Por Pedro J. Cáceres.
Son días de vino y rosas. De triunfos para hacer currículo, puertas grandes para la publicidad revistera y orejas, muchas orejas, aunque sean de 1 en 1, a mayor gloria, todo, de nuestra tauromaquia de hoy.
Han pasado Las Colombinas en Huelva, la primera parte de La Peregrina en Pontevedra, prosigue la temporada en El Puerto y concluyó la cada vez más “negra” feria taurina por La Virgen Blanca en Vitoria.
A partir del viernes y al rebufo de San Lorenzo y la Virgen de agosto no hay “gache” que no de toros. Algunos son el quiero y no puedo, anunciando figuras, con el peaje que supone para la cartera del empresario si paga, el bolsillo del torero –si no cobra- y que la pobladísima clase media se quede en casa; todo vale ante la honra del pueblo que no va a ser menos que el vecino mayor o la capital.
Afortunadamente, algo bueno tenía que tener, la crisis ha hecho que los ayuntamientos cada vez se tienten más la ropa a la hora de exigir en base de la menor, o ninguna, inversión –que no subvención-.
Son días de bendita igualdad entre pobres y ricos, figuras y meritorios, marginados y emergentes. Todos tienen su espacio mediático y de la habilidad del entorno para contarlo y difundirlo depende la repercusión. Son días para acordarse de que Paulita, Pérez Mota, Ureña, Pinar, Tendero, Adame, Rafaelillo, Castaño, Aguilar, etc. y un buen número de novilleros, unos más conocidos otros inéditos en los medios, existen y son de Dios. Incluso se aprovecha el buen talante estival para anunciar lo de “los encastes minoritarios” y los “toreros minoristas”…en actuaciones (y en varias temporadas)
Son las ferias de “a-gUsto-. Todo con el toro medio, que no tiene porqué ser el medio toro, aunque casi siempre coinciden. Todo con un público feliz, en chanclas y bermudas; desinhibido de atavíos, tics y tópicos de aficionados con marchamo de denominación de origen.
Son fechas en que los apoderados de siempre se movilizan, y en estos tiempos modernos los jefes de prensa o gabinetes de comunicación. Te venden el producto: ” no veas cómo ha estado el torero”, “es el mejor momento de su vida”, “a este no hay quien lo pare”…etc.etc.
Mi respuesta, desde hace muchos años, es la misma: “no veas cómo me alegro”, ¡enhorabuena!
Por cierto, ya os veré en Bilbao…
y luego me lo cuentas…