Opinión – Ocho con Ocho: ¡Para el recuerdo! Por Luis Ramón Carazo.

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El 16 de marzo de 2014 presencié la corrida de las Fallas de Valencia por televisión con las actuaciones imborrables de Finito de Córdoba, Morante de la Puebla y José María Manzanares con los nobles y magníficamente bien presentados toros de Juan Pedro Domecq, me dio un enorme gusto ver en la plaza a mi amigo entrañable por el plasma, feliz de la vida y  a quién no he visto por algunas semanas, pero que parece ya ser un talismán para las tardes imborrables.

La última vez que supe que fue a España, le tocó la actuación en Ronda del año pasado de Morante en el mes de septiembre y desde luego sabiendo su tino, ahora le preguntaré a que corrida está  apuntado para que la próxima, no me la pierda.

Escuché los conceptos de la crónica sobre el ganado de Manolo Moles y Manuel Caballero y entendiendo lo mucho que conocen en especial quién fuera gran matador de toros, no acabo de cuadrar el por qué afirmaron reiteradas ocasiones de que prevalecieron los toreros sobre los toros, me parece que gracias al noble comportamiento de los de Juan Pedro Domecq, los toreros tuvieron actuaciones inolvidables, cada uno con su estilo, pero concibo que el toreo es el acoplamiento de las condiciones del toro, con el conocimiento y sentimiento del torero y por tanto en las grandes faenas la característica principal es que hay equilibrio.

En fin, cada uno con sus ideas que por ello es tan plural la fiesta, pero sirva de comentario previo para expresar mi impresión sobre lo que viví a la distancia desde Valencia en la pantalla de México.

Externar que Morante es en la historia del toreo de los toreros de trazo artístico el más constante,  es afirmar que presenta como las tardes de Valencia una conjunción de arte, técnica y valor como ninguno de su cuerda lo ha hecho con tanta regularidad en sus actuaciones.

Al anuncio reciente en Madrid de su temporada de acontecimientos, ya se apuntó el primero por todo lo alto, el del 16 de marzo en el coso de la calle de Játiva, que para la historia será inolvidable ¡Vaya manera de interpretar con el capote en su primero las verónicas, las medias, las chicuelinas y los lances a pies juntos!  Y en su segundo,  usar el capote para lidiar interpretando con gran plasticidad los lances de recibo, para lograr posteriormente  una verónica de campeonato.

Con la muleta con su concepto de torear hacia adentro, forzando la embestida de los toros de Juan Pedro Domecq que por momentos  bien se lo permitieron, realizó en el primero y en el segundo de su lote muletazos de una gran belleza estética y emotiva.

Una oreja fue la recompensa a su gran actuación, parece poco premio a tanta torería, pero lo visto, independientemente de los trofeos, fue para charlarse los próximos años de nuestra existencia y cada que vez que se requiera recurrir a la memoria de lo inolvidable  que es el toreo cuando se conjugan positivamente todos los  factores verdaderos del toro y del torero.

Esta última es la impresión que dejó Finito de Córdoba que regresó a los toros después de un retiro temporal que nos los trae ahora con un toreo de gran solera en el que los detalles se convierten en pinturas sobre el lienzo del ruedo, su actuación en la que sobresalió la de su segundo turno,  fue como para exclamar ¡Viva el toreo con sentimiento! Los naturales impresos quedan en el disco duro de la memoria.

¿Y Manzanares? Parece decirle a Sevilla como lo hizo Morante, no voy pero mira en que momento estoy. Fue la de Manzanares una labor de perfecta colocación, cite y remate, con derroche de mando y buen gusto. Fue el suyo un toreo sublime cuando enganchaba a su oponente y lo llevaba embebido en el capote y la muleta con lances y pases hondos, sentidos en el alma.

Derechazos y naturales auténticos, un trincherazo de cartel, un primoroso cambio de manos, y todo ello ligado y engarzado a la perfección.

Y algo más. Su cuadrilla es un lujo. José María es el torero perfecto para los toros nobles tal es el caso, de los Juan Pedros, el segundo desafortunadamente se lesionó en el último tercio, iba para faena de rabo además de las dos orejas del primero para salir en hombros. Con él se hace presente la creatividad, la gracia y la estética sublimes. La nobleza del toro, que no su codicia, fue la clave y la claridad de concepto de un torero en estado de gracia.

Apuntar el intercambio de un puro por la oreja que paseaba Morante orgulloso, detalle de la alegría que produce el toreo en su vena más triunfal. Por tardes así que orgullo ser aficionado y congratulaciones a Valencia y a su empresario Simón Casas que supo conjugar un cartel ya histórico, en su feria de Fallas.

Twitter @Twittaurino

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