
Por Jorge Muñoz.
Tres testigos tumbaron ayer la versión exculpatoria de Ortega Cano al declarar en el juicio que se sigue contra el torero que tan sólo unos minutos antes del accidente le vieron ebrio y tomando un Whisky. Frente a estos testimonios, dos personas defendieron que el torero no bebió y otras cuatro, entre ellas un bombero, el conductor de la ambulancia y dos médicos aseguraron que no apreciaron halitosis en el acusado, si bien precisaron que su prioridad en aquel momento era salvarle la vida.
La sorpresa de la tercera sesión del juicio vino de la mano de dos camareros que trabajaban en el hotel La Alquería de Burguillos, donde José Ortega Cano, estuvo poco antes del accidente mortal del 28 de mayo de 2011. Estos empleados afirmaron que el torero estuvo bebiendo en dicho establecimiento y uno de los testigos llegado a afirmar que le sirvió un whisky “Ballantine’s con coca-cola” y vio cómo se lo bebía.
El testigo Cristóbal R. O., que es la primera vez que declara en la causa, dijo que le sirvió esa bebida en una copa tipo “balón” e indicó que cree que el torero “iba bajo los efectos del alcohol”, puesto que “balbuceaba, se trababa e iba con los ojos rojos”. El testigo “siempre” sirvió al diestro bebidas alcohólicas, nunca refrescos.
Otro camarero del hotel, Juan José L. J., le vio “tambaleándose” y en su opinión estaba “mareado”, ya que además le vio tomando un líquido de color marrón oscuro en una copa de “tipo balón” y con hielo. Este camarero vio al torero sobre las 22:00 o 22:05, se cruzó con él y le saludó, pero Ortega Cano no le devolvió el saludo. Según el testigo, el matador “no era capaz de mantenerse vertical, iba trastabillado y tambaleándose”, precisó. La apreciación del testigo respecto al estado del acusado es que se encontraba “achispaete, que había bebido e iba mareado”.
El camarero también señaló que vio al torero con problemas para abrir la puerta de su coche y afirmó que a la mañana siguiente oyó al gerente del hotel decir que “había visto al maestro como no lo había visto nunca” y que “su señora le ofreció una cama para que se quedara”. El testigo dijo que siempre que ha servido bebidas al torero eran de tipo alcohólica, porque “nunca” le ha servido coca-cola o aquarius, cuando le ha dado una coca-cola “normalmente iba acompañada de whisky”.
El testimonio de este camarero fue corroborado por María del Pilar Romero Romero, que se encontraba frente al hotel La Alquería y vio salir al torero sobre las diez de la noche. A esta mujer le llamó la atención “el estado en el que iba, tambaleándose”, por lo que “pensó que había bebido”, algo que era “notorio” e incluso lo comentó con las personas con las que se hallaba.
Según la testigo, el responsable del local le dijo que el torero “tenía una cogorza como un mulo” y que su esposa le había ofrecido que se quedara a pasar la noche en el hotel, pero el torero declinó el ofrecimiento porque su finca estaba cerca y quería llegar pronto a casa.
El director-gerente del hotel La Alquería, José Álvarez Martín, negó por su parte que Ortega Cano se tomara un whisky. Según este testigo, el torero llegó entre las 22:00 y las 22:30 porque tenían que hablar dado que el torero estaba interesado en hacer negocios con él. “Tenía mucha prisa” y sólo tomó “una coca-cola con hielo, que además la dejó casi entera” y que le sirvieron en un vaso “de tubo”, porque quien tenía la “copa balón” a la que se refieren los camareros era él en realidad.
El responsable del establecimiento afirmó que “por supuesto” que Ortega Cano estaba “en condiciones para conducir” porque, de lo contrario, “hubiese intentado llevarlo él o que no cogiese el coche” si sospechaba que no estaba bien. El torero le dijo que “estaba cansado y que se quería ir a casa”.
Ante las contradicciones, la juez ordenó la práctica de un careo, en el que ambos mantuvieron sus respectivas versiones. A la salida de los juzgados, María del Pilar Romero y su esposo, Juan Francisco Rodríguez, insistieron en que los hechos ocurrieron como había relatado en la sala.
Frente a estos testigos, Estanislao M. M., que estuvo con el torero esa tarde porque había invitado a su hija la romería de Villaverde dijo que Ortega Cano estaba en condiciones “totalmente normales”, que tomó una coca-cola y unas tapas en su casa. El testigo contó que incluso se subió al coche con él y el torero condujo con cierta destreza, al pasar por un lugar muy estrecho entre dos vehículos y sin arañarlo.