RIO DE AGUAMARINA – Alejandro Talavante o “Cuando la intriga del valor se develó”

Un Renovado Talavante se presento ayer en la Mexico

La manoletina estrujante de Alejandro Talavante a “Alma Gemela” de Julián Handam.

Nueva victoria de la afición y enésima derrota del “caza cartelismo” De nuevo la poca promoción y el pésimo manejo semanal de la información taurina hacen que el listón taquillero decrezca esta vez. Sin embargo, a pesar también del deficiente juego del encierro y el uso de su espada, Alejandro Talavante logra el delirio del público en una tarde plena en la que fluye el cauce de su personalísimo toreo.

Por: Puntillero De SOL Y SOMBRA.

Súbitamente una creciente desborda a los asistentes en la Monumental.

El arte no es el agua estancada de una laguna sino la tumultuosa de un torrente a la que nada detiene y ese torrente de innovación es el que pasa delante de los asombrados ojos de la Plaza México. Ayer el torrente viste el oro con aguamarina, agua brava “diáfana como el día” clara, como su terno.

El de Alejandro Talavante, clásico y fulgurante aguamarina y oro, de crucetas bordados los costados, mariposas por alamares al frente, crea una expectante atmósfera bajo la cual hace el paseo con ansia y gusto plenos por ver la cara del toro lo antes posible.

De Talavante he debatido lo suficiente para concluir que sus desigualdades, tras un inicio meteórico, han abonado para mostrarnos un toreo hoy proverbial. Sus crisis, incluso el caos en que se ha visto envuelto, por ejemplo su última tarde en La México, nos permite contemplar ahora un toreo ayuno de parones y mantazos, lejos ya del seco rudimento y más próximo a la expresión personal.

Así es el saludo al segundo. Más que un alter ego Talavante encuentra, adecuada a su necesidad artística, un “Alma Gemela” que aleja para siempre al otro yo tomasista y que aflora las virtudes, potencialidades y vicios de un torero que cura al débil burel ofreciéndo aire en las saltilleras del quite soberbiamente rematadas para luego regresar a la base de su tauromaquia, el valor, y trazar perfecta gaonera a pies juntos por pitón izquierdo, a lo “Joselillo”.

Viene otra más previo a trazar, por detrás del cuerpo, la larga más imposiblemente acompasada. Quiebra la cintura, se templa el toro y queda el público prendido “sobre el mar y los arroyos” de un remate a todo lujo. Ríos de torería.

A aquel anuncio joselillista de 1946 “corto pero sensacional” supera Talavante iniciando su faena con mando y poder pero sin derrumbar al flojo y noble astado. Acaricia por alto, se atreve con la arrucina inicial de frente y de lejos, capetillinas a compás abierto y los redondos más rotos de toda la Temporada.

El extremeño no hace uso solo del valor o la técnica para encausar embestidas cansadas y cansinas, sino que desborda una personalísima y señorial forma de expresión ya no solo trágica, como lo habría hecho antes, sino de una expresión estética perfecta.

La muleta se arrastra con la zurda, templa inspiradísimo cada muletazo con la derecha al que intercala pase del desdén genial y tras los estoicos pases por alto, viene la cumbre de dos arrucinas. No aprovecha el viaje. A compás abierto y citando, como Solórzano a “Fedayín”, carga la suerte y remata a la cadera dos cromos para la historia.

Clave resulta la distancia exacta en el cite y el abandono de mando y temple sutiles aunado a un concepto superior que aguanta el paso a paso del toro. La intriga del valor se devela. Talavante, suma al temple castellista, al mando pererista y a la quietud de ambos, una expresión estética aplastante.

Todo lo contrario con la espada. Toda la entrega en la vuelta.

Lo peor que puede ocurrirle a una ganadería, se decía, es la mansedumbre. Hoy hay algo más grave todavía, la flojedad. Todos lo han sido en mayor o menor grado y eso es inadmisible. Es terrible ver como un encierro de tipo agradable frustra a todos.

La nobleza lleva a la mansedumbre, la flojedad a la ignominia. Me duele ver al precioso tercero rodar por la arena, con todo y la salida de bravo que hace. Lo mismo al buscar despavorido los toriles el primero.

O la huida del quinto tras sentirse podido con la capa. Si tan solo hubiera empujado más, el soberbio recorte del quite de Talavante habría arribado a las alturas de Javier Bernaldo con “Faraón” de Huichapan.

El torero me comenta después, “La primera (faena) fue de la creatividad, la segunda del mérito” Cierto. Se impuso a un toro manso y tardo que hace las veces de quinto.

Se rompe con él de nuevo sin derrumbarle tras deslumbrante inicio por derecho sin probaduras, quebrando su cintura y rompiendo muñeca nuevamente. Patente es su escalada purificadora de formas que le elevan a una estética insospechada. Las manoletinas recuerdan su condición de valiente, los pinchazos su contra tiempo con el estoque.

Torear despacio implica entrar a matar de igual manera, con hermandad de ritmo.

A Humberto Flores no le perdonan descubrir dos toros. Al primero, manso de libro, arranca una oreja de un tranco inexistente.

Ayuda al débil y noble cuarto al torearle Humberto entre nubes en tanda magnífica pero inoportuno cambio de mano arrodillado impide rotundidad por la izquierda y, como nadie observa el merito de alumbrar un fondo oculto, se meten con él. De verdad, el toro no tenía más. Derrumba al piquero por quitarse el palo. Ve el toril y va a morir ahí. Aún así, aplaudieron el inexplicable arrastre lento.

De Mario Aguilar diremos que ni toros ni torero, salvo el saludo capotero al tercero. Un inválido y otro manso cabeceante lo muestran con dudas y poca serenidad de pies. Tres tardes en La México en un solo año reiteran que se fue a España siendo mejor torero de cómo regresó. Ojalá y remonte marismas.

La escalada de Alejandro Talavante hace bueno lo que otro artista renacido me dijo:“Todos los toreros muertos bajan hasta el fondo de las marismas para torear entre sombras sus propias sombras perdidas”. Armando Rosales “El Saltillense” ese genio, sabe a ojo propio que lo más complicado en los toros es renacer de las cenizas propias.

Talavante vuelve para torear como nunca y esa debe ser la medida, deshacer la intriga del valor en el cauce eterno del río del arte.

Twitter: @CaballoNegroII.

RESUMEN DEL FESTEJO.

Plaza México. Temporada Grande 2010-2011. Noviembre 28. Cuarta de Derecho de Apartado. Menos de un cuarto de entrada en tarde agradable con leve viento.

6 Toros, 6 de Julián Handam (Divisa Obispo y azul rey) Dispareja de presencia por tercero y cuarto, cárdenos y más altos. Inválidos y con flojedad generalizada. El tercero lesionado motrizmente hizo salida de bravo pero no pudo componer su tranco en la lidia. Mansos y descastados en su juego general. Noble y con recorrido por el derecho fue el cuarto, el segundo débil y con nobleza. Encierro levemente castigado en el caballo, primero y cuarto derribaron al quererse quitar el palo. Primero y quinto, mansos, fintaron con saltar al callejón.

Humberto Flores (Marino y oro) Oreja y división. Alejandro Talavante (Aguamarina y oro) Aclamada vuelta y Saludos desde los medios. Mario Aguilar (Burdeos y oro) Silencio y Pitos tras aviso.

Destacaron en banderillas Sergio González al banderillear al primero, así como Valentín Lujan en el quinto. A caballo fueron derribados Ricardo y César Morales, éste último, tras el tumbo, picó con ventaja al cuarto.

Para Acompañar la Cronica:


3 respuestas a “RIO DE AGUAMARINA – Alejandro Talavante o “Cuando la intriga del valor se develó””

  1. QUE GRAN RESEÑA, ESTOY LEYENDO JUSTO LO QUE VI EN LA TELE TIENES UN DON DE LA RESEÑA Y LA ESCRITURA SOBRE LA TAUROMAQUIA FELICIDAAAAADES. SIGUE ILUSTRANDONOS CON TUS ATINADOS COMENTARIOS

    SALUDOS

  2. Una gran crónica de la Mexico, algo que ya no se ve en la prensa escrita. Felicidades. Excelente blog, sigan por ese camino, hay pocos sitios independientes como este en donde se habla de toros con libertad.

Deja un comentario