Por JOSÉ ANTONIO DEL MORAL.
En el toreo hay cosas que no pueden esperar y se trata de hacer un espectáculo asequible, sostenible e interesante.
La negativa de las cinco figuras a contratarse con la empresa de la plaza de toros de Sevilla, pulverizó los plácidos usos y costumbres que solían manejarse en el diseño de la Feria de Abril. ¿Habrá manera de convencer a Morante, El Juli, Manzanares, Perera y Talavante para que actúen si reconsideren una postura que ya empieza a dibujarse como inamovible?
Mientras aguardamos las definitivas explicaciones de los sublevados – su silencio es estruendoso –, las bases del toreo siguen sumidas en sus particulares revueltas que, si nadie lo remedia, podrían desembocar en una guerra definitiva que pulverizaría los buenos deseos del flamante Plan Nacional de Tauromaquia sumiendo a la profesión en un clima de suicidio colectivo. Es el caso de la negociación del convenio nacional taurino.
El diálogo entre la Unión de Matadores, los representantes de las cuadrillas y la patronal taurina está roto en mil pedazos. Al romperse las negociaciones se señalaron los primeros escollos: las dificultades para dibujar la relación laboral entre las empresas taurinas y los toreros constituidos en sociedad mercantil. Pero hay otros acuerdos vitales para normalizar, racionalizar y sobre todo revitalizar la fiesta en el circuito rural de toreo. Podría ser la primera puerta para adecuar esos costes organizativos inasumibles para montar una simple novillada que se denuncian en el propio plan Wert. Pero algunos siguen sin querer escuchar nada que suene a adecuación de salarios o de retoques en las nóminas.
Una más que agria disputa sobre estos problemas entre el Presidente de la Asociación de Subalternos, Fernando Galindo, y el crítico Zabala de la Serna, acontecida en una taberna del centro de Madrid en la última tarde del año pasado, terminó a golpes entre ambos. Pero lo peor, lo incalificable, lo espantoso es que a un cabezazo del banderillero al crítico, éste respondió estrellando un vaso de cristal en la cara de su contrincante rajándole el rostro de arriba abajo, quedando ostensiblemente desfigurado.
A raíz de que el crítico fue el primero escribir en twitter su particular versión de lo sucedido, las redes sociales se encargaron inmediatamente después de aclarar lo sucedido y los resultados físicos del combate publicando fotos de las caras de ambos protagonistas del suceso.
El espeluznante rostro de Galindo destrozó la primera versión y, pese a que la noticia fue ignorada por la inmensa mayoría de los medios, incluido el que da cobijo a Zabala, corrió como la pólvora por todo el mundo y no hubo manera de tapar aquello. No pocos pensaron en lo que habría publicado El Mundo si el rajado en su rostro hubiera sido su crítico taurino. Seguro que la foto de Zabala hubiera salido en portada como heroico defensor de la libertad de expresión. Así esta esto. Como esta España autodestructiva por doquier que padecemos.
Y es que hay demasiados problemas que siguen sin solución, muchos se empeñan en buscar un problema para cada ídem. Esto es el toreo. Siempre se ha esperado a que deje de llover pero en la temporada 2104 podríamos haber alcanzado un punto de no retorno. Hay cosas que no pueden esperar y se trata de hacer un espectáculo asequible, sostenible e interesante. Ni más ni menos. La ansiada reducción de costes para que el espectáculo recupere el terreno perdido tiene que ser el verdadero caballo de batalla de este año fundamental. La sorprendente actitud de los primeros espadas está por explicar, es verdad. Pero también se echa de menos el mea culpa en el sector empresarial que sólo se ha acordado de Santa Bárbara con el fragor de los truenos.
Llegados a este punto, el panorama no puede ser más desalentador. La histórica oportunidad que ha puesto sobre la mesa el ministerio de Cultura del primer gobierno que se ha tomado en serio los toros está siendo lastimosamente desaprovechada por las luchas cainitas de un mundo capaz de lo mejor y lo peor.
Pero volvamos con el problemón de Sevilla ¿El futuro de la Feria de Abril pasa por el predominio del impacto de cinco figuras? ¿La inquietud de toda una afición tras la dependencia de unos toreros? Es increíble que la realidad sea tan sumisa ante esta triste historia que navega a la deriva en un mar de silencios. Nada se sabe y sabe todo.
Ha comenzado la cuenta atrás y nadie sabe si el tajante ultimátum producirá influencia. Si la considerada segunda feria más importante del planeta taurino seguirá amenazada bajo un órdago sin sentido. Algunos lo contemplen como una polémica efímera. No es verdad. Se trata de una peculiar interpretación del chantaje que afectará tanto a lo local como a lo universal. A los significados de una Fiesta atrapada en las inquietantes exigencias de los distintos sectores. Sin recursos en la memoria ni laboratorios de ideas en una u otra parte, el empeño se traducirá en fiasco.
Asombra cada vez más la disparidad de criterios. El poco interés colectivo… Sus historias no tienen rumbo. Y así están, buscando razones para creer que esto de unos, o aquello de otros, está bien y es lo mejor.
Se advierte el pulso dramático de “los cinco” en la forma en que la propia petición impide el acuerdo, significando un caso utópico en el que los gestores de la plaza sevillana asumen su condición de empresa hasta la finalización de su contrato, y cada torero acepta en su radicalidad el compromiso chantajista.
De lo cual se deduce que Morante, El Juli, Manzanares, Perera y Talavante no pisarán el ruedo sevillano ni ahora, ni mañana, ni pasado. O sea, que dejarán de venir a Sevilla durante más de una década. ¿O fastidian hoy para arreglar mañana? A ver quién es capaz de apartarnos de la realidad de este absurdo en el que no hay asomo de solución. ¿Y la asociación de empresarios taurinos, dejará en la estancada a dos de sus más destacados asociados tras la teórica de su apoyo? De ser así estaríamos hablando de la más burda mentira que supone el asociacionismo taurino.
Via: http://www.intereconomia.com/noticias-gaceta/cultura/horrible-salida-y-entrada-ano-taurino-20140109