“Bienvenido Mr. Marshall” – Presentación de Diego Ventura en Queretaro.

Diego Ventura con “Bienvenido” el de su presentación en México. (Foto: Puntillero)

El día llegó. Querétaro respondió a su acostumbrado llamado navideño y prácticamente llenó su plaza al conjuro de Diego Ventura. La disparidad de juego y presencia del ganado, así como los imponderables de la lida condicionan el caminar de un festejo de expectación al que la exorbitante valoración de la autoridad saca del cauce de los hechos reales y sobre todo la impresión del público sobre los hechos futuros.

Por: Luis Eduardo Maya Lora – De SOL Y SOMBRA. Querétaro.

Suenan las cuatro treinta en los relojes de los asistentes que llenaban casi la Plaza en aquel momento.

El inspector de callejón menciona la frase “Cinco minutos, Señores” y ofrece, con cortesía muy mexicana, la bienvenida al caballero en Plaza Diego Ventura. Cinco minutos más permiten que la entrada arribe al lleno y se parte plaza bajo el tenue sol invernal y el claro cielo queretano.

Ventura, realizó el paseíllo destocado, a paso firme y demasiado decidido “algo rápido” me decía un buen aficionado de la comarca. Cierto, en las plazas mexicanas especialmente, todo hay que hacerlo despacio. Como Jesús Córdoba al saludar a la multitud en emocionante momento previo a la salida del primero.

Da gusto ver una Plaza llena es ya una escena pocas veces vista. Más si se trata de la Santa María de Querétaro con su poético nombre y sus Nochebuenas adornando la tradicional cita decembrina. Ojalá los que la deben proteger lo hagan, esperemos le cuiden como la bella flor que es.

Ambiente especial denotan el público, deseoso de aplaudir y una banda de música espléndida que toca “España Cañí” cuando Diego Ventura remata su comienzo con dos rejones de castigo en perfecto sitio colocados previo parar de manera atingente y eficaz al acochinado “Bienvenido” de San José, de cuerpo grande, entrado en kilos y desproporcionado por su cabeza pequeña respecto del resto de su cuerpo.

Distancia mínima, ritmo acompasado conducen cabalgando de costado, prendido del estribo del corcel, la lenta embestida del astado desde la puerta de aguante, situada a la derecha de toriles, hasta la de cuadrillas. Cuando remata Ventura de inmediato se siente impronta de torero bueno. La banderilla de dentro afuera saliendo sobre las rayas es magistral, lo mismo de nuevo en el toreo de costado coronado con otro alfiler coloreado en verdiblancos tonos andaluces.

Ventura saca a “Morante”, el caballo mordelón que anticipa quizá el despegue definitivo de la faena. No puedo ser. En gran medida porque el enemigo del torero es demasiado pequeño -no me refiero solo en tamaño- a su lidiador. El tordo porcelano de mirada azul, tira por partida doble sus amenazantes bocados por los adentros pero el público apenas se percata.

Me da la impresión que todo es demasiado rápido.

En el tercio final con el toro visiblemente muy a menos, el caballero luso-andaluz sale hacia el tercio con un toque perfecto con las ancas dejando al toro en la raya. Con el rejón de muerte el arma no se rompe. Aún así, permanece en el embroque el caballista.

Es un rejoneador que procura quedarse en el sitio siempre, aún en las pasadas en falso.

Esta vez lo hace hasta romper el rejón de muerte con la poca reacción del público que cambia al fulminar de soberbio golpe de descabello al de la presentación. Solo una salida al tercio es la recompensa.

Sin embargo, la conexión con el público la logró tanto en lo fundamental como en el recurso, en los espectaculares cites que significaron creación de expectativa para que llegara su segundo turno.

Pero antes hay dos toros de Fernando de la Mora que tienen que lidiarse previamente.

El primero vuelto de cuerna. Bajo y badanudo, bien presentado. Sale con alegría rematando a la mitad de los burladeros. “Zotoluco” con el capote da la impresión de estar mejor que con la muleta. Lo muestra al recibir y al quitar por chicuelinas ante un toro que empuja con casta y que en banderillas se crece.

Llega la faena de muleta y el de Azcapotzalco sigue sin encontrar el compás adecuado, más con toros que repiten y que se los está encontrado seguido. Comienza de rodillas con momentos como por el izquierdo en que encuentra ritmo y distancia, y otros, como por el lado derecho, en que le cuesta mucho trabajo ligar.

Me parece que los pases son de latiguillo, sin el mando que él mismo conoce.

Muletazos cortos, con la mano muy pegada al cuerpo en el último tiempo y provocando una muy notoria división. Con la espada sigue perdido y como dilatan sus faenas en demasía se lleva aviso en ambos. Ese primero era el de triunfo. Ya con el segundo, ligero de todo, hasta en edad, le encuentra faena pese a su sosería pero el público tolera muy poco en una tarde cuesta arriba para el torero.

A la salida del cuarto Ventura tiena la posibilidad última de hacer buena y triunfal la tan necesaria “primera impresión” de cara al comienzo de su primera experiencia mexicana.

Se trata de un Garfias que me da la sensación de ser de esos toros setenteros de muy poca cuerna pero de interesante fondo de bravura. Por supuesto, son toros que no hacen una lidia de salida espectacular sino que progresivamente van a más y más.

Al comienzo, Diego Ventura está impreciso clavando trasero y luego abajo. Pero en banderillas el toro crece y remonta la faena con quiebros en los medios y un par de cortas cambiando terrenos en los cites para irse y clavar por dentro en momento emocionante sobre “Ginés” orizbayo y “Wellington” negro, respectivamente.

Con la faena, el toro y el público a más, el jinete, previos desplantes del teléfono, encuentra un rejonazo trasero y fulminante acompañado de ademanes que desatan euforia y una inexplicable concesión de rabo.

Bienvenido a México, Señor Ventura.

Solo que imagino, conociendo su nivel y su pasión por la excelencia, que este triunfo será un acicate a fin de encontrar un toro mejor y una faena mucho más rotunda al compás del toro mexicano. Porque si ésta, la de ayer, será la tónica, en lugar de fomentar la mejora del espectáculo, Diego Ventura no pasará de ser uno más, no uno menos, de los que vienen a México como si fueran a Disneylandia.

Estoy convencido de que ese sería por mucho el mejor regalo de Navidad.

Y “El Payo” volvió a la Santa María.

Tal como apuntamos en “Radar Taurino” sale a imponerse a una Plaza, la de su tierra, especialmente dura para él. No lo tiene fácil con el tercero, un toro muy retacado que empieza a jalar aire por todos lados en los primeros dos tercios. Octavio García brinda sentidamente a sus paisanos tras lo de hace un año. El toro débil parece derrumbarse y anuncia rajarse tras el inicio alternando lados y la primera tanda por la derecha.

Pero “El Payo” entiende que mandar sin derrumbar, someter sin estorbar, ayudará a emplearse a un burel con la fuerza medida y la mansedumbre a punto de inundarle. En ello abona el temple y largueza que imprime a los muletazos que no dejan escapar a “Río Dulce”, el cardeno de Don Fernando.

Ya cerrado en tablas, en un terreno más corto, intercala cambios de mano por detrás ligados a naturales y sobre todo a los pases de pecho con la izquierda de completo trazo, emocionantes por su rotunda fuerza de expresión. A las cercanías siguen dosantinas donde termina por convencer al toro y al público sumados a nuevos remates por bajo que tienen oportunidad y buen gusto.

Todo lo emborrona con la espada, trasera y caída, adicional a la pésima decisión de la autoridad de sacar el segundo pañuelo.

Por mucho que Querétaro quiera expiar las penas hay momentos en que en la discreción y la brevedad son las mejores armas. Por eso en las dos orejas como en el rabo hay justificadas protestas. Lo del sexto es la mala suerte. Tras emotivo brindis a la cuadrilla, el toro se despitorró al inicio de la faena de muleta culminando así la historia navideña.

Es preocupante ver como la exigencia en las Plazas se diluye.

La coba corroe todo y la crítica entreguista también denota poca seriedad. Lo dicho, México es una afición noble, a veces demasiado, quizá siempre pasiva respecto de los hechos taurinos mal conformados.

Los empresarios deberían preocuparse más puesto que la forma en que esta pasiva y desorientada afición protesta es mediante una pequeña omisión, la de acudir a la taquilla. Vean el resto de las entradas en Querétaro. Aún no es tarde, Diego Ventura estará en México hasta Febrero o quizá más. De entrada bienvenido pues posteriormente mi esperanza es decir “bien hallado”

Twitter: @CaballoNegroII.

RESUMEN DEL FESTEJO.

Plaza de Toros Santa María. Querétaro. Feria de Navidad 2010. Sábado 25 de diciembre de 2010. Corrida Navideña. Tarde fresca y agradable que acabó con mucho frío.

6 Toros, 2 de rejones, primero, de San José (Divisa Azul rey y oro), y cuarto, de Garfias (Divisa Naranja y rojo) Ambos chicos, el garfeño rompió a muy bueno al final. Y 4 de Fernando de la Mora (Divisa Amarillo y Blanco) destaca de manera importante el primero de Zotoluco.

El Rejoneador Diego Ventura; Al tercio y Rabo protestado. A pie Eulalio López “Zotoluco” (Grana y Oro) Silencio y División, tras aviso en ambos. Octavio García “El Payo” (Sangre de toro y oro) Dos orejas con protestas y silencio.

Ventura y Payo salieron a hombros.

Se guardó un minuto de aplausos en memoria del Padre José Morales Flores, capellán de la Plaza fallecido recientemente.

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