Recapitulando…. La Armonía del Antagonismo – Frenesí de La México, Triple Salida a Hombros.

La mano izquierda de
La mano izquierda de “El Juli” con el primero, columna del toreo.

Tres descargas eléctricas consecutivas a la espina dorsal de la Afición provocaron la frenética y derrochadora primera mitad de corrida que ha dejado casi sin aliento a la asistencia que ha permitido el desfogue contrastando con la media luz del resto del festejo en buena medida por el derrumbe del sobrevalorado encierro de Los Encinos. Como hace tiempo no se da, los tres matadores salen a hombros situación que nos coloca ahora de cara a un necesario examen.

Por: Luis Eduardo Maya LoraDe SOL Y SOMBRA.

Será que algún olvido provoca que la placa que recuerda a José Alameda en el callejón de la Plaza México no se encuentre en su sitio.

Nos comentan que se ha ido “a mantenimiento” necesario, claro está. Solo que en el centenario del gran cronista de la Monumental grato habría sido poder leer la famosa décima “Estampa de Gaona y Gallito” que corona el metálico galardón.

Al no poder esto ser, basta recordar la sentencia alamedista dictada para enmarcar en un solo mensaje lo que es el toreo: “Amplitud y restricción, tiempo y espacio, improvisación y regla, disciplina y ruptura…” Hemos dicho siempre, en las Plazas de toros, todo puede convivir. Aun sin saberlo acomodar.

Así tenemos que la Banda en lujo desgranado y retomando el camino perdido, revienta los famosos últimos cinco minutos de las horas previas con una “Virgen Macarena” a lo Genaro Núñez sensacional, el pasodoble del preludio de las grandes tardes de toros.

Esta lo es por su grandísima expectación por su tendido numerado poblado aunque sin apretaduras, lo es por su cartel. Pero como en esa relación de contraposiciones que refiere Alameda, al cartel le sobra el prólogo ecuestre.

Primero, se trata de una amadora –novillera a caballo. Segundo, la última vez en La México se le ha ido uno vivo.

Después, raro es que se lidie un novillo en Temporada Grande, bravo por cierto, tanto con la jaca como con los de a pie. Mónica Serrano corretea mucho, sin sitio, solo sin fierros, cuando se templa logra ser respetada. Mata arteramente y hasta se da una vuelta al revés. Lesa torería.

Tras la innecesaria introducción salta todo un toro a la arena, de los mejor hechos y serios de la Temporada. Su número 18, “Huizache” por nombre y que tras salir recto, finta con emplazarse. “Juli” siente la Plaza México, su rumor, mismo que enciende tras fijar al astado y lancear a pies juntos, en remate perfecto después de las rayas.

Breve el puyazo, “Huizache” empuja aunque sin producir mayor drama. Cuando la gente serena la entrega pero dispara la expectación, “Juli” gira en el mismo sitio de su cite para redondear formidable quite por chicuelinas, dos a manos bajísimas y verticalísimo el remate. Preferente y seria la actuación de Álvaro Montes a la brega con “Huizache” con alguna protesta pero acudiendo de largo.

Hay que ordenar, tirar del poder y del sometimiento a partir del conocimiento absoluto de la distancia, sobre la línea del toro. Inicia de pie y luego se dobla en el tercio hasta desahogar por alto los doblones en poder total, en imperio de la protesta del toro hacia la mejora de su embestida. “El Juli” lo consigue, con visible facilidad.

Cambio de terreno y muleta a la derecha. En el tercio frente a cuadrillas, muleta al frente, embarque bueno manda sobre el toro y la primera tanda muestra cabeza fría, corazón al rojo y estructura mental perfecta, brazo mecido y remate arriba con el de pecho. “El Juli” vibra y obtiene emoción a partir de su sabio y templado régimen.

Cambio de perfil. Vertical y por detrás del cuerpo el cambio de mano muestra, al natural, la protesta de “Huizache”, la necesaria donosura, mesurada obligación y tersura imperiosa en el natural de Julián, esto porque al toro por ese pitón cabecea, como queriéndose escurrir. Por ello el mérito de la tanda es dejar la muleta en el hocico y arrastrar el trapo. Al infinito o incluso hasta donde no hay más.

Cuando a “Huizache” lo frena el poder de la muleta y, claro, su falta de fuerza, “Juli” vuelve a esperarle en el centro de la suerte y de ahí tirar de él. Su cintura está rota, su frente empinada y la muleta, al menos la mitad de ella, se arrastra por la arena. Julián hace al toro mejorar, la rotundidad es absoluta y el despliegue le obliga a otorgar aire.

Para volver a la izquierda. A placer el siguiente, verticalísimo y abandonado, tras cambio de mano genial hacia las rayas, inteligentísimo, ambos. Muy templado el de vuelta y de uno en uno porque el toro mengua, han sido dos para encadenar molinetes a izquierdas y el de pecho que revienta la Plaza.

La México se alborota. Cumbre natural de “Juli”, espléndida composición.

Vuelta a la derecha necesaria, el astado lo pide y el torero lo otorga y el compás rompe, la cara del toro arriba, pero la muleta baja hace repetir al cansado toro, cambio de mano tras martinete y espada a cambiar que Julián sabe que el toro no puede más. Trincherazo a pies juntos y nuevo regreso por la espalda a la izquierda, para exprimir hasta la última arroba la veta del pitón izquierdo.

La cara alta es punto más que evidente, el cambio de procedimiento igual, dosantinas de inicio, ranchera por remate y a mansear “Huizache” desatendiendo los cites antes de ser desdeñado en perfecto pase de “Juli” previo a pinchar encima y dejar la entera en gran ejecución, casi inmediata.

Le otorgan dos y un arrastre lento algo ligero por intermediación de “Juli” a quien el toro debe agradecer ahora su inmortalidad.

Algo sube a Ronda desde el Mar, decía Alameda. Y ese algo, desde tiempo inmemorial, es un rumor que llena la Plaza de Toros, en este caso es el del acontecimiento grande, cosa que sabe perfectamente Arturo Saldívar, que requiere estar a esa altura en tremenda responsabilidad. Pero el berrendo segundo piensa otra cosa.

Por su cara arriba, en claro indicio de sosería, por su desatención representa una buena prueba, no de capacidad sino de estilo, para el segundo espada.

Vuelve el hidrocálido en traje de noche de luna con rojos fulgores, a más de un año después de su triunfo. Saldívar nota la condición de su nevado enemigo y destaca en el doble remate, tanto de sus lances de salida a pies juntos como en el del quite chicuelinero: media verónica abelmontada, con recorte el primero y tijerilla que inyecta emoción e impulsa al torero al frente.

Momento grande y bueno.

Consiente Arturo no solo al toro, sino al público con un pase cambiado con la izquierda de inicio en los medios. A un toro soso no se le puede dejar ir a su aire, a menos que se observara alguna cualidad, la única quizá es su obediencia, relativa, al torque. Saldivar, muleta planchada tira de él y ralentiza por momentos, frente a matadores y en el tercio, justo con un toro con menos que la justa fuerza.

Sus tandas se revisten de verticalidad de largueza pero el toro sosea y, aunque Arturo se templa mucho, el toro no tiene mayor emoción. Cambios de mano buenos, capetillina también. Así sigue hasta que en una inexacta colocación de muleta en la izquierda es casi sorprendido.

Colada peligrosa e incomoda, con visos de punto de inflexión en la faena.

No pasa nada por el izquierdo. Prosigue a derechas y en velocidad crucero, plano pues la embestida también lo es. Se centra algo más en la última tanda justo cuando la cosa gris se pone. Doble pase de pecho y a tirar de las bernadinas que encandilan previo a una entera tendida y trasera. Saldívar sale impulsado por el vibrar de la Afición.

Doble premio, confunde el Usía sabrá Dios qué. En los toros más vale que falte y no que sobre, seamos conscientes por favor que la faena no reviste a una gran altura, no por el torero, sino por el toro. Corridos incluidos, hacen comenzar el festín.

La duda es Diego Silveti. Si acaso puede conjuntar el temple con la quietud y el mando o, a toma y daca, procurará encandilar al cárdeno, en tipo y desafiante que hace de tercero bajo el negro firmamento y la arromerada luna.

Y Diego no lo tiene fácil de salida. Solo la media destaca. El quite tiene arrojo, variedad en la villaltina, valor aunque poca unicidad. El toro crece pero en banderillas se duele de los palos. Alguien advierte, ciertamente, que puede que el toro dure poco y, entonces, Silveti tira del ayudado por alto estatuario y en los medios que muestra al toro en su tranco de largo. Tal situación embelesa al tendido.

Entonces Diego comienza a mostrarnos al torero que nos ilusiona al tirar largo y por fin, por el lado derecho, dar vuelo y extensión al brazo que la movilidad del cárdeno se lo exige. Y Silveti, ante ello, hace un toreo mejor, al marcar toques exactos que hacen ver la cara del toro encima del trapo.

Diego descubre que el toro puede ir largo en la siguiente tanda con doble remate y bien lograda no obstante su falta de soltura. Parece que es un suplicio reponer o ganar pasos. Pero justo es decir que la tanda grande de la faena, la que hace al público romper es la que consigue con la mano izquierda, en plenos medios.

Esto porque, la plomada, el ritmo, todo temple y clase personalísima se conjuntan e incluso soban al toro, el natural previo al de pecho es tremendo por su compás y donaire. La México tiene para el remate cintilando sus luceros. Increíblemente, el toro tras lo relatado se desploma, de naja acaba su bravura. Cómo será que no rompe…

Rota la condición del toro, a toma y daca con el astado y su cara alta, vienen los efectos especiales, las bernadinas –hartas- una arrucina magnífica y una estocada entera y muy caída. Pero el tremendo orfeón de fieles tras doble reanimación cardiaca en los dos primeros turnos, recibe la siguiente descarga cuando Diego “acierta” y la posible imposibilidad, el pinchazo, se ve superada.

Lo mismo que la absurda “indultitis”.

Entonces el derroche de la tarde, Ley esencial del toreo, pasa al despilfarro. Y el rigor afloja, la armonía taurina de los antagonismos –rigor y derroche- se pierde con una Vuelta al Ruedo para el soso toro y el deseo de que el ganadero, el único hombre razonable en una Plaza entregada a la pasión, de la vuelta también.

De haber tenido torería la Afición habría exigido la vuelta para los tres toreros y punto.

El toreo es la gran paradoja del arte, su punto culminante. La armonía de los caprichos, el rigor y el derroche, la sombra y la luz juntas con la naturaleza y el artificio, la inteligencia y la fuerza bruta, deben siempre convivir… pero en igualdad.  Siempre.

Por eso cuando la luz se rompió al reventar unas luminarias y llenar de humo la parte alta de La México, algo faltaba, que no se puede vivir solo en oscuridad.

Así aun “Juli” con la plaza extasiada y vacía aun regala una faena magistral al impresentable quinto. Al que resuelve su laberíntica mansedumbre de la que no quiere salir con el capote, pero con la que Julián se entiende con la muleta construyendo palmo a palmo tandas derechistas redondas.

Paso al frente en el trincherazo mecido el engaño obligando a pasar al manso que dura poco como eterno es el cincelazo de muleta a cada embestida que a fraguado el Maestro. Pena que esta faena, brindada en mensaje directo a sus alternante, no haya tenido premio, habría sido el más alumbrador en la escena a medias luces.

Saldívar no se encuentra con el serio quinto, incluso lo desarma. Basto y sin idea inédito queda.

Silveti enfrenta al soso e impresentable sexto que le contagia su insustancialidad. Relegado el torero a la discreción.

Decía José Alameda, el centenario y eximio Maestro, que en la armonización de lo antagónico está la clave del toreo. Así, en su aniversario natal, la clave de la corrida, su fantasía primera y su realidad postrera hacen buena la contraposición del toreo. Ni todo puede ser rigor ni todo derroche.

Como ese lado oscuro de la luna que al mismo tiempo brillaba como fulgurante  y sombrío testigo.

Por eso el matiz del análisis de la crónica no puede oponerse al desatado sentimiento, al contrario en su armonía está el toreo, esperemos la Afición así lo sienta.

Triple salida a hombros, doble cuestionamiento y una sola consigna: hacer Afición. El tiempo dirá si esto ha ocurrido, empezando por la siguiente, el pasado domingo.

Twitter: @CaballoNegroII.

RESUMEN DEL FESTEJO.

Plaza México. Temporada Grande 2012-2013. Domingo, Noviembre 25 de 2012. Sexta de Derecho de Apartado. Tres cuartos de plaza en tarde fresca con cielo despejado. Mucho ambiente y gente guapa en los tendidos. Asistencia variopinta.

1 Novillo para rejones de De Santiago (Divisa Rojo y naranja) bien presentado y muy bravo. Por alto pasa la Autoridad su juego, debió ser homenajeado. Y 6 Toros, 6 de Los Encinos (Divisa Verde, azul y rosa) Desiguales en presencia, impresentables cuarto y sexto. Muy serios primero y quinto. Con fondo bravo el primero aunque poca fuerza, homenajeado exageradamente con el arrastre lento. Con movilidad aunque sosería el segundo, confunde al tendido. Desplomado el tercero tras iniciar espectacularmente, rajado y manso con la cara arriba tras ser exigido, homenajeado increíblemente con la vuelta al ruedo inmerecida. El resto mansos. El cuarto ha sido rescatado por el primer espada.

La Amadora Mónica Serrano (Traje corto negro chaquetilla verde, chaleco en grana y oro) Pitos. Julián López “El Juli” (Grana y Oro) Dos Orejas y Ovación en el tercio tras petición. Arturo Saldívar (Azul noche y plata) Dos Orejas y Silencio. Diego Silveti (Azul rey y Oro) Dos orejas y silencio.

Los tres espadas salieron a hombros.

Saludó Christian Sánchez tras banderillear eficazmente.

La salida a hombros de la terna. Para la historia
La salida a hombros de la terna. Para la historia

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