San Fermín para listos.

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Por Ana Grau.

Me pilla el 7 de julio sentadita yo muy mona (es un decir) en una tertulia de la televisión de Castilla-La Mancha, la del programa No Nos Moverán, y lógicamente hablamos de los sanfermines. El tertuliano a mi izquierda (física) Antonio Naranjo va y dice que él lo de esta fiesta no lo entiende. Que le parece absurdo, sobredimensionado y para nada tan importante que el ser humano se ponga a correr delante de un toro, cosa que él declara más o menos respetar aunque no le vea la gracia. Reitera la idea de que le parece absurdo. En el plató hay un veterano periodista taurino, Pedro Cáceres, que mirándole fijamente, quizás por no discutir, va y dice: “inobjetable”.

Pues a mí no me lo parece tanto. En cuanto puedo entro al trapo: “Pues yo personalmente encuentro bastante más absurdo reverenciar y venerar a once señores que corren detrás de una pelota, que a quien corre delante de un toro“.

Comento que yo he conocido la fiesta tarde (en el año 2012), cuando según la opinión de los puristas ya estaba excesivamente mamada y degradada. Puede ser. Pues aún así le sobraban agallas y correaje para que yo me estremeciera. Y es que más allá de los guiris tirados borrachos por las esquinas, y los sangriazos, y la multitud, y las tetas al aire, etc, etc, se produce en Pamplona en estos días una explosión de sentimiento, de fraternidad y, si me apuran, de destellos de honor, que yo no he visto en ninguna otra bacanal del mundo. En ninguna otra juerga mayúscula o minúscula.

Cualquiera puede tener que salvarle la vida a cualquiera, que ver pasar muy de cerca el filo definitivo de todo instante, cuando sobreviene San Fermín. La energía arcaica rebulle, todo retrocede y toma impulso. No se puede juzgar con leves ojos modernos. Hay que bajar más abajo, a pozos más hondos. Y más radiantes. De cuando toda la luz estaba por romper. Todos los dioses por estrenar.

Eso cuando lo has olfateado ya no te lo quita nadie pase lo que pase.

Ya vale de pretender que esto es un choque entre gente más o menos adelantadamente civilizada y gente que le da pereza sacudirse la caspa y la barbarie.  La trinchera no es esa. La guerra, si la hay, no es entre la luz y las tinieblas.

Es entre atreverse a sacar la patita de lo obvio para asomarse a lo fundamental…o no.

Vía: http://abcblogs.abc.es/piensa-lo-peor/public/post/san-fermin-para-listos-13382.asp/

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