
…A los cuervos les bastan veinticinco sonidos para expresar las palabras ‘aquí, allí, derecha, izquierda, adelante, alto, comida, cuidado, hombre armado, frío, calor, partir, te amo, yo también, un nido’ y otros diez avisos…”
– Noticiero de Soria, 14 de julio de 1927.
Por José Ramón Márquez.
Se torea como se es. La naturaleza no hace saltos y, por eso, es imposible que cada cual se salga de su carril. A Juli, sus panegiristas le tildan de importante, y nadie le niega su importancia. Ahora lo entronizan como el Faraón de Velilla, el torero de Sevilla. El trono de Curro desde ayer lo ocupa Julián López. Julián López, torero de Sevilla o de Velilla, qué más da ya todo.
Lo esencial es que manó la importancia ayer en la vieja plaza de Toros del Arenal y que lo mismo los viejos cronistas -los que hasta conocieron a Luis Miguel-, que los jóvenes -los que una tarde se extasiaron con De Paula en Madrid- cantan la gesta julianesca como histórica tarde de toreo de imperecedero recuerdo para las generaciones venideras. Ni una voz discordante.
Pero se torea como se es y por eso el Juli es el Juli siempre. Lo mismo el día que está óptimo que el que no da pie con bola, su toreo es siempre el mismo. Incluso con la importancia que tiene, que repito nadie se la niega, pero el Juli a uno se le antoja como lo antisevillano, la negación de la gracia, de la improvisación, de lo ligero, de lo barroco, porque el Juli siempre ha practicado una caricatura del toreo, haciendo correr al bicho de acá para allá, sin cruzarse ni una vez, con la suerte penosamente descargada en cada uno de sus muletazos; toreo julianesco de producción opuesto a lo que sería el toreo de inspiración, seña sevillana de identidad.
El Juli es la negación de lo que siempre pensamos que era torear con arte. Es la exaltación de la vacua tauromaquia del pase frente a la del toreo clasico, toreo de correveidile, puro enaltecimiento de lo banal, de lo innecesario, de lo superfluo transformado en lo esencial y vendido incesantemente como oro molido. Ahora su toreo de pueblo, basto, sin finura, sin elegancia, su toreo de hombre cavando una zanja, se entroniza en Sevilla y Sevilla se rinde a este torero. Ahora el Juli es ya heredero de Chicuelo, de Cagancho, de Pepe Luis, de Curro. Signo de los tiempos.
Soy de la opinión que las faenas se ven en la plaza. La plaza tiene sus ritmos, sus locuras, sus estallidos, sus enajenaciones. Sólo así es explicable el auto de fe alrededor del Juli y el torrente que se ha derramado sobre su labor con el quinto toro de la tarde de ayer en Sevilla. Eso sólo puede ser analizado como sugestión colectiva y contagiosa, que es también parte muy esencial del espectáculo en los toros, porque la verdad es que en la frialdad de la pantallita del ordenador, la faena histórica es como para ponerse a echar maldiciones o, mejor aún, como para soñar qué hubiese podido hacer con ese toro otro torero.
Twitter @dsolysombra
– Panegirista: es lo mismo que un orador que hace o dice una oración retórica en alabanza de algún santo, rey o persona grande o esclarecida y familiarmente llamamos también panegirista al que alaba o hace el elogio de alguna persona o cosa y encomia sus acciones o cualidades.