embargo Pedro demostró que es un torero que hace el toreo clásico, muy serio siempre y hasta cómodo lo sentí. Pedro toma el toreo tan en serio como si en cada una de sus actuaciones, dependiera su carrera de ello. Hay que recordar que Pedro tiene el peso de su ascendencia, hijo de una gran figura del torero que no se puede dejar de mencionar y comparar, del que Pedro solo parece haber heredado hasta el momento el nombre y el pundonor.
En su segundo salió igual, voluntarioso y bullidor ante el anovillado astado pero con la aprobación de un público noble, ávido de ver cualquier detalle torero realizado al novillo y no al público, como lo hicieran sus alternantes. Una oreja fue un premio justo a su desempeño.
Octavio García “El Payo” fue la gran decepción de la noche, anduvo muy eléctrico dando trapazos a diestra y siniestra. Ante su primero no tuvo mucho de donde cortar y solo abrevió, pero el queretano no hizo nunca ningún intento por torearlo. En su segundo al que por cierto le corto dos orejas, se le vio igual muy eléctrico y alejadito del novillito, pero el astado embistió por momentos. Regalo un séptimo para el martirio del público porque el de regaló, también de José María Huerta, fue manso, quizás más que el resto de sus hermanos. Ni para que comentarlo.
Algo que hay que destacar es la pena ajena que sentí de ver al ganadebrio dar una vuelta al ruedo con Pedro Gutiérrez, cuando el mérito fue solo del matador, Huerta solo echó seis becerros descastados. Pero lo peor vendría al final de la corrida, cuando salió en hombros por tres teporochitos ante una plaza ya vacía. Si esa es la seriedad que tiene quien en sus manos lleva el timón del Relicario, sí me explico la media entrada, cuando antes los letreros de “No hay Billetes” se ponían en casi todos los carteles de Puebla.
Esta noche lo central, la base donde gira el toreo que es la bravura no se hizo presente, así la fiesta pierde todo su interés y más cuando salen siete becerros descastados y no los toros que se anuncian en el cartel. Ni hablar, mejor suerte para todos en la próxima.
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