Las Ventas 2ª de la Feria de Otoño: Que ocasión se le escapó al Cid

La izquierda de El Cid nos salvo por momentos de otra tarde infame.

De SOL y SOMBRA

Entre el abono y las ganas de ver toros se consiguió un entradón en la segunda de Otoño. Para que luego digan que la fiesta no interesa. Desgraciadamente el espectáculo resultó deplorable. Una infumable corrida del Puerto, inválida y mansa de la que tan sólo se salva ese gran toro de nombre Pompito lidiado en cuarto lugar, que embistió por ambos pitones con codicia y largura, que tuvo fijeza y que fue el toro soñado para hacer el toreo grande.

La ilusión de la gente se esfumó, al margen de la bravura del referido ejemplar, y otra vez asomaron el desencanto y las críticas adversas. A veces pienso que los enemigos externos de la fiesta tienen dentro de la misma a sus mejores aliados. Sí, tan enemigo es el que vocifera y se moviliza en contra de las corridas de toros como el que es incapaz de ofrecer un espectáculo vivo, auténtico, en el que el toro imponga su ley y no ofrezca el penoso aspecto de los inválidos de ayer.

La terna, de tres toreros de la zona medio alta del escalafón, se estrelló contra sus lisiados ejemplares.Bueno, El Cid no, porque para él fue ese torrente de embestidas y de clase que para su fortuna se llevó en el sorteo. El Cid lo vió clarito y de entrada lo citó de largo con la muleta en la mano izquierda. llegaron los naturales en cadena, algunos de recorrida interminable y sobre la mano derecha cuajó una tanda soberbia que puso la plaza a hervir. era el momento cumbre de su actuación porque luego bajó el tono de la misma. La gente, sin embargo, estaba con el torero y otra vez Madrid era su talismán. Faltaba el momento de la verdad para otro triunfo de Manuel Jesús en su plaza y otra vez la espada sepultó todo lo anterior. Pocas veces El Cid ha tenido una ocasión como esta.

Quien demostró seguir en un bache en este último tramo de temporada fue el francés Sebastián Castella. Gris, abúlico y mecánico, el de Beziers exasperó a la afición venteña con dos trasteos planos y sin relieve ante dos toros mansos y muy bajos de casta. Su primero fue otro inválido y el quinto un animal deslucido. En resumen: apagado, vulgar y espesote, dejó una imagen pésima.

Un poco menos mala fue la de Miguel Ángel Perera, quien puso un punto más de voluntad e ilusión, pero también se puso pesado y olé.

Plaza de Madrid. Segunda corrida. Lleno. Cinco toros de PUERTO DE SAN LORENZO, mal presentados en general, descastados -excepto 4º, manejable- noblotes e inválidos. 6º, sobrero, de LOS BAYONES, con idéntica catadura. EL CID: silencio; ovación. SEBASTIAN CASTELLA: silencio; silencio. MIGUEL ÁNGEL PERERA: silencio tras aviso; silencio. Plaza de Las Ventas, 30 de septiembre. 2ª de la Feria de Otoño. Lleno.

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